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Mejor ser de Lepe que de Ana y los siete o por qué somos tan raros los andaluces
¿Qué tienen que ver los niños de Ana y los siete con la fonética? En realidad, no mucho. Os tengo que pedir por favor que me perdonéis por usar a Ana Obregón y a los niños de su maravillosa serie para hacer más interesante este artículo, pero es que los andaluces hacemos cosas muy raras, y os lo tengo que contar.
Os tengo que explicar un poco de fonética primero
Resulta que el andaluz y el inglés comparten un sonido consonántico que el español peninsular, en general, no tiene. Esta consonante es la que en fonética articulatoria llamamos fricativa glotal sorda, que se representa en el Alfabéto Fonético Internacional con una [h] y que podéis escuchar abajo. Es el primer sonido que suena del verbo inglés have o el tercero de nuestro sustantivo caja pronunciado a la andaluza (caha). Esta consonante se representa en la lengua escrita en español con la letra «j», además de con «ge/gi», aunque informalmente, por ejemplo en WhatsApp, los andaluces también usamos la letra «h»). En inglés se representa con la «h», como en el pronombre de tercera persona he.
En español septentrional (o, como nos gusta decir a los andaluces, en español norteño), como sabéis, la «j» se pronuncia de una forma distinta. Es un sonido un poco más bestia que suena a holandés o alemán y que los lingüístas llamamos fricativo velar sordo ([x]), porque se pronuncia atrasando la lengua hacia el velo del paladar (casi atragantándote… Ugh, mira que son raritos ahí arriba, ¿eh?). Un sonido que en inglés no existe y que en andaluz casi que tampoco.
Digo que en andaluz casi que tampoco existe porque en realidad a veces sí que utilizamos ese sonido: cuando queremos hablar como un castellano, ya sea porque estamos intentando hablar en español estándar en algún contexto formal o porque directamente no queremos sonar como si no hubiésemos pasado ni por secundaria (no digo que deba ser así, pero este sentimiento de inferioridad existe). Pocos andaluces utilizan la jota [x] castellana desde la cuna, de forma espontánea y natural. Personalmente, diría que al menos en Cádiz, Sevilla, Huelva, Málaga y Córdoba eso no ocurre normalmente (y así lo atestigua el Atlas Lingüístico de la Península Ibérica).
Un poco de lógica lingüística
En lingüística se asume que, cuando una persona habla una lengua extranjera, suele hacerlo a partir de los sonidos que está acostumbrado a producir en su lengua materna. Esto ocurre porque transferimos lo que ya sabemos “inconscientemente” del sistema fonológico de nuestra lengua a esa otra lengua que no es nuestra.
Así, por ejemplo, cuando un inglés habla español, suele pronunciar la palabra bueno como [buenou] porque en inglés no hay una vocal parecida a esa [o] que aparezca en ese contexto de final de palabra. Lo más cercano es el diptongo inglés [ou] (la representación técnica es [ÉÊ]) y eso es lo que pronuncia un inglés de forma natural. Este uno de los rasgos fonéticos más característicos de los angloparlantes cuando pronuncian algo en español.
Ahora viene lo raro raro raro
Como os acabo de explicar, solemos pronunciar los sonidos de una lengua extranjera a partir de los que hemos aprendido a pronunciar en nuestra propia lengua materna. Así, los andaluces deberíamos pronunciar la «h» inglesa con nuestro sonido andaluz, que es muy parecido al inglés, tal y como os conté al principio de este texto.
Sin embargo, no lo hacemos. Cuando pronunciamos una «h» inglesa, la pronunciamos con una jota castellana [x] como una casa de grande, un sonido muy distinto, a pesar de que normalmente no pronunciaríamos ese sonido de forma natural en nuestra lengua materna. ¿Por qué? Pues no tengo ni idea. En principio no tiene sentido ninguno.
Quizá tenga que ver con esa percepción (errónea) de que la pronunciación andaluza es inferior a la pronunciación del español norteño o del español estándar. Quizá lo hacemos inconscientemente por culpa de un prejuicio lingüístico: que el inglés y el español son lenguas hechas y derechas, y el andaluz no. Así, una lengua tan prestigiosa como el inglés no puede tener ese sonido vulgar que los andaluces evitamos cuando queremos sonar cultos.
O quizá tenga que ver con cómo percibimos esa [h] inglesa. Quizá la percibimos como una jota castellana, un sonido que también forma parte de nuestro repertorio fonológico aunque no compartamos la misma forma de producir articulatoriamente esa palabra (obviamente, cuando un castellano nos dice «caja», por mucho que no lo pronuncie igual que nosotros, le entendemos perfectamente).
No lo sé: estos dos párrafos anteriores son solo suposiciones sin demasiado fundamento que habría que explorar más seriamente. Pero, por favor, recuerda: la próxima vez que pronuncies el verbo “to have” en inglés es mejor que parezca que eres de Lepe o del pueblo más perdido de la Sierra de Cádiz que parecer un niño pijo de la serie de Ana y Los Siete.
¿Qué tienen que ver los niños de Ana y los siete con la fonética? En realidad, no mucho. Os tengo que pedir por favor que me perdonéis por usar a Ana Obregón y a los niños de su maravillosa serie para hacer más interesante este artículo, pero es que los andaluces hacemos cosas muy raras, y os lo tengo que contar.