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Efecto Dogville
En la conversación fluida, que debería haber entre ciudadanos e instituciones, las paredes y los laberintos ensordecen las voz de ambos. Además, el timbre suele estar escondido y la institución te abre o no la puerta en función de misteriosos designios administrativos. La mayoría de las veces, no motivados más allá que en una tradición consuetudinaria, del verbo, esto siempre se ha hecho así.
Por eso necesitamos el efecto Dogville: una conversación sin decorado. Como sucede en esta película, rodada bajo las reglas del Dogma. Unas reglas a las que llamaban “Voto de Castidad”.
Y así, lo esencial son las emociones, las relaciones que se establecen entre los ciudadanos, alejados del artificio de decorados que sólo distrae.
Los principios de este movimiento cinematográfico son diez y quizás tengan una lectura para la relación entre ciudadano y lo público,verán:
1. Los rodajes tienen que llevarse a cabo en localizaciones reales. No se puede decorar ni crear un “set”.
1.1.- La administración mas cercana al ciudadano debe solucionar sus inquietudes. Una sola ventanilla para una administración en red. El multinivel de la gobernanza; provincial, local, regional y nacional debe buscar la mejor localización para conversar con el administrado. El objetivo de lo público es el ciudadano no la propia administración o institución.
2. El sonido no puede ser mezclado separadamente de las imágenes o viceversa
2.1.- El ciudadano tiene una conversación única con la política. Requiere por tanto una respuesta con nombre y apellidos. Los argumentarios son partituras de una música que sirve para todas las imágenes. Sí, hay que trabajar más, leer más.
3. Se rodará cámara en mano. Cualquier movimiento o inmovilidad debido a la mano está permitido.
3.1.- El ciudadano quiere ver con quien habla. No le gustan los escenarios, los plasmas, las cohortes que hacen del Príncipe, eso, un príncipe y no un representante de la soberanía popular ¿Cuándo fue el último contacto de alguno de ellos con algún individuo, institución o colectivo no afín?¿Oficinas en los barrios? ¿O mejor en centros comerciales?: donde esté el ciudadano. Y en la red está pero, eso sí, se está conversando no dictando.
4. La película tiene que ser en color. Luz especial o artificial no está permitida
4.1.- La política debe ser color. Aporta soluciones a los blanco y negro de cualquier sociedad. Y aporta soluciones desde su ideología. Actuar en función de otros principios es ser artificial. Porque en política cuando te mientes a ti, mientes a todos.
5. Se prohíben los efectos ópticos y los filtros.
5.-1 El error se conjuga en el verbo dimitir. ¿Qué es un error? ¿Cómo lo definimos? Para eso están las reglas Dogma: toda aquella acción que precise un filtro o efecto óptico para ser defendida ante los ciudadanos.
6. La película no puede tener una acción o desarrollo superficial.
6.1.- La agenda de la conversación versará sobre temas de interés para los ciudadanos. Aquellos que ofrezcan soluciones a sus preguntas y temores. Los temas de distracción son un beneficio a corto plazo que muscula la desafección. Hay que contar los problemas, llamar a las cosas por su nombre es el primer paso para solucionarlas. La sociedad espera liderazgos capaces de afrontar con sus valores las decisiones.
7. Se prohíbe la alineación temporal o espacial.
7.2.- En política la herencia dura 100 días. Mas allá, la responsabilidad es de quien firma en el Boletín provincial, regional o nacional de turno. Un padre que continuamente vierte la culpa del comportamiento de sus hijos en su abuelo, digamos que al menos no está siendo un buen padre.
8. No se aceptan películas de género.
8.2.- La creatividad muere en el modelo preestablecido. En los tiempos del prototipado, del feed back, de la cultura del error como principio de un nuevo comienzo, en estos tiempos aparecer con diálogos mil veces escritos y dichos, ser previsible es ser ineficaz en la relación ciudadano&política. No sería una conversación sino un monólogo.
9. El formato de la película debe ser de 35 mm.
9.-1.-El ciudadano y la administración deben hablar el mismo idioma. Sin necesidad de intermediarios. En un lenguaje reconocible la fluidez de conversación es mayor. Incluso tienes más ganas de hablar.
10. El director no debe aparecer en los títulos de crédito.
10.1.- Es una conversación, ¿recuerdan? Nadie dice: estuve hablando con mi amigo X , será estuvimos, ¿no? Habría diálogo, argumentos pétreos transformados en más concepciones más tolerantes tras la conversación. Habrá acuerdo o no pero al final habrá una película, una ley, informada de la participación de muchos y si es así ¿quién la firma? Legitimada en la escucha activa cualquier decisión deja caer polvo sobre la importancia de quién la firma.
Ahora bien, ¿mejoramos la conversación con leyes? ¿Siendo más abiertos, más transparentes? ¿Sirve? Sí, pero poco. No son más leyes, son mejores valores. En la película Dogville, la tragedia no la evita la transparencia. El drama discurre sin el decorado porque lo esencial es el comportamiento humano. Nada nos hace más transparentes que ser nosotros mismos.
A lo mejor todo se resume en uno: comportarte en la realidad como expresas en el atril o el plasma. El ciudadano para ver y que le cuenten películas va al cine, pero no a las sedes de los partidos políticos. Y es que, como decía Gramsci: el instrumento más revolucionario es la verdad.
En la conversación fluida, que debería haber entre ciudadanos e instituciones, las paredes y los laberintos ensordecen las voz de ambos. Además, el timbre suele estar escondido y la institución te abre o no la puerta en función de misteriosos designios administrativos. La mayoría de las veces, no motivados más allá que en una tradición consuetudinaria, del verbo, esto siempre se ha hecho así.
Por eso necesitamos el efecto Dogville: una conversación sin decorado. Como sucede en esta película, rodada bajo las reglas del Dogma. Unas reglas a las que llamaban “Voto de Castidad”.