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Marte y lo que no mide el PISA
Tengo debilidad por las películas del espacio. De las últimas del género que más me han gustado, sin duda meto en la lista a Marte. Ese astronauta que aplica todos sus conocimientos e ingenio para sobrevivir. Personas que son capaces de acumular sabiduría y usarla con cabeza. Matt Damon gana. A la naturaleza, al planeta Rojo, a su miedo. Y ganar, no podemos negarlo, gusta.
Así que cuando aparece un ranking como el PISA, todos queremos ganar, ser los mejores. En este caso, demostrar que nuestra educación es tan fantástica que logra sacar más puntos en un examen. Y mira que sabemos que los exámenes los carga el diablo. Como también sabemos que el PISA es un informe con muchos peros, incluido el que lo haga un organismo cuyo objetivo es el crecimiento cuando no comparto esa creencia del crecimiento sin límite, y cuyo enfoque es absolutamente económico: “tu educación hoy es tu economía de mañana”, explica su reponsable, A. Schleicher. Pero da igual. El informe levanta ampollas de unos y hace sacar pecho a otros para presumir de sistema educativo y de infancia de nivel. O para denostar las políticas del contrario. Justo ahora que andábamos en tiempo de consenso y camino de un potencial pacto por la educación.
Y sin embargo, creo que el PISA se me va a quedar corto. No desprecio ni un poquito los conocimientos. No me entiendan mal. Hay que poner la base sobre la que construir. Además de que aprender supone siempre retar a la curiosidad, sembrar la duda, abrir la mente. Los niños y niñas tienen que estudiar, sí. Pero hay un montón de cosas que no mide el PISA y, honestamente, creo que cada vez son más importantes si no lo han sido siempre.
Lo que no mide el PISA es si mis hijas cooperarán, si encajarán los fracasos, si serán generosas en sus éxitos. Si tendrán la imaginación suficiente para enfrentarse a la vida. Si admitirán que no saben, pero pueden seguir aprendiendo. No mide si serán capaces de reconocer sus habilidades y las de otros; si querrán o si intentarán dejar el mundo un poco mejor de lo que lo encontraron. O si estarán preparadas para los cambios o para los empleos, ahora desconocidos, a los que se van a enfrentar.
El PISA no mide el papel de las familias aunque las meta en una casilla llamada nivel socioeconómico. Ni el de la televisión, ni la influencia de los youtubers, ni mide el ejemplo de los futbolistas, o nuestra manera de actuar en el parque. El PISA no mide esa responsabilidad compartida.
Tampoco mide el respeto al diferente, ni el grado de civilización de un grupo de personas en función de su humanidad para con otros, no del número de carreteras. Puede que por eso el mundo esté virando, de nuevo, hacia la xenofobia y los muros. Que estemos todos a la defensiva y no por la colaboración.
Lo que no dice el informe PISA es que estamos preocupados en avanzar en conocimientos y aplicarlos pero olvidamos que los conocimientos sin humanidad para usarlos no sirven. Que no hace falta ser iletrado para ser un bárbaro.
Por eso se me queda corto el PISA. Como se quedaría corta la película sin esa parte (y ahí va el momento 'spoiler') en la que su tripulación vuelve a buscar a Damon en cuanto saben que está vivo. Porque no se deja a nadie atrás.
Y eso es lo que quiero que mida alguien. Me encantaría que mis hijas fueran como el protagonista de la cinta, con tantos conocimientos como para aplicarlos ¡¡en Marte!! Por supuesto ellas serán lo que quieran. Pero creo que lo que más me gustaría es que fueran como alguno de los tripulantes de la nave. Porque para viajar en una nave hay que saber convivir, acordar, decidir, tener empatía, ayudarse e intentar no dejar a nadie en el camino. Quiero que, si no tienen todas las capacidades para llevar esa nave o para subir una montaña, sus compañeros y compañeras las ayuden. Que, de camino, aprendan a trabajar en equipo, a caerse, a levantarse. A perder, sí. Y a no perder la esperanza, como el protagonista de Marte.
Así que, con su permiso, hoy me quedo con todo lo que no mide el PISA. Porque en todos esos capítulos es donde más difícil nos resulta aprobar a todos.