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Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

Lo que el escándalo sexual Weinstein revela del sistema político

A hollywoodiense-predador-sexual pillado todo se le vuelven pulgas. La satisfacción no debe ocultar la pregunta de ¿por qué ahora tras una década de denuncias que acabaron en acuerdo extrajudicial? Y, sobre todo, ¿servirá la catarsis actual de la industria cinematográfica para cambiar un sistema que con descaro cosifica a las mujeres, construye carreras femeninas como escaleras en que los peldaños ascienden con la fama de los novios (ciertos o falsos) con quienes posan? Que el todopoderoso productor Harvey Weinstein acosaba a actrices era sabido en la Meca del cine. Hay chistes en galas ¡de 2013!. Pero, ¿podemos, sin hipocresía, mostrarnos sorprendidos los espectadores incluso de esta periferia del Imperio?

El sistema socio-económico-político hegemónico, el neoliberalismo global que triunfa del Oeste americano, al Este ruso, pasando por la Europa en decadencia, la emergente y dictatorial China y los súpersocios de Occidente en Oriente Medio: Israel y Arabia Saudí, se funda hoy, más que sobre la clásica mano invisible que regulaba el mercado con el equilibrio de oferta y demanda, en otro factor transparente y evidente: el cinismo. Ese que dicta, en la primera línea de este párrafo, “neoliberalismo global” en vez de capitalismo salvaje.

Alrededor del juicio a los ex-responsables de la multinacional de renovables andaluza Abengoa que empezó este lunes en la Audiencia Nacional, sale a la luz un estudio del profesor del IESE Pablo Fernández sobre los balances en que se pregunta a 20 auditores: En tu empresa, qué es más importante, ¿cobrar o decir la verdad? 19 respondieron cobrar y uno, que ambas cosas. Nadie que la verdad. Lo que permite entender por qué gastarse 51 millones en auditores entre 2011 y 2014 no evitó la crisis de la firma.

En España la semana arranca con los incendios gallegos de los que se culpa “a la mano del hombre”, como se culpó al maquinista del Alvia. Al fondo nunca se va. Rajoy, que hoy llora como gallego, llegó a negar el cambio climático citando a su primo catedrático de Física en Sevilla, ciudad donde vivimos ahora mismo un otoño de 38 grados. Los problemas no se abordan, no se vayan a arreglar.

En otra variante pirómana, la que empezó en 2006 con las firmas contra el Estatut, Rajoy se permitió el miércoles tras el martes de independencia congelada de Puigdemont aleccionarnos sobre lo que “la democracia implica”. El perejil del cinismo no faltó en su salsa. Porque esa encendida defensa del ordenamiento y la legalidad en boca de la clase política, ¿no debería llevarles a garantizar la división de poderes, la independencia judicial? ¿Cuántos problemas nos habría ahorrado no instrumentalizar al Constitucional? Sin embargo, ahí ha estado el bipartidismo repartiéndose magistrados durante años.

Y, ¿cómo cita Rajoy a la ONU y la UE para subrayar la falta de amparo internacional del derecho de autodeterminación saltándose como se salta a diario el art. 14 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, incumpliendo el acuerdo europeo de 26 Septiembre 2015 de acogida de refugiados, recién condenado por el Tribunal de Estrasburgo por la devolución en caliente de dos africanos?

¿Cómo se celebró, este lunes en Sevilla, una reunión del G6, de los ministros de Interior de seis potencias europeas -más Marruecos-, mezclando con toda la mala fe, dos temas opuestos: “terrorismo yihadista y migración”. ¡El día en que Mogadiscio enterraba a 300 víctimas del atentado de Al Shabab rama de Al-Qaeda en Somalia!, ¡Siendo Somalia país que sufre el veto migratorio de EEUU y los somalíes también estigmatizados, en bloque, por su nacionalidad, por la UE como demandantes de asilo!

Los líderes ya ni disimulan porque los electores no les pasamos factura. Este otoño que el PP y la antigua CIU deberían, como avestruces, esconder sus cabezas por los juicios a su financiación corrupta y B ¡sacan pecho de demócratas y patriotas! Porque pueden, porque les dejamos, porque nos sentimos impotentes, porque no reaccionamos, porque a ver quién le pone el cascabel al gato, porque el individuo es pequeño y el sistema voraz y bárbaro.

Comulgamos con la rueda de molino de que no hay alternativa. De que así es la vida. De que hay leyes para cumplirse y otras para saltarse. Tomamos por bobadas buenistas el derecho a la vivienda, el empleo, la igualdad de oportunidades, la libre expresión (incluso en redes sociales) la libre información (con un sector periodístico precarizado y aún cayendo, ¡sólo en Andalucía, 15 despidos la semana pasada, sin que lo sepan los ciudadanos), el derecho de asilo, a un juicio justo para cualquier delito en vez de las ejecuciones extrajudiciales desde Bin Laden al inocente brasileño Jean Charles de Menezes, sospechoso en Londres por sudaca, moreno, como tantos españoles.

El sistema es Hollywood. Nosotros, académicos conscientes de lo injusto, asqueroso y delictivo que está pasando. No es “anti-sistema” quien denuncia y trabaja para limpiarlo, sino quien calla, otorga y tapa. Todos los ciudadanos, de todos los sectores somos interpelados en este tiempo crucial. El sábado, en el Monkey Week, Rocío Márquez estremecía por seguiriyas cantando el verso de Isabel Escudero: “Lo peor de la condena, es cogerle gusto a las cadenas”.

Arte de la galaxia opuesta al Planeta.

A hollywoodiense-predador-sexual pillado todo se le vuelven pulgas. La satisfacción no debe ocultar la pregunta de ¿por qué ahora tras una década de denuncias que acabaron en acuerdo extrajudicial? Y, sobre todo, ¿servirá la catarsis actual de la industria cinematográfica para cambiar un sistema que con descaro cosifica a las mujeres, construye carreras femeninas como escaleras en que los peldaños ascienden con la fama de los novios (ciertos o falsos) con quienes posan? Que el todopoderoso productor Harvey Weinstein acosaba a actrices era sabido en la Meca del cine. Hay chistes en galas ¡de 2013!. Pero, ¿podemos, sin hipocresía, mostrarnos sorprendidos los espectadores incluso de esta periferia del Imperio?

El sistema socio-económico-político hegemónico, el neoliberalismo global que triunfa del Oeste americano, al Este ruso, pasando por la Europa en decadencia, la emergente y dictatorial China y los súpersocios de Occidente en Oriente Medio: Israel y Arabia Saudí, se funda hoy, más que sobre la clásica mano invisible que regulaba el mercado con el equilibrio de oferta y demanda, en otro factor transparente y evidente: el cinismo. Ese que dicta, en la primera línea de este párrafo, “neoliberalismo global” en vez de capitalismo salvaje.