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Andalucía amanece de derechas y tambalea al PSOE
Andalucía se ha acostado este domingo de derechas. No ha sido un tortazo, como preveía en sus peores pesadillas el PSOE, sino un revolcón. PP, Ciudadanos y la extrema derecha de Vox se pueden poner de acuerdo para hacer presidente al popular Juanma Moreno, el primero que no pertenece al PSOE tras 36 años y medio de gobiernos interrumpidos socialistas. Si es así, el PSOE no cumplirá los cuarenta en el poder. El deseo de cambio que todas las encuestas recogían se ha reflejado por primera vez en las urnas.
El partido de extrema derecha ha logrado pasar del 0,46% votos en 2015 al 10,8% y 12 diputados. La formación de Santiago Abascal se propuso al inicio de la campaña reconquistar España desde el sur y se estrena en un Parlamento español por donde menos podía esperarse, en la comunidad más de izquierdas de España. Ya de ex izquierdas. En este sentido, Andalucía ha pasado de golpe a parecerse a Europa, a las prósperas Alemania, Francia, Italia, Holanda o Austria, sin necesidad de ninguna inversión ni periodo de transición. El populismo de derechas ha llegado de sopetón.
Los socialistas (33 escaños) han logrado ser los más votados, pero se dejan en el camino 14 escaños y siete puntos. El peor resultado de su historia. Nadie en el PSOE contemplaba esta situación, lo que da idea de la pérdida de olfato y audición de los socialistas en una comunidad que conocen como la palma de su mano. Durante la legislatura, Díaz estuvo dedicada en cuerpo y alma durante dos años a aspirar a la secretaría federal del PSOE y cuando regresó de la aventura se encontró con una calle llena de mareas sanitarias y educativas. Los desconchones provocados por la crisis y los recortes, en definitiva, con las cosas del comer, le ha pasado factura.
Los votantes socialistas se han refugiado en la abstención y habrá que analizar detenidamente el comportamiento del voto en las zonas del interior, el colchón más seguro del PSOE, para poder calibrar a qué se ha debido su estrepitosa caída, la segunda de Díaz tras las primarias.
Ya anoche, había dirigentes socialistas que criticaban abiertamente la campaña de su candidata. Tanto por la forma como por el fondo. Díaz diseñó un campaña hipotensa y plana, en el que el mensaje más repetido fue el de su estado de ánimo (“estoy feliz”). A mitad del camino, viró bruscamente, y la focalizó en Vox. Muchos criticaron ese giro, porque daba visibilidad a la extrema derecha. También ha habido quejas por la pobre participación de la ejecutiva federal y de los ministros en la campaña. Sánchez sólo estuvo dos días.
¿Dimitirá Susana Díaz? Esa pregunta no tiene por ahora respuesta, pero el resultado obligará al PSOE a grandes cambios internos. La presidenta de la Junta de Andalucía en funciones intentará una última jugada para evitar dejar el palacio de San Telmo. Convocará a todas las fuerzas políticas “constitucionalistas” para impedir que la extrema derecha tenga la llave del Gobierno andaluz. Propondrá un gobierno “de contención o de concentración” frente a Vox.
Díaz compareció anoche, rodeada por los suyos, con la tristeza en su rostro, pero también desafiante. “Se abre un ciclo electoral en España y los partidos tienen que decir si quieren afrontar ese futuro con la extrema derecha. Que lo digan”.
La preocupación en el PSOE se instaló bien temprano. A las diez de la mañana, cuando apenas los colegios electorales llevaban abiertos una hora, los responsables de las agrupaciones socialistas empezaron a intercambiarse mensajes alertados por la baja asistencia, sobre todo, en las zonas rurales. Esa inquietud fue a más conforme avanzaba cada hora. Desde los terminales de mando del PSOE se instó a movilizar a todo el mundo. Llegaban tarde, muchos días tarde.
Díaz convocó las elecciones medio año antes de lo previsto para tener estabilidad. Ahora lo tiene casi imposible. Sólo una carambola a tres bandas de PSOE (33 escaños), Ciudadanos (21) y Adelante Andalucía (17) lo propiciaría.
El PP, con el peor resultado de su historia en votos y porcentaje, puede lograr la presidencia de la Junta de Andalucía y hacerlo además con la campaña más estrambótica que se ha visto en años y con siete diputados menos. Con un candidato como Juanma Moreno tapado por completo por su líder nacional, Pablo Casado, pidiendo el voto hasta a las vacas. El PP planteó esta campaña como un referéndum sobre la continuidad y el cambio. Ganó el cambio. También logró superar en votos y escaños a Ciudadanos, su principal preocupación.
El único partido que ha conseguido mejorar resultados ha sido Ciudadanos. Pasa de nueve a 21, pero no ha logrado superar sus expectativas de adelantar al PP. Su candidato Juan Marín no dejó dudas anoche de que apoyará el cambio político en la Junta. Albert Rivera leyó los resultados en clave nacional, culpando a Pedro Sánchez por la moción de censura y su política de acercamiento a los nacionalistas. El líder de Cs podrá exhibir esa superioridad numérica ante un Pedro Sánchez traspuesto con el resultado andaluz.
Adelante Andalucía, la coalición formada por Podemos e Izquierda Unida, sacó menos escaños que los que obtuvieron por separado en 2015, de 20 a 17 y pierde cinco puntos. Se prepara para ejercer una dura oposición y vigilar “cada paso” que dé el futuro gobierno de derechas.
Si el pacto de las derechas prospera, la salida del PSOE del Gobierno andaluz va a provocar un cambio espectacular en la principal empresa de la comunidad, la Junta de Andalucía. Miles de personas, ligadas al PSOE y que no tienen una plaza en su poder, tendrán que cambiar de trabajo. Será el mayor ERE que se haya visto nunca Andalucía.