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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

A por agua y a ver al Papa

31 de marzo de 2024 20:58 h

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Comprendo la perplejidad de los creyentes y de los que además son cofrades. Sin coordinación, unos rezaban y pedían agua, otros que no, otros que otro día pero, al final, ha sido que sí, ha llovido y tela. No creo que Dios no supiera lo que venía bien porque para eso es Dios; lo cierto es que ha hecho caso a sus intermediarios más destacados. Habrá acabado este año perplejo también, si es que los dioses tienen esos pesares: empezó pronto el lío entre salustianos menores, muy activos, y el gran Salustiano. Decisión difícil, sabe porque es omnisciente que los que sacan en parihuelas a su hijo y piropean a su madre están quejosos llorando por las esquinas sin consuelo.

Los damnificados se lamentan y ya preparan algo porque no están dispuestos a esperar un año; algunos han protestado airadamente, unos tirando pétalos al viento, otros abucheando, pitando y hasta abandonando a las hermandades que no se adornan con meneitos y con música. Así y todo, el público local que no se ha ido, más el forastero que ha venido -que dice que ha pagado y ha aprendido a respirar en la bulla- se han tirado a la calle a barzonear. 

Los hermanos mayores más intrépidos han pedido perdón, tomaron decisiones en su turno urgidos por sus lombrices, presos del exhibicionismo, el narcisismo y lo trivial que poco tiene que ver con la penitencia exigida y con una seriedad que conmovía a los ateos y descreídos más rígidos. La Semana Santa que nos hemos perdido daba, sin embargo, señales preocupantes de botellona y aires rocieros, un año queda para reflexionar.

En Madrid mandará poco pero en el Vaticano ha triunfado. El Papa ha aceptado su encargo, como los indios de las praderas, su danza de la lluvia ante Manitú ha surtido efecto

El gremio hostelero se queja, y el hotelero, los poderes fácticos, están descreídos de un Dios que los ha abandonado y preferido que llueva pa rato con un mensaje que parece decir que ahorremos y no despilfarremos.  

La guía de procesiones preparada no ha servido apenas, han fluido otros torrentes y torrenteras, chicotás celestiales de aguas y vida. La Viñuela, Hurones, Ubrique, Sotiel-Olivargas, Cascada de La Cimbarra, el Agrio, Gergal, la Cabeza del Tejo, Guadiamar, Aracena, breve recuento procesional con marchas de gloria.

En fin, que moderado Bonilla ha triunfado. En Madrid mandará poco pero en el Vaticano ha triunfado. El Papa ha aceptado su encargo, como los indios de las praderas, su danza de la lluvia ante Manitú ha surtido efecto, cuando ni el cielo ni la Nasa nos pronosticaban más que sequía. Moreno Bonilla se la jugaba. Tenía que llenar piscinas y acuíferos para el regadío clientelar, mantener campos de golf. Tenía que llover.

En tiempos pasados se iba a Zahara a por atún y a ver al duque, de Medina Sidonia por supuesto, el Papa de La Janda, el verdadero baranda de Andalucía, sin imitación posible

Nos puso en antecedentes su portavoz. A eso iba a Roma Moreno, a pedir al Papa rojo que hiciera de intermediario ante el que fuere, pero agua. Ahora que ha visto los efectos positivos de su plegaria quizá repita para pedir un nuevo sistema de financiación, unos buenos presupuestos para Andalucía, que se acabe el paro, haya trabajo, escuelas gratis, medicina y hospitales, que la alegría nunca nos falte, que vuelvan pronto los emigrantes, haya cultura y prosperidad. 

Pero ahora se va a tener que explicar, sobre todo en Málaga, que se ha arruinado el turismo en la costa -destaca la prensa amiga- que las tormentas han arruinado playas que no estarán listas para la campaña estival, chiringuitos arrasados, muchos construidos de manera ilegal. Que no se olvide la cartera. 

En Andalucía no es que se repitan las historias, que sí. Es que, además, riman que diría Mark Twain. En tiempos pasados se iba a Zahara a por atún y a ver al duque, de Medina Sidonia por supuesto, el Papa de La Janda, el verdadero baranda de Andalucía, sin imitación posible.

Comprendo la perplejidad de los creyentes y de los que además son cofrades. Sin coordinación, unos rezaban y pedían agua, otros que no, otros que otro día pero, al final, ha sido que sí, ha llovido y tela. No creo que Dios no supiera lo que venía bien porque para eso es Dios; lo cierto es que ha hecho caso a sus intermediarios más destacados. Habrá acabado este año perplejo también, si es que los dioses tienen esos pesares: empezó pronto el lío entre salustianos menores, muy activos, y el gran Salustiano. Decisión difícil, sabe porque es omnisciente que los que sacan en parihuelas a su hijo y piropean a su madre están quejosos llorando por las esquinas sin consuelo.

Los damnificados se lamentan y ya preparan algo porque no están dispuestos a esperar un año; algunos han protestado airadamente, unos tirando pétalos al viento, otros abucheando, pitando y hasta abandonando a las hermandades que no se adornan con meneitos y con música. Así y todo, el público local que no se ha ido, más el forastero que ha venido -que dice que ha pagado y ha aprendido a respirar en la bulla- se han tirado a la calle a barzonear.