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99 niños muertos

10 de diciembre de 2021 21:29 h

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“Un yihadista asesina a 99 niños en un mercadillo navideño”, “El coronavirus mata a 99 niños”, “El temporal ahoga a 99 niños”. ¿Os imagináis el escándalo de ser ciertos estos titulares falsos? Pues este 2021 acaba con el tétrico balance de 99 niños muertos en nuestras aguas al hundirse sus pateras e hinchables y aquí no pasa nada. Peor aún, el tema harta. Nuestros ojos rehúyen las cifras, los gráficos. Cansados, los lectores de leerlo y los periodistas de insistir. “¡Qué pesada esta columnista con la inmigración!”. “¡Qué pereza repetirlo, si los lectores pasan!”

Nuestro hastío es gravísimo. Síntoma de inhumanidad galopante. La ETA –tan citada en vano por las derechas– mató a 900 personas en cuarenta años. Solo este 2021 han muerto en su ruta a España 1.255 personas, según la Organización Internacional de Migraciones (OIM), cifra que sube a 2.087, según Caminando Fronteras.

Esta semana se han solapado la visita del Papa a Lesbos donde alertó del “naufragio de la civilización” por el maltrato a los migrantes con la noticia de que Frontex expulsa al doble de llegados a Europa que en 2020. Francisco recuerda que se usa a los migrantes “para fomentar el miedo al otro” y hacer “propaganda política.” Pero, como estigmatizar a los migrantes funciona hoy, igual que acusar a los judíos funcionó en los 40, como nutre al fascismo, sea por contagio o con la ingenua pretensión de vencerle copiándole, la corriente mayoritaria en Europa, incluida España, apuesta por la violación institucionalizada de los derechos humanos.

Así, la Fiscalía de Ceuta archiva la causa contra las deportaciones ilegales de niños migrantes, Bruselas propone saltarse las leyes de asilo en Bielorrusia y el presidente francés Macron anuncia como medida estrella de su presidencia rotatoria de la UE blindarnos como una fortaleza contra la migración.

Aunque los datos prueben que a más vallas, más llegadas. Aunque rechazar a los migrantes sea también ilógico en lo económico. En España hace falta para mantener el bienestar, según la ONU, que vengan siete millones de migrantes durante los próximos treinta años.

Relatos extraordinarios dejan impávidos

Pero el tema migrantes aburre y cansa. Justo cuando una audiencia millonaria vive enganchada a la trama de supervivencia extrema de El juego del calamar. ¿Queremos emociones fuertes? ¿Pero fuertes de verdad? Tengamos valor y afrontemos la realidad. Que nos aburran las muertes de migrantes responde a una estrategia: el poder quiere insensibilizarnos.

Frente al relato del miedo, frente a la reducción de vidas a cifras, la prensa, muchos periodistas, tan justamente criticados tantas veces, hoy hacen un gran trabajo. Sacan a la luz historias escalofriantes, prodigiosas de hombres, mujeres y niños que migran, mueren o sobreviven para topar aquí con nuevos atropellos. Son inolvidables la crónica del entierro en Canarias de la bebé maliense Élene Habiba escrita por Guillermo Vega y el viaje aferrado al timón de un carguero del nigeriano de 14 años Prince relatado por María Martín –ambos en El País–, la historia de Abdou, el senegalés de 27 años al que, en Ceuta, abrazó Luna, de Cruz Roja, y que encontró deportado a Marruecos la corresponsal de TVE Ana Jiménez o la terrorífica asfixia de Illias Tahiri, de 18 años, en el centro de menores Tierras de Oria de Almería testimoniada por Javier Ramajo aquí, en eldiario.es.

Por bien que se esté contando –y hay continuos ejemplos, como el documental THE GAME de la alemana Manuela Federl, sobre el juego a vida o muerte de los migrantes en los ignorados Balcanes–, la mayoría social sigue impávida.

