De un tiempo a esta parte, la promoción de Córdoba como ciudad para la celebración de congresos está lastrada por la falta de un equipamiento adecuado para ello. Las ya históricas peticiones del sector hostelero para atraer hasta la ciudad grandes reuniones de empresas y ferias sectoriales con el atractivo turístico que la capital cordobesa posee, llevan años chocando con la burocracia, obras paralizadas y la crisis que han hecho que, en la actualidad, Córdoba lleve años sin un palacio de congresos.
El primero en fracasar fue el Palacio del Sur, un proyecto del arquitecto holandés Rem Koolhas que el Ayuntamiento de Córdoba encargó en los años de bonanza económica con un presupuesto cercano a los 80 millones de euros y que, una década de maquetas, burocracia y la falta de financiación que trajo la crisis después, quedó en papel mojado. Se enterró así un proyecto que fue promovido en 2001 en la orilla sur del Guadalquivir frente a la Judería y que fue desechado finalmente en 2012, sin haber puesto una sola piedra pero con cerca de diez millones de euros gastados en ese tiempo.
Ese, el Palacio del Sur, era la gran apuesta de la ciudad para sustituir al antiguo palacio de congresos de la calle Torrijos, situado en una ubicación privilegiada junto a la Mezquita-Catedral, pero pequeño para albergar encuentros y reuniones de trabajo que sobrepasaran los 500 asistentes. Córdoba era así un destino ideal por su atractivo turístico y buenas comunicaciones para encuentros y jornadas profesionales de pequeño formato, pero, con el lastre de la escasa capacidad del palacio, nunca para albergar grandes congresos con el perjuicio económico para la ciudad que ello ha conllevado.
Con la crisis lanceando las arcas de las instituciones públicas y la imposibilidad de emprender la construcción de un nuevo equipamiento, la Junta de Andalucía tomó en 2013 la decisión de reformar ese antiguo palacio de congresos y, al menos, lograr ampliar su aforo hasta llegar a las 1.500 personas.
La fecha que se dio entonces para el fin de esa obra se situaba en el primer semestre de 2014. Hoy, casi cuatro años después del inicio de las obras, éstas están paralizadas en medio de un ovillo burocrático que ha tenido que rescindir el contrato con la empresa encargada de la reforma por incumplimiento del mismo y sacar de nuevo a licitación lo que queda por hacer. El último plazo que la Junta de Andalucía da para contar con el palacio de congresos antiguo ya reformado es el primer semestre de 2018. Es decir, al menos, un año más sin contar con este equipamiento.
Y, entretanto, otro intento por que Córdoba cuente con un espacio amplio para albergar exposiciones y ferias profesionales de gran porte se encuentra también varado. El anterior Gobierno municipal de la ciudad, en manos del PP, encargó en 2014 por 10 millones de euros la reforma del pabellón que llevaba el nombre de Miguel Castillejo –sacerdote y expresidente de Cajasur- en el Parque Joyero de la ciudad.
El proyecto para adaptar este espacio como Centro de Convenciones, Ferias y Exposiciones de Córdoba lleva un retraso acumulado de las obras de más de un año. La obra aún se encuentra al 50% de su ejecución después de que la empresa constructora hubiera pedido dos prórrogas al Ayuntamiento y, ahora, su solicitud de un tercer aplazamiento ha chocado con la negativa del Consistorio, que pondrá en marcha las penalizaciones previstas en la ley y se abocará a la paralización de las obras.
Mientras tanto y varios años después, Córdoba no tiene en la actualidad ningún equipamiento para albergar congresos de formato medio y grande. Una situación que ha provocado una imagen poco común de protesta ante las administraciones: la Confederación de Empresarios de Córdoba (CECO), la Cámara de Comercio y los sindicatos CCOO y UGT se concentraban juntos este enero pasado para manifestar la necesidad de que la ciudad cuente cuanto antes con un palacio de congresos para acabar con el lastre que su ausencia viene provocando en el empleo y en la economía cordobesa.