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Un Poder Judicial sin frenos

18 de septiembre de 2022 21:44 h

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Hace algunos años visitó Sevilla un juez de circuito norteamericano -juez de una corte de apelación-. Un grupo de amigos del mundillo del derecho asistimos a un encuentro con él para intercambiar opiniones y curiosidades. En un momento de la conversación colectiva, el juez estadounidense nos interpeló: ¿hay algún juez español en la cárcel? Nos cogió a todos de sorpresa. Después de una pensada colectiva recordamos que en aquel momento había uno, que no era de carrera, con algún problema; pero en la cárcel cárcel, ninguno. 

Entonces, el americano dijo: la justicia española no funciona. Naturalmente que aquel venerable señor no quería meter a los jueces en la cárcel sino que lo que quería decir es que un sistema judicial en democracia no funciona si los jueces son impunes.

Antes de los democráticamente luctuosos últimos acontecimientos que acontecen en torno al CGPJ, conversé con un amigo, eminente jurista y magistrado del ala demócrata, quien puso sobre la mesa el sistema de sorteo para configurar la composición del CGPJ y así salir del atasco, político se entiende, entre en serio y broma. Se remontaba al sistema de designación de los jueces en tiempos de la democracia griega. Le respondí, en el mismo tono, que sí, pero con la condición de que instaurara también el ostrakismos, es decir, la posibilidad de que el pueblo expulsara de la vida pública a aquellos que atentaran gravemente contra la democracia. Nos reímos muchísimo.

En Grecia, los jueces se elegían por sorteo, pero de entre todos los ciudadanos con derechos políticos. Era de forma temporal, a saber, rotatorio. Los griegos llegaron a la conclusión de que, primero, todos los ciudadanos deberían poder ser jueces; segundo, que debía ser un cargo rotatorio. En ambos casos, lo que se pretendía evitar era la posibilidad muy probable y experimentada de que los jueces pudieran ser corrompidos.

Además, los jueces griegos estaban sometidos a dos procedimientos: el primero, la dokimasia, consistente en un examen del pueblo para comprobar las aptitudes democráticas de los candidatos. Y el otro, la euthinai, es decir, la exigencia de cuentas. No se podía ser juez por la cara, y mucho menos, se pasaba por tan alta magistratura yéndose de rositas. La responsabilidad es parte imprescindible de la democracia. No puede haber espacios de impunidad, como ocurre en el Poder Judicial en España.

Una parte muy importante de España, jueces demócratas incluidos, miles de años después, está perpleja antes la impunidad con la que se desenvuelven los miembros del CGPJ. Todo ello por la ausencia de responsabilidad de los miembros filibusteros del CGPJ que se niegan a cumplir la ley, porque la Constitución ya la incumplen desde hace años.

Quizá en España tampoco necesitemos un CGPJ como éste, ni unos jueces que por encima de sus legítimas convicciones políticas no cumplan la ley y el orden constitucional y democrático.

Alberto Núñez Feijóo, líder temporal de la oposición derechista, ha llegado incluso a afirmar que el CGPJ no incumple porque la ley, es decir, lo que emana del poder legislativo, es anticonstitucional, dándole el marchamo a los miembros del CGPJ de intérpretes de la Constitución en detrimento del Tribunal Constitucional. El juez Lesmes, presidente del órgano insurrecto y del Supremo, reparte las culpas entre partidos, sin asumir la suya propia como parte de la insumisión al orden democrático del órgano que preside.

Los jueces dicen que no quieren ser controlados, quieren ser impunes, poseedores del Poder Judicial, como si uno de los poderes del Estado fuera suyo. Podríamos seguir enumerando una a una cada una de las bravuconadas de unos jueces y juristas de reconocido prestigio como activistas políticos contra el poder ejecutivo y el poder legislativo.

No es verdad lo que dicen los jueces sobre lo que dice Europa sobre la manera de elegirlos. Sin embargo, lo que sí dicen algunas Constituciones democráticas europeas es que no es necesario un CGPJ como el que tiene España y mucho menos unos jueces que se puedan declarar insurrectos e impunes. Quizá en España tampoco necesitemos un CGPJ como éste, ni unos jueces que por encima de sus legítimas convicciones políticas no cumplan la ley y el orden constitucional y democrático. Quizá deberíamos caminar hacia un modelo alemán o austriaco, más propio de un Estado compuesto como el español. Y en todo caso, si hay que sortear, mejor sortear entre jueces demócratas, pero en ningún un caso dejar al azar, al albur de un juego de dados, el papel de unos jueces y sus organizaciones que están lacrando la viabilidad democrática de España.

Hace algunos años visitó Sevilla un juez de circuito norteamericano -juez de una corte de apelación-. Un grupo de amigos del mundillo del derecho asistimos a un encuentro con él para intercambiar opiniones y curiosidades. En un momento de la conversación colectiva, el juez estadounidense nos interpeló: ¿hay algún juez español en la cárcel? Nos cogió a todos de sorpresa. Después de una pensada colectiva recordamos que en aquel momento había uno, que no era de carrera, con algún problema; pero en la cárcel cárcel, ninguno. 

Entonces, el americano dijo: la justicia española no funciona. Naturalmente que aquel venerable señor no quería meter a los jueces en la cárcel sino que lo que quería decir es que un sistema judicial en democracia no funciona si los jueces son impunes.