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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Eliminar ayudas a los autónomos no es precisamente progresista

No entiendo que el SEPE, dependiente del Ministerio de Trabajo, anunciara en plena campaña electoral el endurecimiento de acceso a la ayuda a personas desempleadas mayores de 52 años que no hayan cotizado en régimen general. Así lo revelaron la semana pasada algunos medios. Y eso que se trata de un subsidio raquítico, 480 euros mensuales, esto es, el 80% del IPREM (el Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples), un modo de referenciar tan arbitrario como cualquier otro (¿por qué el 80%?, ¿por qué no del Salario Mínimo?).

Lo peor es el modo en que el SEPE lo hizo: simplemente añadió un requisito harto difícil de cumplir para quienes cotizan en regímenes especiales, como los autónomos o las empleadas del hogar. Hasta ahora, para que una persona mayor de 52 años accediera a esa limosna, debía haber cotizado un mínimo de 15 años, además de cumplir con otros requisitos razonables y tener agotadas el resto de ayudas y prestaciones. A partir de este momento, con una simple frase, se acabó: “Haber cotizado al desempleo al menos durante seis años en su vida laboral”. Es perverso.

La única manera de cotizar al desempleo pasa por cotizar en el régimen general. Ni los autónomos (que cotizan en el RETA), ni las trabajadoras del hogar (que cotizan en un régimen especial) entran en esta categoría. Imaginemos uno de esos emprendedores que tanto jalea la clase gobernante, alguien que monta un medio de comunicación como este, por ejemplo, a los 30 años de edad, y así se gana la vida como trabajador o trabajadora por cuenta propia. Si no resiste a los embates que ha dejado la pandemia y la inflación, que de manera tan acusada se han sentido en los medios digitales, quizás ahora se encuentre cerrando a sus 50 años. Una vez agotados los subsidios correspondientes a los que sí tiene derecho como autónoma, se encontrará con 52 años, una edad demasiado complicada para su reincorporación al mercado laboral. A pesar de sus más de 20 años cotizados en el RETA, con esta modificación ya no tendrá derecho a esa ayuda. Por si fuera poco, ese subsidio tiene una ventaja añadida: es el único que sí cotiza para la futura jubilación, así que no estaba nada mal que un autónomo o una empleada del hogar de esa edad se beneficiara de él.

Además, el próximo octubre entra en vigor una norma anunciada por la Seguridad Social que, esta sí, va a beneficiar a las personas trabajadoras. Hasta ahora, alguien con una media jornada necesitaba dos años trabajados para cotizar un año. A partir de octubre, cada día cotizado a jornada parcial contará como un día completo (al margen de que la base de cotización sea, en buena lógica, menor). Pareciera, así, que con este añadido del SEPE intenta corregir el efecto de esa medida de octubre, y dejar lo servido por lo comido.

Yo creo que a los políticos se les debe juzgar por sus actos, no por sus discursos (si vetas, por ejemplo, a la ministra de Igualdad, aunque hayas prometido que no lo harías, probablemente no seas tan feminista ni tan honesta como tú misma declaras, sin ir más lejos). A mí la eliminación de este subsidio, destinado a sectores altamente vulnerables, como son los autónomos mayores de 52 años o las trabajadoras domésticas de esa edad, me parece una medida que hubiera tomado de inmediato el gobierno de PP-Vox que tanto temíamos. Pero no, ha sido el gobierno más progresista de la historia. Y su ministra, la sindicalista. Tiene una nueva oportunidad, esperemos, para rectificar.

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No entiendo que el SEPE, dependiente del Ministerio de Trabajo, anunciara en plena campaña electoral el endurecimiento de acceso a la ayuda a personas desempleadas mayores de 52 años que no hayan cotizado en régimen general. Así lo revelaron la semana pasada algunos medios. Y eso que se trata de un subsidio raquítico, 480 euros mensuales, esto es, el 80% del IPREM (el Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples), un modo de referenciar tan arbitrario como cualquier otro (¿por qué el 80%?, ¿por qué no del Salario Mínimo?).

Lo peor es el modo en que el SEPE lo hizo: simplemente añadió un requisito harto difícil de cumplir para quienes cotizan en regímenes especiales, como los autónomos o las empleadas del hogar. Hasta ahora, para que una persona mayor de 52 años accediera a esa limosna, debía haber cotizado un mínimo de 15 años, además de cumplir con otros requisitos razonables y tener agotadas el resto de ayudas y prestaciones. A partir de este momento, con una simple frase, se acabó: “Haber cotizado al desempleo al menos durante seis años en su vida laboral”. Es perverso.