Andalucía Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
La guerra entre PSOE y PP bloquea el acuerdo entre el Gobierno y las comunidades
Un año en derrocar a Al Asad: el líder del asalto militar sirio detalla la operación
Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

¡Ay Felipe de mi vida!

Si el maestro Chapí levantara la cabeza y oteara el paisanaje político-social que nos rodea, muy probablemente los protagonistas de su celebérrima “Revoltosa”, tendrían un perfil distinto a los descritos en el libreto de Fernández Shaw y López Silva. A tenor de lo escuchado en las últimas horas, el archipopular “Felipe de mi vida”, podría ser el dirigido al expresidente del Gobierno, que el domingo dejó a cuadros al personal, al mostrarse partidario de esa gran coalición PP-PSOE, puesta en juego por el candidato Cañete y rematada a puerta por “El Niño de Suresnes”.

Andaba aún el patio socialista intentando recuperarse de la impresión producida por su candidata Elena Valenciano y sus “éxtasis” místico-revolucionarios, con Dios y el Che Guevara como miembros de su trinidad particular, cuando la tercera deidad del uno y trino de doña Elena se hizo carne mortal y habitó entre nosotros para propinar una puñalada trapera a las cada vez menos ilusiones del socialismo patrio, que ya no sabe a qué advocación encomendarse para detener la autohemorragia que provocan sus propios líderes.

Sin poner en duda los servicios prestados al país y a su partido, su brillante inteligencia y su papel de hombre de Estado, la derrota (marinera) en que desde hace tiempo se ha instalado el que fuera máximo referente del socialismo español, le está haciendo irreconocible para muchas de las personas de su generación en general y del PSOE en particular. Felipe González está pasando de ser un “jarrón chino”, como él mismo se definió, a una gota malaya para su partido que no tiene las cuadernas muy preparadas para resisitir los embates de las marejadas que últimamente provoca el sevillano.

“¿Por qué de mis ojos los tuyos retiras? ¿Por qué de este modo te fijas en mi? ¿Por qué de mi lado tan pronto te fuiste?”. Esas preguntas que azorado se hace el Felipe de la Revoltosa, también podría hacérselas el Felipe del PSOE, ante las reacciones que, entre propios y extraños, están causando sus declaraciones a Ana Pastor sobre la “Grossen Koalictionen” del Mariscal de Campo Cañete.

Se pregunta, un tanto desnortado el personal, si la coalición natural del PSOE no debería ser, primero y sobre todo, con formaciones políticas de la izquierda, antes de con la derecha más ultramontana que haya conocido este país en Democracia.

Mucha tendría que ser la emergencia nacional para que un partido teóricamente de izquierda acordara una coalición con una formación cuyo Gobierno ha destruido un millón de puestos de trabajo con su reforma laboral; deja medio millón más de parados de los que “heredó” hace dos años y medio; lleva la contratación temporal al 90 por ciento y hunde los salarios casi un 10 por ciento. Eso por no hablar de la liquidación de la dependencia y de las cornadas casi mortales propinadas a la educación y sanidad públicas, al sistema de pensiones, a la libertad de la mujer y a los derechos y libertades de la ciudadanía.

Es cierto, pensarán ustedes, que tanto Rubalcaba como la candidata Valenciano se han manifestado contrarios a lo dicho por el expresidente, aunque dado el “arrollador” liderazgo que detenta el secretario general y su candidata, quien más quien menos en el PSOE se tiente la ropa ante lo que pueda llegar a ver.

No estaría de más, que tanto el PP como el PSOE definieran cuál es la situación en la que ellos entienden que sería aconsejable esa situación, porque la última vez que unos y otros se pusieron de acuerdo fue para la infame reforma constitucional por la que se incluyó en la carta magn, el límite al déficit público que está provocando sangre, sudor y lágrimas entre el personal.

Ante todo lo anterior, parece que el popular solo de La Revoltosa, lleva camino de convertirse en coro monumental: el de la mayoría de un país declamando aquello de, “Ay Felipe de mi vida. Ay Cañete de mi alma”

Si el maestro Chapí levantara la cabeza y oteara el paisanaje político-social que nos rodea, muy probablemente los protagonistas de su celebérrima “Revoltosa”, tendrían un perfil distinto a los descritos en el libreto de Fernández Shaw y López Silva. A tenor de lo escuchado en las últimas horas, el archipopular “Felipe de mi vida”, podría ser el dirigido al expresidente del Gobierno, que el domingo dejó a cuadros al personal, al mostrarse partidario de esa gran coalición PP-PSOE, puesta en juego por el candidato Cañete y rematada a puerta por “El Niño de Suresnes”.

Andaba aún el patio socialista intentando recuperarse de la impresión producida por su candidata Elena Valenciano y sus “éxtasis” místico-revolucionarios, con Dios y el Che Guevara como miembros de su trinidad particular, cuando la tercera deidad del uno y trino de doña Elena se hizo carne mortal y habitó entre nosotros para propinar una puñalada trapera a las cada vez menos ilusiones del socialismo patrio, que ya no sabe a qué advocación encomendarse para detener la autohemorragia que provocan sus propios líderes.