La cota electoral de Espadas: superar en votos a Susana Díaz y mantener al PSOE como primera fuerza en Andalucía

Daniel Cela

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El candidato del PSOE en las próximas elecciones andaluzas, Juan Espadas, tiene poco tiempo para trazar una estrategia sólida contra su principal contrincante, el presidente de la Junta y líder del PP–A, Juan Manuel Moreno. Espadas ha abandonado la Alcaldía de Sevilla y ha aterrizado, primero en el cartel electoral para este año [junio de 2021], tras vencer unas primarias exprés contra Susana Díaz; y luego en la secretaría general de los socialistas [julio de 2021].

Tiene apenas un año para darse a conocer, salir del anonimato en gran parte de Andalucía y batirse en las urnas con todos los pronósticos en contra, si finalmente Moreno se decanta por convocar los comicios el próximo junio, como ha sugerido. El ex alcalde cuenta con el impulso personal del presidente Pedro Sánchez, que este sábado volverá a lanzar la candidatura del socialista durante un acto conjunto en Granada, el mismo sitio en el que ya anunció que sus aspiraciones a disputar el cartel electoral a Susana Díaz.

Espadas y Moreno no solo comparten perfil político moderado, maneras suaves y rictus institucional. También su irrupción abrupta en la arena política andaluza es muy similar: Moreno fue señalado por el dedo de Mariano Rajoy para ser presidente del PP andaluz en marzo de 2014. Justo un año después [marzo de 2015], siendo un candidato extraparlamentario y prácticamente desconocido, se estrelló en las urnas contra Susana Díaz, que había adelantado un año los comicios.

Espadas es el candidato electoral señalado por la dirección federal del PSOE y aceptó a sabiendas de que se montaba en un tren en marcha, con la inminencia de una convocatoria electoral y todas las encuestas en contra. En su designación pesó mucho la idea de “pasar página” a la etapa de Susana Díaz, marcada por el enfrentamiento interno con Pedro Sánchez y la pérdida del Gobierno andaluz, tras 37 años en San Telmo, sede de la Junta. Es difícil saber si Ferraz antepuso el relevo orgánico en la poderosa federación andaluza al revulsivo electoral que necesitaban los socialistas para recuperar el poder. En la ejecutiva actual y en la anterior hay opiniones divididas al respecto, aunque existe cierta coincidencia en que el perfil del ex alcalde de Sevilla, de naturaleza hipotensa, no casa con la idea del revulsivo que está llamado a movilizar a los 400.000 socialistas que en 2018 se quedaron en casa.

Clave interna

Quizá por eso, por el cometido orgánico que supuso su elección como candidato desde la cúpula de Ferraz, el doble objetivo que se ha marcado Espadas para las próximas andaluzas se entiende mejor en clave interna que en términos de posible gobernabilidad: primero, superar el resultado que obtuvo Susana Díaz en las elecciones de 2018, y segundo: mantener al PSOE como la fuerza más votada en Andalucía. “Lo primero ya lo habríamos conseguido, según los sondeos que hicimos en el mes de diciembre. Ahora vamos a por lo segundo”, explican fuentes próximas al secretario general.

No es habitual este baño de realidad en un candidato ante unos comicios decisivos para su partido, no solo en Andalucía, sino en el conjunto del país. Pero en esto también Espadas se parece a Moreno. El líder popular, un advenedizo en la política andaluza cuando aterrizó en 2014, también enfrió sus expectativas antes de sus primeras elecciones como candidato. Moreno era consciente de la dificultad a la que se enfrentaba –con una Susana Díaz en pleno auge– y ya en precampaña avisó de que su proyecto era llegar a presidente en ocho años. Es decir, anticipó una derrota que luego confirmarían las urnas, cuando el PP pasó de una mayoría histórica de 50 diputados a los 33 que logró Moreno.

En diciembre de 2018, los socialistas ganaron las elecciones autonómicas con el peor resultado de su historia: un 27,95% del escrutinio: 1.009.243 votos y 33 escaños. Aquella victoria se tradujo en la pérdida del Gobierno andaluz. Espadas se ha propuesto, de entrada, superar holgadamente la cota que obtuvo Susana Díaz hace tres años, con independencia de que ese resultado le permita gobernar en alianza con otras formaciones. Su equipo, recién aterrizado en la sede del partido en la calle San Vicente, considera que mejorar los votos que logró Díaz en 2018 significaría que el PSOE ha pasado página y recuperado credibilidad e ilusión entre su electorado. “Sobre todo”, dicen, “porque no es lo mismo obtener ese resultado estando en el Gobierno, con una candidata que ya era presidenta de la Junta, que estando en la oposición”.

