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Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

Idolatrar tanques y al futbolista temerario

La España de charanga y pandereta que mi sur, sevillano y andaluz, encarna con maestría y vocación, ha salido dos veces en masa el fin de semana desafiando los 40 grados. El sábado, en homenaje a las Fuerzas Armadas; el domingo, en homenaje al fallecido con 35 años, José Antonio Reyes. Ejemplo de futbolista, como en justicia se destaca, pero conductor imprudente (circulando a 237 kilómetros por hora) como no puede dejar de señalarse por su rol de modelo para tantos aficionados.

El primer evento lo llenaron miles, como figurantes del desfile del Día de las Fuerzas Armadas presidido, ante la Maestranza, por los Reyes de España. Sevilla es buena plaza para todo festejo. Organizadores de eventos, aquí estamos, siempre batiendo palmas. Para una boda de Infanta, una Gala de los Goya, o el 30 aniversario de misiones del Ejército en el extranjero.

Estas misiones han costado unas 190 vidas de nuestros soldados (las bajas oscilan de las 173 oficiales a las 186 que citó el rey). Algunas fueron inevitables. Otras, como las 62 del Yak-42, obra del cutrerío y la irresponsabilidad del ministro Federico Trillo y mandos que sacrificaron a sus subordinados. 62 de 186 son el 33%. Esa negligencia debería indignar más a Felipe VI que el izado interruptus de la bandera por el que cabeceó con tan poco temple institucional.

En dos días me he topado entre conocidos con cinco parejas muy distintas, nada belicistas, cuatro con gran implicación social, que fueron con sus hijos y disfrutaron. Yo, de forma instintiva, me he sentido excluida de esta exaltación de lo bélico. Una semana antes me sorprendió en la calle el intimidatorio estruendo de decenas de aviones en vuelo bajo. “¿Por qué?” -me pregunté- “¿Qué está pasando?”. Sentí miedo. Y el escalofrío ha vuelto a recorrerme cada ensayo, pese a saber ya que sólo preparaban el desfile. Es impactante lo expuesta que te ves bajo el poder destructor de estas aeronaves, estos “cazas”. Me gustaría no albergar ningún recelo.

Mi solidaridad es plena con mis conciudadanos militares despedidos solo por cumplir 45 años. Mi empatía total con la madre trabajadora, en su caso legionaria, que en pleno desfile de Sevilla ha vuelto a ser sancionada por el tribunal militar sevillano por faltar al desfile de la Inmaculada el 8 de diciembre de 2017 para cuidar de su hija de dos años.

Pero, de un lado, echo en falta la defensa clara y unánime del Ejército a nuestro ordenamiento democrático y constitucional. Pues ante casos de agresiones sexuales, homófobas, de vulneración del respeto a las víctimas del franquismo, de exaltación del golpe de estado anti-republicano y ensalzamiento de la dictadura de 40 años, el Ejército tiene una alarmante tendencia reaccionaria. ¡Cuánto más que un desfile unirían al ejército a la sociedad actos como la I Jornada Diversidad y Seguridad contra delitos homófobos celebrada por la Asociación de Policías LGTBI+ GayLesPol!

¿Utopías inalcanzables o metas concretas?

Por otra parte, este 4 de junio, que se cumple el 30 aniversario de las manifestaciones democráticas chinas en la plaza de Tiannanmen, aplastadas al mes con un baño de sangre; aquel 1989 en que cayó el muro de Berlín, cuando Gorbachov visitaba Pekín y los chinos soñaban con que, tras la URSS, su dictadura acabara... recuerdo con viveza cuántas veces los ejércitos equivocan su patria y masacran a su gente.

Si los miles de sevillanos movilizados por la bandera actuaran frente a la ignominia de que 12 de los 15 barrios más pobres de España y 11 de las 15 ciudades con más paro del país sean de Andalucía, otro gallo cantaría. Otra patria se haría. Parece mentira, pero en la capital andaluza, 104.000 de sus 700.000 habitantes, el 15%, viven en el umbral de la pobreza.

No se trata de utopías inalcanzables, sino de metas concretas: profesores, trabajadores sociales, médicos con sueldos y horarios dignos y no explotados. ¡Que Andalucía se queda sin doctores y enfermeros! ¡Que se van a trabajar al extranjero! Se trata de poner ascensores en bloques de barriadas de todo el país donde ancianos y enfermos viven presos sin poder salir. Se trata de crear piscinas públicas gratuitas, no deportivas, cubiertas, sino para que se remojen los chiquillos de pisos caja de cerillas, sin aire acondicionado; esos niños que no veranean.

Afición transversal en España por antonomasia, el fútbol, concitó la asistencia de más de once mil personas a la capilla ardiente del futbolista José Antonio Reyes. Un profesional muy apreciado, según consenso, por todos los clubes y aficiones para los que jugó (Sevilla, Madrid, Atlético, Benfica, Arsenal, Espanyol, Córdoba y Extremadura). Un hombre, según el atestado de la Guardia Civil, fallecido al volante del coche de gran cilindrada que conducía a 237 kilómetros por hora, cuando el reventón de una rueda le sacó de la carretera.

Creo necesario, sano para nuestra sociedad, que seamos capaces de deslindar la admiración profesional sumada al dolor por la muerte de jóvenes, él y su acompañante, al desvelo por el tercer ocupante del coche que lucha por sobrevivir, con la crítica a una conducción temeraria que puede costar las vidas del resto que compartimos carretera con estos adictos a la velocidad extrema.

La España de charanga y pandereta que mi sur, sevillano y andaluz, encarna con maestría y vocación, ha salido dos veces en masa el fin de semana desafiando los 40 grados. El sábado, en homenaje a las Fuerzas Armadas; el domingo, en homenaje al fallecido con 35 años, José Antonio Reyes. Ejemplo de futbolista, como en justicia se destaca, pero conductor imprudente (circulando a 237 kilómetros por hora) como no puede dejar de señalarse por su rol de modelo para tantos aficionados.

El primer evento lo llenaron miles, como figurantes del desfile del Día de las Fuerzas Armadas presidido, ante la Maestranza, por los Reyes de España. Sevilla es buena plaza para todo festejo. Organizadores de eventos, aquí estamos, siempre batiendo palmas. Para una boda de Infanta, una Gala de los Goya, o el 30 aniversario de misiones del Ejército en el extranjero.