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Yo sería corrupto si pudiera
Les voy a a contar dos escenas a las que he asistido esta misma semana y que a nadie les sonarán muy extrañas.
En la primera, al comprar un producto simple en una tienda normal, se me exige un precio distinto, superior, al inicial al decir que necesito factura. En la segunda, un señor proclama en la puerta del colegio de mi hijo que él no tiene estudios y que, de haberlos tenido, hubiera sido político para poder robar todo lo que pudiera. Él y su interlocutor concluyen que todos los políticos son unos ladrones.
Es evidente que la corrupción es uno de los mayores males de la vida política en España y ocupa uno de los primeros lugares entre las preocupaciones de nuestros conciudadanos. Hace un par de días leíamos en eldiario.es el informe del CIS en el que se afirma que ya es la segunda preocupación de los españoles y que refleja una subida de 8,3 puntos en un mes hasta alcanzar el 47,5 por ciento de menciones en la encuesta. Mientras escribo estas líneas, leo noticias de hoy mismo sobre corrupción en ayuntamientos como Getafe (Madrid), La Algaba (Sevilla), La Muela (Zaragoza); en personas muy cercanas a la corona en el caso Noos y a la misma corona, tanto el rey como la reina actuales, arropando a uno de los usuarios de las tarjetas blacks y presunto financiador ilegal del PP como desvela en exclusiva eldiario.es.
También, cómo no, en partidos políticos como el PP, sobre todo con el PP, hoy con Ignacio González y su ático, con Esperanza Aguirre y su fundación Arpegio o con declaraciones de Bárcenas diciendo lo que todos sospechamos: que no se formatea un ordenador 35 veces por temor a que estén guardadas en él las puntuaciones del buscaminas, sino, más bien, que dicho partido ha concurrido a muchas elecciones contando con un presupuesto mayor del declarado y conseguido por medios ilícitos, lo que en medios deportivos sería dar positivo en el control anti-doping. Todo lo anterior por limitarme al ámbito político, ya que también nos encontramos noticias similares en empresarios, en el deporte, como la Federación Española de Fútbol y un largo etcétera. Repito: estas son solo algunas de las noticias que encuentro hoy mismo, mientras escribo estas líneas.
Por otra parte, todos los partidos prometen luchar contra la corrupción y sospecho que los ciudadanos, en general, no se creen sus promesas porque, como decían los señores a la puerta del colegio de mi hijo, no solo todos los políticos son unos sinvergüenzas, sino que de tener ellos la oportunidad de ser político no tratarían de combatir contra la corrupción, sino aprovecharse de ella para enriquecerse. Criticamos a los políticos, pero en nuestro día a día tratamos de evitar pagar el IVA o cualquier otro impuesto que redunde en el bien común. Se me puede decir que se intenta evitar dichas obligaciones porque no nos fiamos de los gestores de esos bienes públicos, y puede que sea verdad, pero no deja de rondarme por la cabeza que igual el problema es mucho más profundo, que por educación, o mala educación más bien, somos reacios a respetar el bien común y si tenemos que administrarlo tendemos a pensar que es nuestro y actuamos como tal, aunque ocultándolo un poco para que los que pagan no se den cuenta fácilmente que se les roba.
Pienso, que por educación, o mala educación más bien, creemos que el pícaro es un tipo sagaz que merece nuestra aprobación siempre que no se le vean sus trampas. Y así, mientras que no cambiemos esta forma de pensar, hasta que no aceptemos el valor del bien común, mientras no dejemos de protestar por el comportamiento de los políticos a la vez que solicitamos que no nos cobren el IVA, será muy difícil que el problema de la corrupción desaparezca de nuestro horizonte. Y así nos va.