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La diferencia de precio entre origen y destino: un reto para los productores

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La inmensa mayoría de los consumidores se preguntan en muchas ocasiones los motivos por los que los agricultores y ganaderos repiten de forma constante la petición de precios justos para sus productos, así como evitar que tengan que vender sus productos por debajo de los costes de producción, lo que pone en peligro la pervivencia de la propia explotación.

Las leyes del mercado, de la oferta y la demanda, se tornan injustas cuando el eslabón más débil, los productores, no puede rentabilizar su trabajo dignamente. Es necesario un reequilibrio de justicia sin romper esas leyes de mercado. No es jurídicamente fácil aportar claridad y no sobrepasar los límites legales que marcan las normas internacionales y europeas.

La Ley de la Cadena Alimentaria trata de fortalecer la posición negociadora de agricultores y ganaderos, incorporando al derecho español la Directiva sobre prácticas comerciales desleales en el sector agroalimentario para reequilibrar la cadena y promover la transparencia en la formación de precios.

Después nos encontramos con la triste realidad, y los productos agrícolas se encarecen desde que salen del campo hasta que llegan a la mesa de los hogares por las compraventas que van haciendo los distintos eslabones a lo largo de la cadena alimentaria (intermediarios, envasadores, distribuidores…). Sin embargo, en los últimos tiempos esa diferencia de precio entre origen y destino se ha ido haciendo cada vez más grande.

El precio de los alimentos se incrementó un 284% desde el campo a la mesa en septiembre, con una subida más pronunciada en los productos agrícolas (frutas y hortalizas)

El precio de los alimentos se incrementó un 284% desde el campo a la mesa en septiembre, con una subida más pronunciada en los productos agrícolas (frutas y hortalizas), en los que el diferencial se dispara hasta el 300% frente al 194% de los de origen ganadero (carne, huevos y leche, básicamente).

La diferencia entre el precio en origen y destino se modera ligeramente en el último mes –en agosto alcanzó el 316%- y marca el segundo mínimo del último año, en concreto desde el 276% de subida registrado en octubre de 2023. La tendencia anual, no obstante, se mantiene al alza, situación que se mantiene desde la recuperación de la pandemia, durante la que los precios en el campo crecieron por encima de los de la venta al consumidor.

La pandemia provocó esa distorsión puntual, que se prolongó hasta 2022, tras el que volvió a crecer el margen de la distribución, que llega hasta la actualidad.

El sindicato agrario COAG publica mensualmente el listado de más de una treintena de alimentos en función de los datos que facilitan productores y los de venta en destino publicados por el Ministerio de Agricultura, para realizar así un seguimiento de la evolución de los precios que perciben los agricultores y ganaderos, de un lado, y los que pagan los consumidores, de otro. El consumidor pagó en septiembre cerca de cuatro veces más que lo percibido por los productores, diferencia que se traduce en unos 50 euros de media entre los 35 alimentos analizados (53,5 euros más en los agrícolas y 43,4 en los de origen ganadero).

Dentro de los alimentos de origen agrícola, la palma de septiembre, en línea con la evolución registrada desde enero de este año, es para las frutas, por la que los consumidores pagan un 350% más de media que su precio en origen, diferencia que se reduce hasta el 262% en las hortícolas.

Revisar la cadena de valor permitiría garantizar precios justos tanto para los agricultores como para los consumidores. Los productores y los consumidores son las víctimas de esta manipulación

Este aumento en la diferencia entre origen y destino supone un gran reto para los productores, que ven cómo sus márgenes se reducen, mientras que los consumidores afrontan precios más altos. Revisar la cadena de valor permitiría garantizar precios justos tanto para los agricultores como para los consumidores.

En este contexto los productores y los consumidores son las víctimas de esta manipulación, confiemos en que los márgenes y los precios se estabilicen en la recta final del año por el temor de la gran distribución a que no entren productos importados, otro elemento de distorsión que aprovechan para presionar a los productores nacionales, que en el actual escenario de conflictos bélicos internacionales, son los únicos que pueden garantizarles el abastecimiento.

Creo sin duda que los precios deben ser más justos para asegurar la viabilidad de las explotaciones agrarias y de la economía del medio rural y por ello la cadena de valor debe conformarse de abajo a arriba. El precio ya no puede ser ajeno al coste de producción, lo que supone un reparto justo del valor generado a lo largo de la cadena alimentaria. La firma de contratos para las relaciones comerciales de productos agroalimentarios es fundamental: aumenta la seguridad jurídica y facilita la planificación empresarial, la competencia y el buen funcionamiento del sector.

Sin duda apuesto por avanzar en la defensa de un medio rural vivo, pero además sostenible social, económica y medioambientalmente.

La inmensa mayoría de los consumidores se preguntan en muchas ocasiones los motivos por los que los agricultores y ganaderos repiten de forma constante la petición de precios justos para sus productos, así como evitar que tengan que vender sus productos por debajo de los costes de producción, lo que pone en peligro la pervivencia de la propia explotación.

Las leyes del mercado, de la oferta y la demanda, se tornan injustas cuando el eslabón más débil, los productores, no puede rentabilizar su trabajo dignamente. Es necesario un reequilibrio de justicia sin romper esas leyes de mercado. No es jurídicamente fácil aportar claridad y no sobrepasar los límites legales que marcan las normas internacionales y europeas.