La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Cuando la vida da una segunda oportunidad bajo un techo

“Los primeros días, era incapaz de dormir en la cama”. Los nervios y las emociones atenazaban a este chico de 35 años que, después de tres años viviendo en la calle, ha estrenado una nueva vida en un piso a partir del cual reconstruir su presente y pensar en tener un futuro. Él –al que preservamos su identidad- forma parte del programa Hábitat que trabaja con los sintecho -personas sin hogar que viven en la calle durante años y que sufren aparejadas algunas enfermedades. Este programa lo han puesto en marcha en Córdoba el Ayuntamiento y la Fundación RAIS (Red de Apoyo a la Integración Sociolaboral).

Hasta hace nada, él y otras nueve personas vivían en la calle, dormían en cajeros, en algún lugar abandonado o de albergue en albergue en el mejor de los casos. Durante al menos tres años su vida ha transcurrido en las cunetas de la sociedad, apartados de todos los cauces sociales y en el último escalón de la exclusión, hacia donde nadie mira. Y ahora, esta iniciativa les ofrece una nueva oportunidad, una nueva vida bajo un techo.

200 personas sin techo

A este programa se han podido acoger quienes, de entre las doscientas personas que se contabilizaron que viven en la calle en Córdoba, cumplían unos requisitos extremos: llevar varios años como vagabundos, tener alguna enfermedad mental o problemas con el alcohol y las drogas. A partir de ahora, tienen la oportunidad de recomponerse y mirar al futuro. “Es como si fuera mi casa, puedo vivir aquí, recuperarme, entrar en la sociedad, ser una persona normal y corriente”, relata este joven beneficiario que lleva algo más de un mes en su vivienda. Una nueva oportunidad sin una fecha límite, más que la que marque su recuperación y con los compromisos de mantener en buen estado la vivienda y una buena convivencia con la comunidad de vecinos.

El 90% logran la reinserción

Su horizonte, ahora bajo techo, no tiene fecha de caducidad. Este programa de reinserción les permite vivir en el piso asignado el tiempo necesario para reconstruir sus vidas, para que de verdad vuelvan a la sociedad y dormir en una cama no les sea algo extraño. Se trata de depositar en ellos la confianza que no han tenido de nadie en mucho tiempo y, a partir de ahí, desarrollar su día a día de forma autónoma. Y los resultados, según cuentan los responsables del programa en España, están ahí: alrededor del 90% de los beneficiarios se mantiene en el programa y desarrolla su reinserción social.

“En la calle te puedes encontrar de todo. Te sientes como desnudo. Siempre estás en alerta. La calle te hace muy desconfiado”, relata sobre su vida pasada. Después de ocho años en España desde que llegó de Bulgaria con problemas de drogadicción y varias recaídas, tiene en sus manos las llaves de un hogar, en ese hogar donde los primeros días no fue capaz de dormir en la cama. “Tenía las emociones y los sentimientos alerta”. Alerta como en mitad de la nada donde dormía antes, junto a uno de los molinos del Guadalquivir, donde cuenta cómo le robaban y le quemaban sus pertenencias.

Ahora, de vuelta a la sociedad a través de esta iniciativa, su día a día comienza cada jornada con la sencillez de levantarse de la cama y desayunar, algo que, sin embargo, no había hecho en mucho tiempo. Después, la jornada se completa con las labores de la casa, la visita de una técnico del programa Hábitat que cada semana realiza un seguimiento de su caso y la puesta en orden de las gestiones administrativas habituales que hasta ahora no había tenido que hacer porque no tenía un techo: empadronarse en su nuevo domicilio, darse de alta en el centro médico del barrio o conocer los recursos del centro cívico de su distrito.

Trabajador de la construcción en los años del boom inmobiliario antes de caer abandonado en la calle, ahora busca trabajo como un parado más, con su ficha abierta en el servicio público de empleo y con un curso formativo de cocina que le ha demostrado que sabe y le gusta cocinar. Ahora, con esta nueva oportunidad que se le ha brindado, tiene esperanzas de encontrar de nuevo un empleo pero, después de todos estos años, no cree en la suerte: “La suerte tienes que buscarla tú, con fuerzas y ganas para salir adelante”, dice seguro de estar en el camino correcto.