Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar
Espadas en alto y envainadas
No habrá candidatura alternativa a Susana Díaz en el congreso del PSOE de Andalucía de finales de julio, aunque no por falta de ganas de los sanchistas. No hay días en el calendario para buscar un oponente y todos los esfuerzos de los críticos a Díaz están concentrados en el congreso federal de junio que encumbrará a Pedro Sánchez en la secretaría general y en el reparto de puestos en los órganos ejecutivos y de decisión del PSOE. La dirigente andaluza, que muestra de nuevo su predilección por un mes veraniego para la batalla partidaria, ha comprendido que al enemigo no hay que darle ni agua ni pan ni sal y, sobre todo, tampoco tiempo.
En su equipo admiten ahora que su larga espera en la estación ha sido un error y que su decisión de primar “primero el qué y luego el quién”, de disimular su inapetencia por estar “en la cabeza o en la cola” o de sustentar su discurso en frases sin argumento –“el PSOE es mucho PSOE”, “me gusta ganar, tengo ilusión”, “el PSOE es muy grande”, “hay que mirar a los ojos a las personas, no mirarse el ombligo”– valían para componer la letra de una copla pero no para rebatir por qué se depone a un secretario general para, además, apoyar la abstención al Gobierno del PP.
Hay muchos buscando culpables de su derrota ante Pedro Sánchez y no son pocos los que señalan al secretario general de la Presidencia, Máximo Díaz-Cano. Se le considera el muñidor de la estrategia, su sombra y su voz ante los medios de comunicación nacionales. También fue el jefe de campaña de José Bono y Carme Chacón, aventuras que también fracasaron.
—“Van a por ti”, le advirtió un amigo hace poco.
—“Sí, lo sé”, contestó Díaz-Cano.
El secretario general de la Presidencia no ha puesto su cargo a disposición de la presidenta de la Junta, según fuentes del Gobierno. “Es muy injusto culparlo de la derrota, porque hay una responsabilidad colectiva”, añaden.
Muchos socialistas creen que la presidenta de la Junta no tiene más remedio que renovar su equipo, tanto en la ejecutiva regional como en el Gobierno. Ella no descarta ceses y nombramientos en uno y en otro lado. “En el Gobierno andaluz hay consejeros y consejeras con el título de político, pero no lo ejercen”, aseguran fuentes próximas a Díaz. ¿Cuándo? Nadie lo sabe, pero en el PSOE lo clásico es hacer la crisis de Gobierno después de los congresos.
Que Díaz necesita ampliar su círculo nadie lo duda, como lo demuestra el hecho de que en el comité director del pasado lunes pidiera un aplauso de apoyo para una alcaldesa y un exconsejero y olvidara mencionar a las tres mujeres asesinadas por sus parejas el fin de semana anterior. Fue Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, el hombre de Pedro Sánchez en Andalucía, el que pidió un minuto de silencio contra la violencia machista durante su turno de intervención.
“Cuando se pierde, hay que reconocerlo, cambiar y mejorar”, dijo la presidenta de la Junta en ese comité que convocó el congreso regional para el 29 y 30 de julio. Díaz ha decidido atrincherarse en Andalucía, ganar peso y esperar acontecimientos. Lo admiten los suyos y los que ya no lo son. Va a establecer un muro de contención frente a Sánchez, siguiendo el consejo que este le dio (y tanto la irritó) en la campaña andaluza de 2015: “Tú a San Telmo, y yo a la Moncloa”. Los suyos dan por finiquita su carrera política nacional, pero sólo “de momento”. Intentará esquivar el debate español y dejar el espacio a Sánchez, salvo en asuntos como el de la financiación autonómica en la que aparecerá envuelta en la bandera andaluza. También ha dicho que no pedirá parcelas de poder en el congreso federal.
Esas son sus intenciones, pero habrá que esperar a los hechos. Por ahora, ha propiciado listas de consenso, salvo en Huelva, en los asambleas provinciales de elección de delegados al federal, donde los de Pedro Sánchez han obtenido una representación del 28%.
“Las espadas están en alto y envainadas”, admite un dirigente del sector sanchista, quien afirma que “dependerá de cómo se desarrolle el congreso federal” el que la oposición a Susana Díaz en Andalucía se deje oír algo, mucho o muchísimo en el cónclave regional.
Meter cuchara
Los socialistas tienen varios métodos para meterse el dedo en el ojo en sus congresos como dividir las delegaciones para que haya dos portavoces, votar en blanco a la gestión de una ejecutiva o presentar listas alternativas a los órganos del partido. Ya se verá.
Así que no se avista lista alternativa pero lo que sí van a hacer los sanchistas es pedir puestos de representación en todos los órganos del PSOE andaluz, es decir, meter la cuchara en todos los platos del menú. Algunos críticos creen que sería un error dejar pasar el momento y no aglutinar y visualizar la oposición a Susana Díaz. “A Pedro Sánchez le viene bien que ella no esté tan fuerte en Andalucía. Ahora se ha demostrado que ya no tiene el 98% que sacó en su elección como secretaria general”, apostillan.
Del otro lado, apelan a la responsabilidad: “Una cosa son las primarias y otra poner en riesgo la Junta de Andalucía”. Traducido, que con las cosas de comer no se juega.
No habrá candidatura alternativa a Susana Díaz en el congreso del PSOE de Andalucía de finales de julio, aunque no por falta de ganas de los sanchistas. No hay días en el calendario para buscar un oponente y todos los esfuerzos de los críticos a Díaz están concentrados en el congreso federal de junio que encumbrará a Pedro Sánchez en la secretaría general y en el reparto de puestos en los órganos ejecutivos y de decisión del PSOE. La dirigente andaluza, que muestra de nuevo su predilección por un mes veraniego para la batalla partidaria, ha comprendido que al enemigo no hay que darle ni agua ni pan ni sal y, sobre todo, tampoco tiempo.
En su equipo admiten ahora que su larga espera en la estación ha sido un error y que su decisión de primar “primero el qué y luego el quién”, de disimular su inapetencia por estar “en la cabeza o en la cola” o de sustentar su discurso en frases sin argumento –“el PSOE es mucho PSOE”, “me gusta ganar, tengo ilusión”, “el PSOE es muy grande”, “hay que mirar a los ojos a las personas, no mirarse el ombligo”– valían para componer la letra de una copla pero no para rebatir por qué se depone a un secretario general para, además, apoyar la abstención al Gobierno del PP.