Hago un llamamiento, colegas reporteros, asociaciones de la prensa, colegios de periodistas, sindicatos, toda entidad del oficio: ¡Coordinemos cuanto antes, en paralelo a nuestro estricto trabajo, acciones para acabar ya con la masacre de migrantes!

El 83% de iniciativas sobre migración son de PP y Vox

Hay que parar la normalización de este horror. Si Europa abriera campos de tortura, ¿bastaría reportajearlo? ¡Pues la UE paga las cárceles de migrantes en Libia, donde se martiriza y extermina! ¡Periodistas como Ian Urbina ya lo han contado! Reaccionemos:

  • Hago un llamamiento, colegas periodistas, asociaciones de la prensa, colegios de periodistas, sindicatos, reporteros sin fronteras, toda entidad del gremio, coordinemos acciones, paralelas al estricto cumplimiento de nuestro trabajo, para acabar con este holocausto.
  • Clamo a los políticos de izquierda. Es intolerable que, como revela el informe La política del miedo de la Fundación porCausa, el 83% de las iniciativas sobre migración en el Congreso de los Diputados sean de PP y Vox.
  • Lectores, sois gente informada. ¿Permitiréis la masacre un año más? ¿Cuántos? ¿No veis que acostumbrarnos a la violación de derechos humanos es el primer paso para caer en las garras del fascismo?

Si una mayoría se insensibiliza, el fascismo ganará

El fascismo hace pinza para atraparnos. De un lado, juega a careta quitada con Trump en EEUU, Zemmour y Le Pen en Francia, Orban y Morawiecki en Hungría y Polonia, Meloni y Salvini en Italia, Bolsonaro en Brasil, Kast hijo de nazi en Chile, Ventura en Portugal y aquí los neofranquistas de Abascal. Y, de otro, aludiendo a falsos intereses geoestratégicos y económicos, vampiriza a los gobernantes supuestamente razonables. Demócratas de derecha, como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, e izquierda, como el presidente Pedro Sánchez, que consienten la violación de derechos humanos aquí o en países terceros a los que financiamos con nuestros impuestos.

Abierta esa veda, ¿por qué no va a ir Sánchez a El Cairo a blanquear a un dictador como el egipcio Al Sisi que destroza en sus cárceles a miles de críticos, con tal de abrir mercado a nuestras empresas?

El poder nos adiestra en la indiferencia y nos engancha a tecnologías que nos vigilan erotizado con el modelo chino: potencia económica y estado criminal donde el secuestro de la tenista Peng Shuai por denunciar abusos sexuales es punta del iceberg de sufrimiento de tantos defensores de derechos humanos como Chang Weiping.

Si nos dejamos engañar, si caemos en la indiferencia, ¿qué futuro, cada día más cercano, nos espera? Y, si gana el fascismo, ¿solo sufrirán los migrantes y la gente de izquierda? ¿O quedará abolida cualquier disidencia?

“Un yihadista asesina a 99 niños en un mercadillo navideño”, “El coronavirus mata a 99 niños”, “El temporal ahoga a 99 niños”. ¿Os imagináis el escándalo de ser ciertos estos titulares falsos? Pues este 2021 acaba con el tétrico balance de 99 niños muertos en nuestras aguas al hundirse sus pateras e hinchables y aquí no pasa nada. Peor aún, el tema harta. Nuestros ojos rehúyen las cifras, los gráficos. Cansados, los lectores de leerlo y los periodistas de insistir. “¡Qué pesada esta columnista con la inmigración!”. “¡Qué pereza repetirlo, si los lectores pasan!”

Nuestro hastío es gravísimo. Síntoma de inhumanidad galopante. La ETA –tan citada en vano por las derechas– mató a 900 personas en cuarenta años. Solo este 2021 han muerto en su ruta a España 1.255 personas, según la Organización Internacional de Migraciones (OIM), cifra que sube a 2.087, según Caminando Fronteras.