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Consideraciones para entender la agricultura del futuro

19 de marzo de 2022 22:36 h

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Uno de los grandes retos a los que se enfrenta la sociedad en los próximos diez años es, sin duda, construir un futuro sostenible. Porque la sostenibilidad bien entendida implica la satisfacción de las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas, garantizando el equilibrio entre crecimiento económico, cuidado del medio ambiente y bienestar social. En este sentido, el sector agroalimentario constituye uno de los sectores que más puede contribuir al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas en el ámbito de la sostenibilidad.

Según las previsiones de las Naciones Unidas se espera que la población mundial aumente en 2.000 millones de personas en los próximos 30 años, pasando de los 7.700 millones actuales a los 9.700 millones en 2050, pudiendo llegar a un pico de cerca de 11.000 millones para 2100. De esta forma, la demanda de producción de alimentos en los próximos años será muy importante y se deberá garantizar un equilibrio entre cubrir las necesidades alimenticias de la población sin sacrificar ciertos aspectos críticos para nuestro planeta.

Las actividades agropecuarias irrumpen con cada vez más frecuencia en el debate social, económico y político. El sector afronta importantes desafíos que condicionan nuestros hábitos de alimentación, nuestra relación con el entorno y con el medio ambiente.

En los próximos años, viviremos una transformación radical de la producción, incluso mayor que la que supuso el cambio de la mula al tractor

En un contexto de oportunidad, con una demanda de alimentos que se estima que se incremente en un cincuenta por ciento, encontramos también importantes desafíos entre los que destaca la presión de costes de producción que no cesa. A esto se le suma la dificultad de encontrar mano de obra cualificada, la exposición a condiciones extremas derivadas del cambio climático, o la necesidad de asumir regulaciones medioambientales, sanitarias, y de bienestar animal.

La situación conduce necesariamente a una reconversión impulsada por la tecnología como palanca de cambio. En los próximos años, viviremos una transformación radical de la producción, incluso mayor que la que supuso el cambio de la mula al tractor. Los fondos europeos de transformación se ven con esperanza para asumir estos cambios con garantías.

La pandemia, la guerra de Ucrania, la sequía se han unido a la transformación innovadora y técnica que ya estaba viviendo el sector para crear una situación en la que resulta necesario debatir y reflexionar sobre una actividad que es determinante para cualquier sociedad.

Uno de los principales desafíos de la agricultura del futuro es lograr una producción sostenible y respetuosa con el entorno. Algunas explotaciones no solo son perjudiciales para el medio ambiente y ponen en riesgo los recursos naturales, sino que además no garantizan la calidad de los productos. Por ello, es necesario un consenso que permita una producción sostenible y eficiente en todo el planeta.

Durante el confinamiento, los ciudadanos se decidieron a comer mejor al hacerlo en casa. Una situación que sin duda ofrece oportunidades al sector, siempre y cuando se sepan aprovechar

En línea con el reto de la sostenibilidad, los productos y su manera de explotarlos han de ser respetuosos con el medio ambiente. Además, en los últimos años, la innovación está permitiendo que exista una mayor oferta de productos, que ofrecen más posibilidades para el sector que los procedimientos tradicionales. Los estándares de calidad también están repercutiendo en el sector, aumentando su competitividad.

Las tendencias de los consumidores han cambiado sustancialmente, una evolución que se ha visto incrementada por la situación de confinamiento. En nuestro país, provocó que la sociedad apostara por productos de una mayor calidad, sostenibles y de proximidad. De hecho, el importe de la cesta de la compra ha aumentado ya que, en muchos casos, los ciudadanos se decidieron a comer mejor al hacerlo en casa. Una situación que sin duda ofrece oportunidades al sector, siempre y cuando se sepan aprovechar.

Todo este nuevo escenario es incompresible sin un esfuerzo considerable en innovación, que se traduzca no solo en nuevas propuestas de productos para el mercado, sino también en una reinvención de los procedimientos y de los modos de trabajar los recursos naturales.

Muy en línea con la innovación se encuentra una gran transformación que el sector agrícola tiene pendiente: la digitalización. Las nuevas tecnologías ofrecen todo un abanico de herramientas para hacer que las explotaciones no solo sean más eficientes, sino también sostenibles. Tecnologías como el blockchain, la Inteligencia Artificial y big data ofrecen incontables posibilidades para cualquier empresa del sector, independientemente de su actividad y tamaño.

En busca de profesionales agrícolas

Y para que todo ello funcione, es necesario contar con el mejor talento. La crisis sanitaria y el contexto bélico están provocando que muchas empresas tengan dificultades para lograr hacerse con profesionales agrícolas. Una situación que evidencia lo importante que es el empleo en un sector imprescindible para la supervivencia de cualquier sociedad. Además, el empleo de las nuevas tecnologías supone que las empresas del sector comiencen a demandar, de manera creciente, habilidades y competencias digitales en los profesionales que precise.

Cómo no, para que todos estos retos sean una posibilidad material, es necesario que los nuevos trabajadores, jóvenes, se vean interesados por este sector. Pero ya no solo va a ser necesaria mano de obra sin cualificación. Teniendo en cuenta la inminente innovación, será necesario también que esos jóvenes sean aptos para trabajar con nuevas tecnologías emergentes y, para esto, se destierra el mito de que en el campo únicamente trabajan personas sin estudios, pues se requerirá de formación para poder desempeñar las labores agrícolas con mayor productividad.

La biotecnología permitirá revitalizar regiones extremas muy poco aptas para la producción y en general deprimidas económicamente. El desarrollo de resistencias a situaciones como el estrés hídrico o la salinidad puede representar oportunidades de crecimiento en zonas del planeta hoy muy castigadas.

Podrá desaparecer internet y seguiríamos funcionando, pero si desaparecen la agricultura y la ganadería, no tendríamos futuro

También generará oportunidades en el incremento de la calidad de los alimentos, en su valor nutricional, así como en modelos de producción más sostenible que sustituyen el tratamiento por resistencias congénitas.

La intervención sobre la evolución de las especies es algo que se viene haciendo desde hace decenios y que se acelerará con la generalización de nuevas herramientas de edición genética como CRISPR.

Debemos poner el acento en preservar la biodiversidad sin tener que renunciar al progreso económico y social; buscando modelos de sostenibilidad ambiental y social que sean rentables y que consigan la cohesión de la población y su estabilidad.

Podrá desaparecer internet y seguiríamos funcionando, pero si desaparecen la agricultura y la ganadería, no tendríamos futuro.

Uno de los grandes retos a los que se enfrenta la sociedad en los próximos diez años es, sin duda, construir un futuro sostenible. Porque la sostenibilidad bien entendida implica la satisfacción de las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas, garantizando el equilibrio entre crecimiento económico, cuidado del medio ambiente y bienestar social. En este sentido, el sector agroalimentario constituye uno de los sectores que más puede contribuir al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas en el ámbito de la sostenibilidad.

Según las previsiones de las Naciones Unidas se espera que la población mundial aumente en 2.000 millones de personas en los próximos 30 años, pasando de los 7.700 millones actuales a los 9.700 millones en 2050, pudiendo llegar a un pico de cerca de 11.000 millones para 2100. De esta forma, la demanda de producción de alimentos en los próximos años será muy importante y se deberá garantizar un equilibrio entre cubrir las necesidades alimenticias de la población sin sacrificar ciertos aspectos críticos para nuestro planeta.