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Europa te necesita

26 de mayo de 2024 21:38 h

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No es deseable ni edificante, sin embargo, la visita de Javier Milei ha sido un revulsivo por repulsivo para los demócratas, para pensar en los peligros que se ciernen sobre  Europa.

No habría llamado tanto la atención, se habría visto normal en cualquier época del año, hay movilidad en la ultraderecha global; normal también que haya ocurrido, pongamos que en Madrid, convertida en el parque temático del eurofascismo y del trumpismo ultramarino; de la radicalidad, sea política, financiera, ideológica o incluso religiosa en todas sus versiones. En realidad, la visita y las palabras del estrafalario presidente de Argentina habrán molestado personal o institucionalmente al presidente español y a su Gobierno, pero el melón está en la viñeta pedagógica que ha supuesto de advertencia contra el fascismo que nos viene. Un gran servicio porque, además, nos ha mostrado quiénes son sus aliados y amigos. 

Los líderes económicos y de la patronal han acabado despegándose más o menos de aquella foto infame, con menos entusiasmo que en el posado, pero lo verdaderamente preocupante es que de lo mollar, Alberto Núñez Feijóo y los suyos, no acaban de despegarse. Situarse  así de inmediato, a continuación cerca de Georgia Meloni, sin temor al contagio o, mejor dicho, sin creer que el ultraderechismo italiano es contagioso, es otro de los errores de la derecha española, que incluso cree haber descubierto un camino transitable entre Vox y la ultraderecha europea.

La extrema derecha no solo no es garantía de una mejor Europa sino, precisamente, el comienzo de su fin

¿Le parece  moderada a  Núñez Feijóo Giorgia Meloni? Solo cabe la explicación de que piense que para radical y ultra, Isabel Díaz Ayuso; acertaría más incluso con la madrileña que con el  vascongado Santiago Abascal. No obstante, lo preocupante es que con la lideresa italiana y en concurso de otros constituyen la peor receta para una Europea que debe enfrentarse a retos trascendentes que ponen en cuestión su propia existencia; la extrema derecha no solo no es garantía de una mejor Europa sino, precisamente, el comienzo de su fin.

Tampoco es ajena al movimiento la derecha europea, hasta ahora baluarte en cierto sentido frente a la extrema derecha ultrapirenaica. Las palabras de Ursula von der Leyen en su pelea por seguir en el poder, aproximándose, quitándole importancia, a sus eventuales socios extremistas no son tranquilizadoras.

Incluso desde sectores del macronismo, desmentido por la boca chica del propio Emmanuel Macron, se ha producido cierta reacción. Se baraja la opción de Mario Draghi como alternativa a la presidenta hasta ahora de la Comisión Europea. Difícil papel para los socialistas europeos y complicada situación para Pedro Sánchez, aliado estos años de la lideresa alemana. 

La derecha española que no participó en nada de aquellos momentos cruciales para Europa, refugiada en las faldas del franquismo, debería tener otro papel frente a las amenazas a la Europa de las libertades

Nos jugamos mucho. Con sus defectos, la Unión Europea está llamada a ser un baluarte democrático, un dique frente a la ultraderecha. De hecho, la propia existencia y su momento fundacional están ligados a la resistencia y vacunación de izquierda y derecha europea contra la extrema derecha fascista y nazi que estuvo en un trance de destruir los valores europeos y apagar las pocas luces que quedaban de la Europa de la primera mitad del siglo veinte.

Konrad Adenauer, Robert Schuman, Jean Monnet o Alcide De Gasperi saltarían de sus tranquilos reposos, de nuestra memoria democrática, ellos que lucharon con todas sus fuerzas contra los enemigos de la democracia, contra la tibieza actual –cuando no complicidad– de las derechas con el populismo de extrema derecha europeo.  

La derecha española que no participó en nada de aquellos momentos cruciales para Europa, refugiada en las faldas del franquismo, debería tener otro papel frente a las amenazas a la Europa de las libertades, es su oportunidad. Pero no, está más cerca de los enemigos de la libertad, de la europea y de la española. La regeneración pendiente de la derecha española nunca llega. Nos la jugamos en Europa, nos lo jugamos en las elecciones al Parlamento  Europeo. Tenemos mucho aún por hacer, se trata de votar por la democracia. 

No es deseable ni edificante, sin embargo, la visita de Javier Milei ha sido un revulsivo por repulsivo para los demócratas, para pensar en los peligros que se ciernen sobre  Europa.

No habría llamado tanto la atención, se habría visto normal en cualquier época del año, hay movilidad en la ultraderecha global; normal también que haya ocurrido, pongamos que en Madrid, convertida en el parque temático del eurofascismo y del trumpismo ultramarino; de la radicalidad, sea política, financiera, ideológica o incluso religiosa en todas sus versiones. En realidad, la visita y las palabras del estrafalario presidente de Argentina habrán molestado personal o institucionalmente al presidente español y a su Gobierno, pero el melón está en la viñeta pedagógica que ha supuesto de advertencia contra el fascismo que nos viene. Un gran servicio porque, además, nos ha mostrado quiénes son sus aliados y amigos.