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Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

España y los peces

Leo Lionni escribió un cuento infantil, ‘Nadarín’, en el que, a modo de resumen, un montón de peces pequeños se ponen de acuerdo para enfrentarse a un pez grande que tiene la mala costumbre de comérselos a todos. No es fácil. Alguno es claramente distinto, todos tienen que buscar el lugar en el que son más útiles y enfrentar al pez. El cuento no lo dice, pero seguro que no todos están 100% satisfechos con el hueco que les toca ocupar.

En España, hay un pez grande con siete millones de votos con el que el resto de fuerzas políticas, que representan al doble de ciudadanos en el Congreso, no están de acuerdo. A estas alturas, ni siquiera Ciudadanos respalda a Rajoy del todo (pese a sus dos síes consecutivos). Pero el poco tacto e, incluso, la falta de respeto, mostrado por el presidente en funciones en las dos sesiones de investidura para con el pacto firmado con los de Rivera no le ha hecho sumar puntos. Un pacto que, como dijo el propio Rajoy, “no pasará a la historia”, demostrando así el valor que le otorgaba a los sufragios de las personas que respaldaron a la formación naranja.

En España, hay muchos peces de distintos tamaños en el Congreso. Mal que les pese a fuerzas otrora imponentes, ninguna es hoy tan grande como el PP. La situación ha cambiado. No son todos iguales, no. Pero ninguna fuerza política está en condiciones de imponer criterios. Ahora no. Aunque, a veces, cuando una se detiene a escuchar a los diferentes dirigentes políticos, pareciera que todos tienen mayorías absolutas en el bolsillo, que las cesiones son traiciones, y que tienen ases en la manga desconocidos para pedirlo todo.

En un mundo de cuento, resolveríamos el final con hombres y mujeres valientes, que para eso están los cuentos; y la suma echaría a un lado al pez grande. Porque hace falta valentía para sumar, hace falta estar dispuesto a perder. Sin embargo, los partidos y sus líderes más parecen estar a la búsqueda y construcción de los culpables de las próximas elecciones de diciembre, que poniendo sobre la mesa la imaginación y cintura que la situación requiere.

Aún así, con el caso Soria han ido todos a una, y sin negar la presión y grieta interna que ha dejado entrever el PP, no es despreciable la victoria de las fuerzas de la oposición. Es una derrota del Partido Popular. Es un potencial comienzo. No obstante, es una pobre derrota si se compara con el dibujo completo que augura una nueva cita electoral y si las estrategias siguen empeñadas en los culpables.

Pese a la dificultad de este planteamiento, me niego a aceptar la “ingobernabilidad” como argumento recurrente. “No hay sumas naturales en las franjas ideológicas”, me explican. Si fuera así, sería más fácil, por supuesto. Pero nadie dijo que ponerse de acuerdo fuera sencillo. Los peces de Leoni lo entendieron.

No estoy segura de que, como hemos explicado hasta la saciedad los periodistas, los españoles hayamos votado por el acuerdo. Cada uno ha votado en conciencia por el partido que quería que gobernase. Todo el mundo quiere ganar. Sin embargo, el mapa del Congreso desvela que las sensibilidades y los deseos son múltiples. Y, efectivamente, no es fácil. Pero ¿imposible?. Es cierto que los acuerdos que sacarían a Rajoy de la Moncloa probablemente serían de mínimos. Es cierto que puede que la legislatura no fuera larga.

El cuento de Lionni no describe qué pasa después. Si el pez grande se va definitivamente de la zona, si los peces que se habían puesto de acuerdo siguen haciendo el esfuerzo de encontrar objetivos comunes, si su trabajo codo con coco dura mucho o poco, o si cada uno se va por su lado a diferentes esquinas del mar.

Lo que tenían claro todos los peces pequeños era que había un pez grande al que enfrentarse. Que podían rasgarse las escamas entre ellos o pelearse por no ser los primeros en el borde del arrecife, pero el pez se comería a algunos; y el resto seguiría mirando al mar buscando su hueco entre las algas, pero sometidos a los dictados de la voluntad pez grande.

Se ha hecho evidente que hay notables diferencias entre los partidos de la oposición. Se sabía de antemano y llevamos un año confirmándolo. Pero todos tienen un objetivo común claro: no quieren a Rajoy. ¿Y si empiezan por ahí y ya después, siguen nadando?

Leo Lionni escribió un cuento infantil, ‘Nadarín’, en el que, a modo de resumen, un montón de peces pequeños se ponen de acuerdo para enfrentarse a un pez grande que tiene la mala costumbre de comérselos a todos. No es fácil. Alguno es claramente distinto, todos tienen que buscar el lugar en el que son más útiles y enfrentar al pez. El cuento no lo dice, pero seguro que no todos están 100% satisfechos con el hueco que les toca ocupar.

En España, hay un pez grande con siete millones de votos con el que el resto de fuerzas políticas, que representan al doble de ciudadanos en el Congreso, no están de acuerdo. A estas alturas, ni siquiera Ciudadanos respalda a Rajoy del todo (pese a sus dos síes consecutivos). Pero el poco tacto e, incluso, la falta de respeto, mostrado por el presidente en funciones en las dos sesiones de investidura para con el pacto firmado con los de Rivera no le ha hecho sumar puntos. Un pacto que, como dijo el propio Rajoy, “no pasará a la historia”, demostrando así el valor que le otorgaba a los sufragios de las personas que respaldaron a la formación naranja.