A Andrés Ocaña el corazón le dio un aviso en el verano de 2014 y en este inicio del mes de marzo un infarto ha provocado su inesperado y prematuro fallecimiento. Fue alcalde de Córdoba entre 2009 y 2011, el broche a una dilatada dedicación política en las filas de Izquierda Unida desde su fundación y que le llevó a estar vinculado durante dieciséis años a la vida pública de la capital cordobesa.
Andrés Ocaña (Aguilar de la Frontera, Córdoba, 1955) recibió el bastón de mando de la Alcaldía cordobesa también de forma inesperada, cuando en 2009 la anterior alcaldesa y hoy consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, Rosa Aguilar, fuera fichada para el ejecutivo andaluz del PSOE por el expresidente José Antonio Griñán. Ocaña, curtido y experimentado número dos, pasó a ser el primer edil y, hasta el momento, ha sido el último alcalde de Izquierda Unida en el denominado ‘Califato Rojo’ de Córdoba, la capital donde este partido gobernó desde las primeras elecciones democráticas en 1979 hasta el fin del mandato del propio Ocaña en 2011 con la sola interrupción de un cuatrienio del PP entre 1995 y 1999.
En todo ese tiempo, Julio Anguita, Herminio Trigo, Manuel Pérez y la propia Rosa Aguilar fueron los alcaldes de IU que precedieron a Ocaña, profesor de Historia jubilado hace un par de años que ejerció como tal antes y después de su dedicación política. Y ahora, ha sido el primero de los alcaldes de Córdoba de la democracia en fallecer.
Su experiencia política iniciada como activo militante de IU desde su fundación, le llevó a ocupar cargos orgánicos en la coalición, donde también fue coordinador provincial, y a ser portavoz de IU en la Diputación Provincial de Córdoba entre 1995 y 1999, precisamente el único cuatrienio en el que su partido no estuvo al frente de la alcaldía de la capital.
Su mayor dedicación como cargo público la ocupó a partir de entonces en el Ayuntamiento cordobés, donde fue concejal desde 1995 y, a partir de 1999, formó parte del equipo de gobierno municipal que presidía Rosa Aguilar: primero como responsable de Infraestructuras y a partir de 2003 como número dos, portavoz de IU y responsable de Urbanismo, dedicación ésta que tuvo hasta que fuera nombrado alcalde.
Considerado por todos los partidos políticos con los que compartió tarea pública como una persona trabajadora y dedicada al servicio público de su ciudad, los dos años como alcalde de Córdoba le dejaron poco margen de maniobra al frente del Consistorio: debía continuar con proyectos y políticas ya iniciadas pero, además, con una invitada que daba su peor cara en esos años: la crisis. Buques insignias de la economía cordobesa perecieron en ese tiempo, como la caja de ahorros cordobesa, Cajasur, que acabó intervenida por el Banco de España y, finalmente, en manos de KutxaBank, o las empresas constructoras que se quedaron en el camino como Noriega, del Grupo Sánchez Ramade.
La ingrata tarea que debió afrontar en esos tiempos de crisis, le dio la oportunidad, sin embargo, de acometer uno de esos cambios en una ciudad que quedan para la historia: la peatonalización de una de las arterias del centro de la capital, la calle Cruz Conde que, además del reconocimiento en la vida de la propia ciudad, obtuvo recientemente un galardón internacional de urbanismo por ello: el premio Jean Paul L'Allier de laOrganización de Ciudades Patrimonio Mundial.
Ese reconocimiento y el descubrimiento de una placa en la calle por tal galardón fue el último acto público - en el mes de diciembre pasado- al que Andrés Ocaña acudió, hombre discreto y apartado de la primera línea de la política desde que no revalidara su cargo de alcalde y volviera a las aulas a dar clases hasta su reciente jubilación.