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Legisladores cortos
Termina la legislatura más corta de la democracia española, y digo lo de corta en el más amplio sentido, ya que ha durado apenas tres meses, y además ha contado con las cabezas políticas peor amuebladas de nuestra reciente historia, por detrás incluso de las de Arias Cañete y Wert, que ya es decir. Porque hay que ser torpe para malinterpretar el claro mensaje que los sufridos electores les dimos el 20-D: no os peléis en el patio y no os limpiéis los mocos con la manga, sobre todo con nuestra manga.
Concluido el trimestre lectivo, puedo afirmar que todos los examinandos deben ser evaluados como deficientes, aunque hay dos, Pedro Sánchez y Alberto Rivera, que han intentado hacer los deberes, aunque después se los haya comido el perro. Entre los muy deficientes destacaré a dos, Mariano Rajoy, que ni siquiera ha asistido a clase, y Pablo Iglesias, que sí ha asistido, para desgracia de la escuela, ya que se ha mostrado como el niño más faltón y abusón.
No todo es negativo, ya que por fin los dos partidos que mejor representan a España y a los españoles (según ellos mismos), el PP y Podemos, se han puesto de acuerdo en algo. Según el brillantísimo diagnóstico de los cabecillas Rajoy e Iglesias, la culpa de la repetición de las elecciones la tiene Sánchez, que sólo buscaba una alianza con los radicales e independentistas para destruir España o una gran coalición con la derecha por orden del Ibex 35, para destruir a los españoles, las dos cosas a la vez e incluso al unísono.
Nos preparamos para nuevas elecciones, que me tienen bastante ofendido, ya que son el resultado de la consideración que los políticos tienen de nosotros, ya que presuponen somos tontos de baba y nos dan otra oportunidad para que votemos lo correcto. Lo que no saben en su infinita ignorancia es que los españoles votamos lo que nos salió de las mismísimas partes blandas y que volveremos a votar lo mismo, porque tampoco nos han dicho nada nuevo para que cambiemos de opinión. Es más, yo les rogaría a ustedes que repitieran voto, para que los escaños se repartieran de la misma forma, poltrona arriba, poltrona abajo, y demostrarles que con este resultado ‘sí se puede’ llegar a un acuerdo.
No creo que se arriesgaran a repetir comicios otra vez, aunque tratándose de mocosos tan impertinentes y torpes no habría que descartarlo. Y digo lo de torpes por la frustrada y defectuosa Ley 25 de Emergencia Social, presentada por Podemos, a la que le falta una disposición transitoria, que podría decir: ‘Los ciudadanos a los que ampara esta norma deberán aguantarse su hambre y su frío hasta que se celebren nuevas elecciones y ganemos nosotros’.
Campaña sobre campaña
Esto es lo que nos toca, aguantar de nuevo a nuestros deficientes políticos alardeando de sus logros y haciendo lo que mejor saben hacer. Mariano Rajoy subido en el taburete de don Tancredo, pasando a limpio la dos hojas en blanco que redactó en estos últimos años, si es que no se las han robado en la sede de Génova; Pedro Sánchez, agazapado en su trinchera a la espera de que le ataquen por todos los flancos, incluido el interno, que para qué quiere enemigos si ya tiene compañeros de partido; Albert Rivera, subido en su pedestal de prohombre de la patria, encantado de conocerse y dispuesto a conocerse aún mejor.
Y por fin, Pablo Iglesias elevado a los cielos por la gracia de Dios (o sea, de sí mismo), que para mantenerse tercero intenta confluir a IU, desde atrás, después de haberse desconfluido de ella hace ya casi un trienio. El problema de este ‘espacio bonito’ es buscarle un nombre, que no es fácil, dado la altísima consideración que tienen todos de sí mismos. Por eso yo les propongo que el nuevo partido se llame PIU (Pablo Iglesias Ungido), aunque si hay reticencias políticas también podría llamarse Podemos-Partido Obrero, que podría ser conocido por sus siglas: el POPÓ.
Termina la legislatura más corta de la democracia española, y digo lo de corta en el más amplio sentido, ya que ha durado apenas tres meses, y además ha contado con las cabezas políticas peor amuebladas de nuestra reciente historia, por detrás incluso de las de Arias Cañete y Wert, que ya es decir. Porque hay que ser torpe para malinterpretar el claro mensaje que los sufridos electores les dimos el 20-D: no os peléis en el patio y no os limpiéis los mocos con la manga, sobre todo con nuestra manga.
Concluido el trimestre lectivo, puedo afirmar que todos los examinandos deben ser evaluados como deficientes, aunque hay dos, Pedro Sánchez y Alberto Rivera, que han intentado hacer los deberes, aunque después se los haya comido el perro. Entre los muy deficientes destacaré a dos, Mariano Rajoy, que ni siquiera ha asistido a clase, y Pablo Iglesias, que sí ha asistido, para desgracia de la escuela, ya que se ha mostrado como el niño más faltón y abusón.