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La Ley Wert suspende nada más empezar el curso
Si es cierto que Wert dijo en una ocasión que era “como un toro bravo, me crezco con el castigo”, los organizadores de los sanfermines tal vez deberían ir planteándose adelantar las fiestas antes de que la cosa se nos vaya de las manos. El primer curso escolar con la LOMCE arranca en un clima de auténtica desorganizaciónclima de auténtica desorganización, con dos huelgas convocadas y cinco comunidades autónomas –que suman casi la mitad de la población de España- bloqueando la aplicación de la norma. Un presupuesto menguante, becas, ayudas para comedor o clases de apoyo suprimidas, y almacenes repletos de nuevos libros de texto que la mayoría de regiones no va a utilizar para no castigar más el bolsillo de las familias. Las editoriales lógicamente están que trinan, pero lloraremos por ellas otro día. En definitiva, el inicio del curso está siendo un verdadero éxito político. O como quizá el toro Wert se estará diciendo a sí mismo, mentón alto y erguido frente al espejo, olé.
A primera vista, alguien puede pensar que no es muy bonito que desde las regiones se obstaculice la aplicación de las leyes. Huele a boicot, a insumisión, a desacato. Pero la realidad es que la decisión de Andalucía, Cataluña, Canarias, País Vasco y Asturias de adoptar medidas “paliativas” ante los aspectos más negativos de la Lomce no sólo es escrupulosamente legal, sino también legítima y muy probablemente necesaria. Alguien debió recordarle a Wert que esto es lo que pasa cuando se juega al rodillo con la mayoría absoluta y se aprueban leyes en solitario como ésta, profundamente regresiva, sin pensar que después van a necesitar de las competencias autonómicas para llevarlas a la práctica.
Por tanto, legal, legítimo y necesario. Sí. Pero también un lío interesante, como pudieron comprobar ayer los periodistas en la rueda de prensa del Consejo de Gobierno en la que el consejero de Educación explicó las medidas de “transición” vigentes durante este curso. Por ejemplo, en Andalucía se mantendrá Educación para la Ciudadanía –que la ley Wert elimina- pero también una especie de clase de ‘ética’ para quienes no cursen religión. La asignatura de Conocimiento del Medio no se dividirá como manda la Ley –en naturales y sociales- pero habrá que hacer dos exámenes por separado para evitar que en el futuro los alumnos se encuentren con problemas en sus currículos escolares. El decreto con todos estos cambios no estará terminado hasta el año que viene, así que de momento los centros se guiarán por “instrucciones” de la Consejería. En fin, clarito, clarito.
De todas formas, lo más importante para las familias de la resistencia del Gobierno andaluz no está aquí, sino sobre todo en su negativa a importar los recortes educativos de Rajoy y Wert y su decisión de mantener la gratuidad de los libros de texto, ayudas al transporte y comedores escolares, o medidas de apoyo a inmigrantes y niños con necesidades especiales, entre otras.
Todo parece indicar que la Ley Wert será tan efímera como la bravura del ministro cuando lleguen las próximas elecciones. Pero mientras tanto habremos perdido cuatro años, otros cuatro años más, sin contar con una condenada ley de educación que reúna el consenso imprescindible para un asunto que todos coinciden (será lo único) en considerar estratégico. El último informe de la OCDE –recomendaciones ridículas aparte- ha confirmado la existencia de toda una generación perdida de jóvenes en España y ha dado la voz de alarma ante insoportables tasas de abandono escolar. ¿Acaso queremos fabricar una nueva?
Si es cierto que Wert dijo en una ocasión que era “como un toro bravo, me crezco con el castigo”, los organizadores de los sanfermines tal vez deberían ir planteándose adelantar las fiestas antes de que la cosa se nos vaya de las manos. El primer curso escolar con la LOMCE arranca en un clima de auténtica desorganizaciónclima de auténtica desorganización, con dos huelgas convocadas y cinco comunidades autónomas –que suman casi la mitad de la población de España- bloqueando la aplicación de la norma. Un presupuesto menguante, becas, ayudas para comedor o clases de apoyo suprimidas, y almacenes repletos de nuevos libros de texto que la mayoría de regiones no va a utilizar para no castigar más el bolsillo de las familias. Las editoriales lógicamente están que trinan, pero lloraremos por ellas otro día. En definitiva, el inicio del curso está siendo un verdadero éxito político. O como quizá el toro Wert se estará diciendo a sí mismo, mentón alto y erguido frente al espejo, olé.
A primera vista, alguien puede pensar que no es muy bonito que desde las regiones se obstaculice la aplicación de las leyes. Huele a boicot, a insumisión, a desacato. Pero la realidad es que la decisión de Andalucía, Cataluña, Canarias, País Vasco y Asturias de adoptar medidas “paliativas” ante los aspectos más negativos de la Lomce no sólo es escrupulosamente legal, sino también legítima y muy probablemente necesaria. Alguien debió recordarle a Wert que esto es lo que pasa cuando se juega al rodillo con la mayoría absoluta y se aprueban leyes en solitario como ésta, profundamente regresiva, sin pensar que después van a necesitar de las competencias autonómicas para llevarlas a la práctica.