Objetivo, ser primera fuerza

La segunda meta volante de Espadas, aún en el aire, es que ese resultado revalide la posición de primera fuerza del PSOE en Andalucía, como ocurrió en 2018. Todas las encuestas publicadas sitúan por delante al PP de Moreno, que se estaría beneficiando de la descomposición paulatina de Ciudadanos, su socio de Gobierno. Los socialistas calculan que podrán recuperar a “un 25% de los votantes” que perdieron hace tres años en favor del partido naranja. El PSOE tiene dos cifras clavadas en la frente: la primera, los 400.000 votantes que retiraron su apoyo a Susana Díaz en las andaluzas de 2018 (la gran mayoría eran abstencionistas), pero volvieron a votar al PSOE en Andalucía en las generales de 2019.

Movilizar a esos votantes desencantados con el partido, con su candidata o con el peso de tres décadas de gobiernos socialistas es fundamental para calibrar las posibilidades de Espadas en los próximos comicios. Incluso en San Telmo dan por descontado que el PSOE ha recuperado fuelle y que parte de ese voto abstencionista volverá a serle fiel con un nuevo candidato. El secretario general ha creado una mastodóntica ejecutiva, con 60 miembros, que funciona a modo de equipo de campaña y que tiene en los alcaldes su punta de lanza. Los socialistas gobiernan en el 65% de los municipios andaluces, donde sus regidores y concejales están llamados a movilizarse en las autonómicas de este año como primera vuelta de las municipales de 2023.

La otra cifra que quita el sueño al PSOE son los 300.000 votos que perdió la coalición Adelante Andalucía (Podemos–IU), que en 2018 se presentó como alternativa de izquierdas al Gobierno socialista, pero no logró convencer a sus bases. Fue así, la suma de una izquierda desmovilizada y una derecha atomizada en tres partidos que supo entenderse rápidamente, lo que dio lugar al primer Gobierno de PP y Cs en Andalucía, sustentado en el apoyo de Vox.

Pendientes de Castilla y León

Espadas cree que mantener al PSOE como fuerza más votada le dará “legitimidad para captar el apoyo del resto” de formaciones de izquierdas –más lo que quede de Ciudadanos– y poder presentar su investidura a presidente de la Junta. “La clave de las próximas elecciones será quién es la fuerza más votada en Andalucía”, dicen en el entorno del secretario general. Pero el discurso de que gobierne la lista más votada jamás ha funcionado, ni cuando lo ha usado el PP [Javier Arenas en 2012] ni cuando lo ha usado el PSOE [Susana Díaz en 2018].

La fragmentación del voto en Andalucía se traduce en dos bloques enfrentados –derechas contra izquierdas– que volverá a ser determinante para definir el signo político del futuro Ejecutivo autonómico. Más incluso que en 2018, si los sondeos aciertan con el achicamiento de Ciudadanos y el avance constante de PP y de Vox.

Los socialistas están convencidos de que las elecciones andaluzas serán en junio antes que en octubre, analizando las dos fechas que ha barajado en público el presidente Moreno. Citan informes que recomiendan convocar antes del verano mejor que después, porque el periodo estival ejerce de contra clímax al curso político y tiene un efecto desmovilizador para el electorado. Los otros dos factores a tener en cuenta son la pandemia y el colapso de los centros de salud –la mayor preocupación del equipo de Moreno en este momento– y las elecciones en Castilla y León, el próximo 13 de febrero.

El resultado de los comicios allí, donde el PP de Alfonso Fernández Mañueco parte como favorito, arrojará pistas de los próximos movimientos políticos en Andalucía. Fundamentalmente la capacidad de resistencia que le queda a Ciudadanos, hasta ahora socio de Gobierno castellanoleonés del PP, y la posterior composición del Gobierno. “Si Vox entra en el Ejecutivo de Mañueco, iremos a por todas aquí, porque Moreno se enfrentará a la misma tesitura”, advierten desde la ejecutiva del PSOE andaluz.

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