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Huelin-Banús: el último disparate contra la ciudad de Málaga
La destrucción de Málaga sufre su último episodio en el barrio de Huelin, de raigambre obrera. Solo en el último año los precios de la vivienda han subido por encima del 26%, mientras que los pisos turísticos (legales) se triplican y suponen uno de cada 8. Lo cuenta en este mismo diario Néstor Cenizo con un extraordinario reportaje.
A esto se suma la promoción de urbanizaciones de alto nivel y, la puntilla definitiva: el puerto deportivo para 600 embarcaciones de lujo en la playa de San Andrés. Se busca emparentarlo con Puerto Banús, ese ensayo del franquismo en meter con calzador el lujo en medio de un área popular. Por cierto, las consecuencias de semejante disparate en la salud y la economía de los autóctonos los pueden apreciar en el testimonio en primera persona que Ana Geranios nos ofrece en su libro Verano sin vacaciones. Las hijas de la Costa del Sol.
Para quien no lo sepa, el barrio de Huelin surge a raíz del plan de Ensanche de 1861, que pretendía adaptar la ciudad a su nueva realidad industrial y capitalista y cuyo modelo urbanístico es palpable hasta el Plan General de Ordenación Urbana de 1983-84. Juan Díaz Ramos, en un detallado reportaje de la efímera revista Gente Corriente, contaba hace años cómo se levantó sobre los terrenos del industrial y financiero Eduardo Huelin, entre las últimas fábricas al oeste de la ciudad y las extensiones agrícolas que constituían la vega del Guadalhorce.
A finales de siglo se habían construido más de 800 viviendas unifamiliares cuyo alquiler, por supuesto, se descontaba de los escasos salarios de aquellos obreros de carácter levantisco. La intención era liquidar dos focos de insalubridad, ciertamente, pero también de propagación de ideas subversivas y de sociabilidad no controlada: la taberna y el corralón. Si nos pusiéramos estupendos, podríamos afirmar que, ya desde su creación, Huelin llevaba en su entraña la semilla del mal.
La condena de Huelin, ahora que en materia de vivienda la ciudad y el país están legislados por gente sin escrúpulos, se encuentra en su ubicación: primera línea del litoral y zona natural para el esponjamiento (o expansión por saturación) del centro. La novedad ahora es que, si de nuevo se destruye el tejido urbano para entregarlo al visitante y al lujo, se hace a cara perro, sin vergüenza.
En Málaga, la ciudad de España donde más se ha encarecido el precio de la vivienda, el gobierno local anima este tipo de proyectos, mientras que el central hace declaraciones de prensa y luego mira hacia otro lado.
La condena de Huelin, ahora que en materia de vivienda la ciudad y el país están legislados por gente sin escrúpulos, se encuentra en su ubicación: primera línea del litoral y zona natural para el esponjamiento (o expansión por saturación) del centro
Eso explica por qué se permite a una promotora danesa ofrecer alegremente pisos de 39 metros cuadrados por más de 286.000 euros, por ejemplo, o por qué esa marina de lujo sería la instalación que complementara, si no lo terminamos de frenar, el hotel rascacielos del Puerto.
Si el ordenamiento urbanístico de Huelin pretendía disolver los focos de revueltas obreras, la embestida actual eleva los precios de tal modo que persigue, directamente, expulsar a sus vecinos y comerciantes para sustituirlos por otros de alto poder adquisitivo y visitantes ricos.
Se cumple así el deseo explícito del alcalde de que nos vayamos a vivir fuera y solo vengamos a la ciudad para servir a esos ricachones y turistas. Como ya comenté en otra ocasión, esa es la solución que De la Torre ofrecía a la ministra de (Segunda) Vivienda, tan temerosa de que la ciudad se quedara sin gente que le sirviera sus espetos.
Exigir cambios de raíz a los gobiernos, como ocurrió en la histórica manifestación del 29 de junio, ya no parece tener sentido, como vemos mes a mes. Por eso, y ya que hablamos de Huelin, ojalá sea este el aldabonazo que la ciudad necesita para recuperar aquel viejo espíritu de revueltas.
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