Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar
Abengoa vende los muebles
En aquellos gloriosos días de poder y diversión, en los que subidos a la cima de la colina todo les parecía posible, a la pareja de privilegiados empresarios Javier Benjumea Puigcerver y Carlos Sundheim Díaz Trechuelo los servicios secretos británicos los bautizaron como Brandy and Soda. Una argucia para enmascarar la identidad de los negociadores que en nombre de Franco intentaban recuperar el control de las minas de Riotinto, entonces en manos británicas, lo que era considerado como una vergonzosa afrenta por el régimen.
Hoy, sábado 10 de octubre de 2015, en medio de algo tan español como el 'Puente del Pilar', sus descendientes Felipe Benjumea Llorente y Carlos Sundheim Losada han sido despojados de la sociedad con la que sus progenitores construyeron una de las escasas historias españolas de éxito empresarial internacional durante el pasado siglo, Abengoa.
A ambos, sus bancos acreedores (HSBC, Santander y Credit Agricole) los han obligado a abandonar el Consejo de Administración de la compañía. Y por si fuera poco, al resto de representantes en él de las familias fundadoras les limitan su capacidad de decisión en el Consejo a un máximo del 40%, aunque su participación en el capital de la empresa pueda ser mayor.
En definitiva los herederos de primera generación han perdido el control del próspero negocio que fundaran sus padres. Y ello, a pesar de que el acuerdo les obliga devolver a la caja de la empresa 120 millones de euros antes de salir y cerrar la puerta.
Si dura es la realidad para las familias fundadoras, incluidos también los Abaurre, más dura es aún la caída de Abengoa para la sociedad andaluza, que contaba con ella como única representante de la región en el Ibex 35. Y no sólo porque el acuerdo de toma de control de la compañía por sus acreedores implica una suspensión del pago de dividendos a sus muchos accionistas andaluces, que además han visto empobrecerse significativamente sus patrimonios por la gigantesca pérdida de valor nominal y real de sus acciones.
Es un desastre porque el acuerdo incluye un acelerado “programa de desinversiones” hasta el 2016, para obtener 1.200 millones de euros con los que adelantar el pago de su deuda con los bancos. Es decir, los nuevos gestores de Abengoa han recibido la orden de trocear la compañía y vender cada parte al mejor postor para obtener dinero rápido con el que pagar a los bancos, que son los que ahora controlan el Consejo.
O, en palabras que todo el mundo entiende, Abengoa, el buque insignia empresarial andaluz, vende sus muebles. En la foto, el 18 de octubre de 2013, el ya extodopoderoso expresidente y exconsejero de Abengoa, Felipe Benjumea, tocaba la campana de la salida a la bolsa tecnológica de Nueva York de la única multinacional andaluza. Dos años después sale por la puerta dejando a Abengoa en un largo y oscuro túnel de incierta salida.