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Las elecciones andaluzas y la guerra de Gila
El sainete de la política andaluza a propósito de la fecha de las undécimas elecciones autonómicas se parece mucho al vivido en 2004, cuando el Partido Andalucista (PA) gobernaba en coalición con el PSOE. Los andalucistas pretendían dar un golpe de efecto y abandonar el Gobierno meses antes del final de la legislatura para eliminar su imagen de cooperador de los socialistas, aligerar su mochila y poder despotricar sin miramiento de los que habían sido sus socios durante ocho años (1996-2004).
Lo quisieron hacer de una forma muy singular e inspirándose, de manera casual o no, en el genial humorista Miguel Gila. Los socialistas fueron advertidos en un almuerzo por los entonces dirigentes andalucistas de lo que barruntaban y se comprometieron a avisar con suficiente antelación para que la ruptura no les pillara distraídos.
En el libro Política de Cámara, sobre la VI Legislatura andaluza, la periodista Isabel Pedrote recreó esa disparatada escena de esta forma:
-¡Oiga!, ¿es ahí el PSOE?, aquí el PA; que le llamo para decirle que voy a dejarle plantado en el Gobierno para ver si parezco independiente, se me ve más y me hago famoso. No se preocupe que yo le aviso cuando vaya a darle la sorpresa para que no le coja desprevenido.
Miguel Gila vuelve a inspirar de nuevo a los políticos, en esta ocasión, a los de Ciudadanos, el socio más cómodo que ha tenido nunca el PSOE andaluz en los 36 años y cuatro meses que lleva de manera ininterrumpida al frente del Gobierno andaluz, de los que 14 años y medio lo ha hecho con pactos de Gobierno con otras fuerzas políticas. El PA fue su coaligado desde 1996 a 2004; Izquierda Unida, desde 2012 a 2015; y Ciudadanos, con el que firmó un acuerdo de investidura, desde 2015 hasta hoy.
El adelanto de las elecciones andaluzas al próximo otoño era y es la opción preferida por el núcleo dirigente del PSOE andaluz desde antes del verano. Por varias razones: los datos favorables de las encuestas y la aparente anemia de la oposición a derecha e izquierda. También por alejar la formación del nuevo Gobierno de las elecciones municipales de mayo, aprovechar el viento favorable del Gobierno central de Pedro Sánchez y poner tierra de por medio de una supuesta sentencia condenatoria del juicio del caso de los ERE.
Pero querían una excusa, un motivo con el que explicar a los andaluces la razón por la que se colocan las urnas pocos meses antes de marzo de 2019, que es cuando toca. “Ojalá los de Ciudadanos pidan la luna cuando empecemos a negociar los presupuestos”, decía un dirigente socialista en junio, cuando en el PSOE creían (ya no lo creen) que el desencuentro presupuestario podía ser el motivo para argumentar el adelanto.
La luna ya está aquí y la ha traído el líder de C’s, Albert Rivera, ansioso por medir fuerzas con el PP de Pablo Casado en terreno andaluz. Rivera empezó a pisar el acelerador del distanciamiento con el PSOE en el mes de julio cuando apostó en varias intervenciones por “pasar de la corrupción y la mala gestión del PSOE a la regeneración de Ciudadanos”; convocó unas primarias súbitas para elegir a Juan Marín candidato a la presidencia de la Junta; y anunció que tanto él como Inés Arrimadas, en su condición de cataluces, participarán en la campaña autonómica andaluza (la presencia de Arrimadas pone mucho más nervioso al PSOE que la de Rivera).
El miércoles le dio un ultimátum a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, para que, en el plazo de 48 horas, ponga en marcha las medidas de regeneración política firmadas en el pacto de investidura para no romper el acuerdo. La ruptura se escenificará este viernes desde Málaga con gran potencia lumínica y sonora. No se sabe si aparecerá como el gran Gila con casco y teléfono en mano, ni si comenzará su intervención con un “¿Es el enemigo? Que se ponga...”. Cuando se está al final de una legislatura, lo que sí debería saber Ciudadanos es el significado de pedir peras al olmo, al menos tan bien como sus socios socialistas conocen el de pedir la luna. Tal vez lo aprendan para la próxima.
El sainete de la política andaluza a propósito de la fecha de las undécimas elecciones autonómicas se parece mucho al vivido en 2004, cuando el Partido Andalucista (PA) gobernaba en coalición con el PSOE. Los andalucistas pretendían dar un golpe de efecto y abandonar el Gobierno meses antes del final de la legislatura para eliminar su imagen de cooperador de los socialistas, aligerar su mochila y poder despotricar sin miramiento de los que habían sido sus socios durante ocho años (1996-2004).
Lo quisieron hacer de una forma muy singular e inspirándose, de manera casual o no, en el genial humorista Miguel Gila. Los socialistas fueron advertidos en un almuerzo por los entonces dirigentes andalucistas de lo que barruntaban y se comprometieron a avisar con suficiente antelación para que la ruptura no les pillara distraídos.