En el año de la Covid, e incluso de la fiebre del nilo, que irrumpió en Andalucía con cifras desconocidas, las principales enfermedades de declaración obligatoria (EDO) han registrado mínimos históricos por la reducción de los contactos y de la movilidad, impuesta en la lucha contra el coronavirus. Es una consecuencia, pero también se ha buscado, porque las restricciones son eficaces para reducir la presión hospitalaria por otras enfermedades en un momento de máxima ocupación por el SARS-coV-2. “En esta época del año, los hospitales están saturados como consecuencia directa o indirecta de enfermedades como la gripe, y afortunadamente esta vez no es así. Ya tenemos bastante encima”, expresa José Manuel Cisneros, jefe de servicio de enfermedades infecciosas del Hospital Virgen del Rocío.
La caída más espectacular en números absolutos ha sido sin duda en la parotiditis, popularmente conocida como 'paperas' y que traía de cabeza los médicos por un repunte los últimos años, que se vinculó con fallos en las vacunas en los 90. Se inició incluso una campaña de revacunación. Pues bien, si entre enero y septiembre de 2019 se habían confirmado 3.606 casos, en el mismo periodo de 2020 se quedaron en 719. En términos relativos, ha sido muy notable la baja en tosferina: de 370 a 37, o sea, 10 veces menos. Hay que recordar que esta enfermedad fue de máxima preocupación en 2015 en la comunidad autónoma, por la muerte de varios bebés, lo que obligó a la Junta de Andalucía a cambiar los protocolos y garantizar la vacunación de las embarazadas. Se trata de dos enfermedades de contagio por contacto persona a persona, lo que precisamente escasea estos días.
Las consecuencias de reducir los contactos
La declaración de casos de sífilis, una enfermedad de trasmisión sexual de cuyo incremento los últimos años en España había alertado incluso el Instituto Carlos III, se redujo prácticamente a la mitad el pasado año. Hasta septiembre se habían confirmado 365 casos, siendo 615 en el mismo periodo del año anterior. Otra del mismo tipo, la gonorrea, igualmente en ascenso los últimos años por la relajación en las medidas de protección en las relaciones sexuales según los expertos, pasó de 853 casos en los nueve primeros meses de 2019, o sea prácticamente 100 por mes, a 537 en el mismo periodo de 2020. “Es razonable, desde el punto de vista de que se han reducido los contactos sociales, un descenso de las relaciones sexuales y por tanto de estas enfermedades”, explica el también portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc).
También se redujeron las cifras en los principales tipos de hepatitis. Empezando por la hepatitis A: de 133 a 45. Es una enfermedad que se trasmite por agua u objetos contaminados, pero también por ciertas prácticas sexuales que impliquen contacto con heces, e incluso por las manos. Por eso, José Manuel Cisneros la pone como ejemplo, junto a la gastroenteritis, de las dolencias que se han podido ver reducidas “por la mayor higiene de manos que se ha impuesto por el coronavirus”. También se redujo, en su caso a más de la mitad, la hepatitis C, habitualmente la de mayor incidencia cada año y que suele trasmitirse casi siempre por la exposición a sangre contaminada (transfusiones, uso compartido de jeringuillas, tatuajes sin garantías...). La hepatitis B, en cambio, creció ligeramente: de 89 a 109.
El paludismo, una enfermedad de importación desde su erradicación en nuestro país en los 60 y de incidencia relativamente baja, ha experimentado también un descenso, lo que se vincula con la reducción de viajes internacionales a los países y regiones donde es endémica. De este modo, hubo tres veces menos casos en 2020 que en 2019. “Es una enfermedad importada y muy relacionada con los viajeros, por lo que es normal que se haya reducido con la caída de los viajes internacionales”, asevera José Manuel Cisneros.
La neumonía, de rozar los 300 casos, pasó a no llegar a los 200 en el periodo. Mientras, menos significativos fueron los descensos en otras EDO como la tuberculosis, fiebre Q y meningitis meningocócica. Por el contrario, hubo un ligero repunto en legionelosis (de 90 a 119), otra infección pulmonar, pero cuya bacteria exige unas condiciones muy particulares de humedad y temperatura y por eso suele estar relacionada con aparatos de refrigeración y depósitos de agua.
De todas formas, el especialista hace una salvedad y reconoce que “también tiene que ver con el nivel de declaración, que lógicamente ha podido verse afectado durante la pandemia por las restricciones que en las consultas”. Pese a todo, cree que es evidente que sobre todo las que se tramiten por vía respiratoria han descendido. Cita como las más comunes en esta época la gripe y el virus sincitial respiratorio (VSR), que afecta sobre todo a niños pequeños. “En el hemisferio sur ya se vio hace unos meses cómo fue extraordinariamente inferior a la descrita en años previos, y en nuestro país está pasando exactamente igual. Está en mínimos históricos el número de diagnósticos”, continúa José Manuel Cisneros.
El caso de la gripe
Los picos de la gripe suelen producirse entre la segunda semana de enero y la segunda de febrero y los expertos auguran que serán muy bajos, si bien se ha apuntado un factor de distorsión importante en la contabilización precisamente por el coronavirus. Ya lo advirtió el Sistema de Vigilancia de Gripe en España (SVGE) entre febrero y marzo (todavía en la temporada 2019-20209), y cree que la distorsión está afectando también a los datos de la correspondientes a 2020-2021, tanto en centros de salud como en hospitales, lo que “obliga a replantear el sistema” para registrar los casos.
Desde el SVGE reconocen que “la transición entre los sistemas” se plantea en medio de la pandemia, “con la presión que ello supone” tanto para los centros de salud como para los hospitales, y para el personal de vigilancia epidemiológica en las comunidades autónomas. La toma de muestras respiratorias para confirmación de SARS-CoV-2 y gripe se realiza siguiendo diferentes logísticas, dependiendo de la organización sanitaria de cada territorio y de la capacidad del laboratorio. La Consejería de Salud y Familias, de hecho, afirma haber comprado más de 300.000 testeos rápidos que diferencian si es covid o si es gripe y que han empezado a funcionar dentro de los grupos de médicos centinelas, que son los que mandan los datos al SVGE.
Desde la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica explican que todavía no tienen datos “definitivos” del conjunto del país porque hay comunidades autónomas que no los han aportado debido a la actual pandemia, pero Andalucía es una de las que ya ha implementado el nuevo método de medición. Desde este centro indican que, a nivel mundial, a pesar de un aumento en la frecuencia de diagnósticos de gripe en algunos países, “se mantiene en niveles más bajos de lo esperado para esta época del año”. Sin embargo, en el contexto de la pandemia, “los datos de gripe presentados deben interpretarse con cautela, especialmente en términos de patrones estacionales”.
En cualquier caso, los expertos esperan un descenso, debido igualmente a que se han extremado las medidas de higiene, se ha generalizado el uso de la mascarilla, se han reducido los contactos y, sobre todo, se ha extendido la vacunación a más grupos, incluyéndose este año a todos los mayores de 65 años en Andalucía. “El descenso en la gripe ha sido brutal”, agrega Joan March, de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP), quien también apunta que han constatado una importante bajada en casos de varicela. Sobre las enfermedades de transmisión sexual coincide en que “el cambio es lógico por los confinamientos y las dificultades de interacción social existentes”. Ha cambiado nuestro modo de vida y nos afectan menos estas infecciones. Otra cosa, dicen los médicos, será ver cómo se va disparando la tasa de enfermedades mentales relacionadas precisamente con esto.