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El que mucho abarca

Por fin, el neófito líder del PP andaluz ha hurgado en la llaga, más concretamente en todas las Cinco Llagas, sede del Parlamento andaluz, al asegurar que la Cámara “luce lo que luce”, que es más bien poco. Y parte de razón lleva Juan Manuel Moreno Bonilla, que todo podría estar mejor iluminado, aunque sinceramente no creo que su presencia vaya a aportar vatios añadidos a tan oscura institución, ya que tras la muy pensada estrategia originada en su agudo intelecto, resulta que tanto él como su plana mayor no ocupan escaño en Parlamento y tienen que seguir las sesiones desde la tribuna de invitados. O desde la tele del bar cuando sus asientos están ocupados por niños de ocho años, que esos sí que tienen luces, dependiendo de con quién los compares.

Por ejemplo, con el propio Juan Manuel, que pidió al Tribunal Constitucional que le aclarase la sentencia por la que su ‘número dos’, Dolores López, debe dejar su silla de Sevilla para ocupar sólo la de Valverde del Camino, ya que una ley aprobada por el Parlamento de Mordor impedía que los alcaldes del PP pudieran iluminar las cabezas de todos los andaluces. Y la aclaración es muy sencilla, querido Manuel, aunque entiendo que sea un proceso mental casi tan complicado como el mecanismo del rabo de una boina. Lo que quiere decir el Tribunal, dando la razón a los malvados rojos del PSOE e IU, es que quien mucho abarca poco aprieta.

Viendo su escasa comprensión del problema me acuerdo de su compañera de partido, la muy popular Sonia Castedo, que también fue diputada valenciana y alcaldesa de una ciudad alicantada hasta el techo, que dijo aquello de ‘Manolete, Manolete, si no sabes torear para qué te metes’.

Por esta misma razón es por la que puedo añadir que la prohibición de compaginar tareas tiene la ventaja añadida de que si un presunto individuo ocupa dos o más puestos puede robar en todos ellos, como bien demuestra la propia Castedo o el caso de las negras tarjetas de alguno de los jetas de Bankia, que lo mismo robaban en Boadilla del Monte, en la Comunidad madrileña o en el Consejo de Caja Madrid. O los también jetas rojetes de los falsos ERES, que metían la mano a la vez en el cajón de su pueblo, en el de la Consejería de Trabajo o directamente en el bolsillo de los parados.

Una persona, un cargo

Y ya puestos a la tarea de poner un poco de luz en las covachuelas del Estado, bien podrían nuestros legisladores y jueces extender la doctrina constitucional de una persona, un voto, a una persona, un cargo, que a lo mejor así se mejoraban las cifras de empleo. Sobre todo en el PP de Granada, donde el presidente de la Diputación, el varias veces excelentísimo y nunca bien ponderado don Sebastián Pérez, simultanea hasta nueve cargos públicos. Y perdonen si fallo en el número, que lo de nueve a lo mejor es inexacto, ya que desde hace un mes no tengo noticias y a estas alturas bien podrían ser 10.

Y no digo yo que Pérez no tenga gran cabezón y ‘estudios’ de Ciencias Políticas -a nivel de usuario- para ejercer de concejal, senador, presidente de Diputación, miembro de tres comisiones senatoriales, presidente del PP granadino, vocal del comité regional y miembro de la directiva nacional. Que si en vez de cursar estudios los hubiera aprovechado, ahora mismo también sería madre superiora nacional de las Carmelitas Descalzas y jefe supremo de los pescadores de la almeja macha motrileña. Menos mal que el hombre es ansioso pero no roba, que se sepa, que si robara tendríamos que cerrar la provincia y anexionarla a Lepe. Si es que nos admiten.

Por fin, el neófito líder del PP andaluz ha hurgado en la llaga, más concretamente en todas las Cinco Llagas, sede del Parlamento andaluz, al asegurar que la Cámara “luce lo que luce”, que es más bien poco. Y parte de razón lleva Juan Manuel Moreno Bonilla, que todo podría estar mejor iluminado, aunque sinceramente no creo que su presencia vaya a aportar vatios añadidos a tan oscura institución, ya que tras la muy pensada estrategia originada en su agudo intelecto, resulta que tanto él como su plana mayor no ocupan escaño en Parlamento y tienen que seguir las sesiones desde la tribuna de invitados. O desde la tele del bar cuando sus asientos están ocupados por niños de ocho años, que esos sí que tienen luces, dependiendo de con quién los compares.

Por ejemplo, con el propio Juan Manuel, que pidió al Tribunal Constitucional que le aclarase la sentencia por la que su ‘número dos’, Dolores López, debe dejar su silla de Sevilla para ocupar sólo la de Valverde del Camino, ya que una ley aprobada por el Parlamento de Mordor impedía que los alcaldes del PP pudieran iluminar las cabezas de todos los andaluces. Y la aclaración es muy sencilla, querido Manuel, aunque entiendo que sea un proceso mental casi tan complicado como el mecanismo del rabo de una boina. Lo que quiere decir el Tribunal, dando la razón a los malvados rojos del PSOE e IU, es que quien mucho abarca poco aprieta.