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El difícil día después
Cuando el lunes 23 de marzo, con la primavera recién estrenada, sean oficiales los resultados electorales de la cita con las urnas que los andaluces habremos consumado el día anterior, podríamos encontrarnos con la paradoja de que la inestabilidad que Susana Díaz ha argumentado para adelantar las elecciones sea una minucia al lado de la que le puede tocar administrar para gobernar los próximos cuatro años.
Todas las encuestas conocidas hasta la fecha descartan la mayoría absoluta que convertiría a la Presidenta en la más rutilante estrella del fimamento socialista en el futuro más inmediato. Sí que los sondeos hechos públicos por La Sexta, El Mundo y ABC coinciden en concederle la mayoría con una distancia entre el 3,7 y el 4,5 por ciento con el PP, entre un 21 y un 23 por ciento con Podemos, que en su primera cita electoral del año irrumpiría en Andalucía con menos fuerza de lo esperado por sus fieles y entre 24 y 26 puntos con sus, hasta hace una semana, socios de Gobierno de IU.
Un Parlamento en el que los socialistas conseguirán entre 43 y 46 escaños, frente a los 47 actuales, lo que supone que la victoria de Susana Diaz, podría tener el sabor agridulce de producirse con los peores resultados de la historia del PSOE-A, con apenas el 35 por ciento de los votos, cuatro puntos menos que los conseguidos en 2012. Claro que el descalabro del PP, es todavía mayor y de rozar la mayoría absoluta hace tres años con más del 40 por ciento de los votos, Juanma Moreno y Rajoy, se dejarían en el camino más de diez puntos y entre ocho y once diputados, pasando de los 50 actuales, a los 39-42 que podrían cosechar dentro de dos meses. Teniendo en cuenta que IU parece que podrá minimizar daños en Andalucía , perdiendo solo tres puntos y consiguiendo el 8,2 por ciento de los sufragios y entre cinco y siete escaños, parece que los parlamentarios que perderán PSOE, PP e IU, irán automáticamente a Podemos, que con entre 15 y 17 diputados, se colocarían como la tercera fuerza política andaluza cosechando entre el 13 y el 15 por ciento de los votos.
Con ese puzzle en el Hospital de las Cinco Llagas, la estabilidad de los próximos cuatro años puede ser misión imposible. Si tenemos en cuenta que de cumplirse el mejor escenario demoscópico, la suma de escaños del PSOE e IU no alcanzarían los 55 en que se sitúa la mayoría absoluta y que parece muy improbable que Susana Díaz proponga a Podemos como compañero de baile, nos encontraríamos con un parlamento ingobernable, salvo que el tan denostado pacto PSOE-PP se convierta en un pacto tácito para dejar gobernar al partido más votado, aunque no alcance mayoría absoluta, situación peligrosa para los socialistas, más aún tras la enseñanza que dejaban las elecciones griegas, castigando con un monumental batacazo electoral al PASOK por su alianza de Gobierno con la derecha.
Con este panorama, Susana Díaz va a necesitar hilar muy fino para llevar a buen puerto la legislatura, máxime teniendo en cuenta que ha sido la estabilidad el argumento esgrimido para adelantar las elecciones casi un año.
Tampoco parece muy plausible la tan cacareada marcha de Susana a Ferraz, entre otras cosas, porque no sería demasiado presentable abandonar el barco solo tres meses después de ponerse al timón, ni muy inteligente cambiar el que probablemente sea único Gobierno importante que consiga el PSOE por una etapa en la oposición nacional que podría ser bastante prolongada. En definitiva, que salvo sorpresa monumental en forma de mayoría absoluta, los próximos cuatro años en la presidencia de la Junta van a suponer un auténtico doctorado en “finezza” y mano izquierda. Veremos si termina “cum laude” o si ni tan siquiera puede terminar.