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El canguro de Génova
Hay quien cree que la política es un zoológico y no le faltan razones, al fin y al cabo no dejamos de ser monos, dicen que sapiens. Había escuchado decir a un ilustre analista político que la extrema derecha se había tragado al PP y me vino a la cabeza la noticia de que a una anaconda capturada en la selva le habían extraído de su interior una vaca entera que la bicha había engullido; no me lo creo, más bien parece una leyenda rural de la Amazonía pero, en cualquier caso, es demasiado escatológica la imagen.
Así llegué a la teoría del carácter marsupial de la derecha española. La imagen es la de un gran canguro en cuya bolsa marsupial se amamantaba Santiago Abascal. No era muy descabellada la metáfora zoopolítica, es obvio y reconocido que la actual formación de extrema derecha se amamantó y creció con mimo durante su adolescencia en el PP.
Hasta ahí esto le puede pasar a cualquiera. En todos los partidos políticos surgen escisiones por razones ideológicas o de puro fulanismo, en el caso más frecuente de la izquierda, pero lo raro aquí, tratándose del primer grupo, es que el partido matriz, el PP, se está uniendo al campo ideológico de su escindido. Es como si no hubieran sido capaces antes, tuvieran el temor de involucionar por sí mismos y ahora vieran la oportunidad, o como si el PP que hemos conocido hasta ahora fuera una farsa.
Tan es así que ahora es Alberto Núñez Feijóo el que parece estar amamantado en las glándulas mamarias del político vasco ¿Es una evolución natural? Diría que no, aunque sabemos que en sus orígenes el PP se construyó sobre los rescoldos del franquismo y no creo que nadie se enoje si se afirma que el franquismo era de extrema derecha.
El PP es un partido que quiere gobernar España, echando a Pedro Sánchez para poder consensuar, y que solo pinta monas en las dos comunidades más definitorias desde el punto de vista político y económico
Los marsupiales apenas van a ser relevantes en Catalunya pero pronto vendrán las elecciones europeas y no es lo mejor para la democracia que el PP se una a las extremas derechas europeas que, entre otras cosas, tampoco son europeístas. Podría ser que en Catalunya tan solo hayan podido optar al disputado y solo espacio político disponible, el de la reacción, pero qué decepción para el integrismo español. En vez de ir a Catalunya a por ellos, a por los independentistas, los partidarios de la amnistía disgregadora de España, han dejado solos a los jueces, han ido a por los suyos y lo suyo y eso por un puñado de votos, para seguir siendo irrelevantes, como en Euskadi. Un partido que quiere gobernar España, echando a Pedro Sánchez para poder consensuar, y que solo pinta monas en las dos comunidades más definitorias desde el punto de vista político y económico.
Feijóo y los suyos y suyas se vienen comportando últimamente de un ultraderechismo subido. Compitiendo en racismo y en sionismo. ¿Va a sostener también Borja Sémper, como ha hecho con los estudiantes universitarios, que apoyar a Palestina y condenar el genocidio es ser aliado del terrorismo de Hamás? Me imagino la cara de estupor del también político vasco y dirigente popular, si viera a todo un rey constitucional europeo, el de Dinamarca, enarbolar la bandera palestina desde su balcón como un terrorista de Hamás más.
Tal vez sean los últimos cartuchos de un ultramontano y desesperado Feijóo, Catalunya y luego Europa, antes ETA en Euskadi, pero la sensación es que casi todo se le va de las manos. Ahora que termino, con la situación del PP y la extrema derecha en España, también me vienen a la cabeza las muñecas rusas, las matrioskas.
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