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El 8M y la “man infestación”
El machismo siempre trata de infestar el 8M con sus críticas y su hostilidad hacia este día y todo lo que significa.
Porque si hay algo pone de manifiesto el 8M, es la fortaleza del feminismo y la transformación de una sociedad que abandona el machismo impuesto para acercarse a la libertad y la Igualdad. Pero al mismo tiempo, en el sentido más estricto de la tercera ley de Newton, también revela la reacción de un machismo acorralado que no sabe qué decir ante la evidencia de su fracaso y la plasmación de su insignificancia, solo suplida por el abuso del poder que ostenta y el uso de la violencia de género.
Veamos las evidencias de esas dos consecuencias.
El éxito del feminismo y la transformación social se refleja en la masiva participación en las distintas manifestaciones que se celebran, y en cada uno de los días que preceden y continúan al 8M, puesto que todos los días del año forman parte de la agenda feminista, y es en cada jornada donde se plasma el resultado de ese cambio social. Es cierto que es una transformación asimétrica protagonizada y liderada por las mujeres, pero también que cada vez hay más hombres en esta revolución de “alta inmensidad”.
Por su parte, la reacción del machismo se refleja en el nerviosismo que adquieren sus miembros y representantes ante la llegada del 8M, y en las críticas que lanzan por su conmemoración. Da igual el argumento empleado, lo importante es criticar su celebración y responsabilizar al feminismo y a las mujeres de algo negativo, para así alimentar el mito de su perversidad y justificar la hostilidad y la violencia contra ellas.
Este año las críticas surgen por la organización de las manifestaciones, a pesar de que se plantean con todas las medidas de seguridad recomendadas, y que no son las únicas concentraciones que se han autorizado durante la pandemia, incluso cuando la situación sanitaria era más grave.
Pero esa sólo es la razón de este año, porque el año pasado la crítica se hizo sobre el hecho de que se celebraran y el intento de responsabilizarlas de la evolución de los contagios, a pesar de que no hay evidencia científica que lo demuestre, y que esos días hubo muchas otras concentraciones de todo tipo: políticas, religiosas, festivas, deportivas, culturales...
Pero esa sólo fue la excusa del año pasado, porque en 2019 se criticó diciendo que las organizaciones que convocaban las manifestaciones sólo representaban a un grupo de mujeres, y que querían imponer su ideología al resto.
Pero esa sólo fue la excusa de ese año, porque en 2018 se criticó por llamar a la huelga y la coacción que suponía para toda la sociedad el paro de las mujeres.
Pero esa sólo fue la excusa de 2018, porque en 2017, y cada año, han recurrido a otros argumentos para criticar al 8M con el objeto de que no haya año sin críticas y ataques.
Es la infestación masculina, la “man infestación del 8M”, porque el machismo también se manifiesta esas fechas al ocupar el espacio y los medios con sus ataques al feminismo y a las mujeres.
Esta reacción machista ante la reivindicación de la Igualdad, demuestra la responsabilidad de los hombres y su cultura en la injusticia social de la desigualdad y toda la violencia que genera. Porque no tiene sentido que ante una realidad tan objetiva e histórica no haya un apoyo unánime para acabar con las consecuencias de una desigualdad que asesina a 60 mujeres de media cada año, que hace que más de la mitad de las mujeres de nuestra sociedad (el 57’3% según la Macroencuesta 2019), haya sufrido algún tipo de violencia de género, que lleva a que las mujeres carezcan de las mismas oportunidades para acceder al mercado laboral, que cuando acceden desarrollen un trabajo más precario y más parcial, y que cuando el trabajo es el mismo permite que cobren menos por las mismas tareas y responsabilidades.
Si ante una reivindicación tan elemental, sencilla y objetiva como la Igualdad y la justicia social no hay un apoyo unánime, significa que quienes no la apoyan son los mismos que están detrás de esta realidad, y buscan que continúe con su desigualdad e injusticia para mantener sus privilegios.
Y esa falta de apoyo tiene “hombres y apellidos” y se llama machismo. Un machismo que infesta la realidad en el doble sentido que recoge el diccionario, cómo presencia para causar daño con hostilidad y violencia, y como invasión a través de la imposición de sus ideas y valores.
Pero sólo debe preocuparnos lo justo, porque el feminismo también es “des-infestante”, tal y como ha demostrado en estos últimos siglos al alejar cada vez más el discurso androcéntrico de las calles y los hogares, y al convertirse en una garantía para la salud democrática y el bienestar de toda la sociedad.
El machismo aún dice aquello tan suyo de “la calle es mía” para que nadie la ocupe, pero hoy el feminismo llena las calles de mujeres e Igualdad, y cada vez de más hombres, con independencia de que los pasos transcurran por las aceras o por el aire. El destino no es la Plaza del Pueblo, sino el pueblo de la plaza. Feliz 8M
El machismo siempre trata de infestar el 8M con sus críticas y su hostilidad hacia este día y todo lo que significa.
Porque si hay algo pone de manifiesto el 8M, es la fortaleza del feminismo y la transformación de una sociedad que abandona el machismo impuesto para acercarse a la libertad y la Igualdad. Pero al mismo tiempo, en el sentido más estricto de la tercera ley de Newton, también revela la reacción de un machismo acorralado que no sabe qué decir ante la evidencia de su fracaso y la plasmación de su insignificancia, solo suplida por el abuso del poder que ostenta y el uso de la violencia de género.