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No leerás libros impuros
La retirada por vía de especial urgencia ejecutada por la jueza Carola Soria Piquer de 11 lotes de 32 libros de temática LGTBI donados por el Ayuntamiento de Castellón a bibliotecas de institutos y un centro socioeducativo es un ataque tan grave a nuestro empeño de convivir con libertad sexual y de expresión que resulta intolerable.
La magistrada da cauce por vía “cautelarísima” a la denuncia de la asociación ultracatólica vinculada a Vox, Abogados Cristianos, para quien los libros “vulneran derechos fundamentales como la libertad religiosa porque recurre al constante escarnio de las religiones, no sólo católica, también al Islam, el judaísmo y la religión evangélica” y también lesionan el “derecho de los padres sobre la educación de sus hijos”. En su auto, la jueza justifica el secuestro exprés de los títulos diciendo que, una tramitación ordinaria produciría “perjuicios irreparables”, pues “en dicho lapso de tiempo (los libros) podrían ya ponerse a disposición de los alumnos menores de edad a quienes van dirigidos.”
Sí, habéis leído bien: los libros causarían daños irreparables. Ensayos, novelas, poemarios como El fin del armario de Bruno Bimbi (defendido enseguida por el presidente argentino Alberto Fernández muy crítico con esta “censura”) o La cultura de la homofobia y cómo acabar con ella, de Ramón Martínez, El amor del revés del último premio Herralde, Luisgé Martín o No vine a ser carne, de Gata Cattana (aquí tenéis la lista entera). Libros que ya están al alcance de cualquiera en bibliotecas y librerías. ¡ALERTA: nuevo riesgo de pandemia!
Como Abogados Cristianos se creó en tiempos del gobierno Zapatero y desde entonces batalla contra la libertad sexual y los derechos LGTBI, pero también feministas y reproductivos (con sus cruzadas del Hazte oír, el pin parental y todos su universo inquisitorial), nos tiene curados de espanto. Tampoco extraña que Vox bata palmas. Lo que, en cambio, asombra cada vez más es que la ultraderecha antidemocrática encuentre amparo instantáneo en supuestos garantes de la legalidad, como la magistrada Soria.
¿El derecho fundamental a la educación del alumnado al que se le hurtan estos libros no merece también protección urgente? Y, en paralelo, ¿en qué limita la libertad religiosa un ensayo, novela, poema LGTBI? ¿Impide a alguien sus creencias? ¿Acaso no hay gays cristianos, como musulmanes, judíos o ateos? Si Ludovic-Mohamed Zahed salió del armario como imam gay de París y casado con otro hombre, ¡en 2017! Pero, ¿de qué estamos hablando? Y, ¿a qué siglo arcaico nos ha llevado el Ministerio del Tiempo?
¿Que algunos de esos libros son un espejo poco favorecedor, que critican a la Iglesia? Acabáramos, ¿no se pueden escribir/leer textos críticos? Sería para troncharse, solo que a la vez nos rasgamos las vestiduras con noticias sobre que las afganas tienen que reconstruirse el himen para fingirse vírgenes. Si a atrasos del mismo medievo nos intentan arrastrar, continuamente, los talibanes de Vox y Abogados Cristianos.
Quemarían los libros a don Quijote
Ojalá la jueza Carola Soria rectifique, aunque existe el mal precedente de que usó otra vía cautelarísima para avalar una pseudoterapia contra el covid que los médicos desaconsejaban y tuvo que levantar la medida otro juez.
Da vértigo sentir que en el país cuyo mayor tesoro nacional, cuyo gran símbolo (tan citado en vano), es un libro y no uno cualquiera, sino un libro en el que al protagonista le quemaban sus libros por perniciosos y dañinos, en esta España, 400 años después de que Cervantes muriera, si don Quijote volviera toparía con fanáticos barberos y curas, tías y sobrinas que harían, de nuevo, de su biblioteca una pira.
¿Han leído El Quijote los Abogados Cristianos? ¿Pedirán que lo retiren de los institutos porque el retrato de ese cura hostigador del pobre Alonso Quijano deja mal al clero?
Hipocresía pecaminosa de la Iglesia
El papel de la Iglesia en esto no es baladí (y ya lo siento por esos creyentes y religiosos que hacen tan gran labor en ámbitos como el de la exclusión o la protección de los migrantes). Pero es que mientras los Abogados Cristianos atacan los derechos de todos nosotros en su cruzada anti LGTBI, la Conferencia Episcopal calla, igual que tapa la pederastia que corroe sus entrañas.
Neus Tomàs escribía esta semana en este diario cómo frente al reconocimiento por parte de la Iglesia francesa de 216.000 víctimas de 3.000 sacerdotes desde la década de los 50 al año pasado, en España, son investigaciones periodísticas las que sacan a la luz, por ahora, 360 casos con 928 víctimas. Ante lo cual, el presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Juan José Omella, ha tenido la desvergüenza de alegar en televisión, estos días, que la culpa de los crímenes de sus curas-predadores es de “los medios de comunicación que incitan a un sexo libre.”
La Iglesia católica española, la principal patronal de los colegios concertados, ni depura la pederastia pasada ni actúa para evitar que aún hoy exista en sus aulas. Una pederastia que, según el informe publicado esta semana por sus homólogos en Francia, tiene “una particularidad neta: el 80% de abusos los sufrieron niños, varones, de 10 a 13 años.” Víctimas de curas-pederastas gays, vamos.
¿Va a abrir pleitos Abogados Cristianos para proteger de la pederastia a los alumnos de colegios católicos? ¿Para defender el derecho de las familias a que sus hijos no sean sobados ni violados?
¿Los poderes públicos, policía o fiscalía, investigarán la pederastia sistémica de la Iglesia española cuya punta de iceberg tanto recuerda cómo emergieron los casos de EEUU, Irlanda, Canadá, Francia o delega todo esclarecimiento en la labor de la prensa?
Dejemos de hacernos trampas al solitario sobre quién corrompe y quién educa en libertad y respeto a nuestros niños y niñas en los colegios.
La retirada por vía de especial urgencia ejecutada por la jueza Carola Soria Piquer de 11 lotes de 32 libros de temática LGTBI donados por el Ayuntamiento de Castellón a bibliotecas de institutos y un centro socioeducativo es un ataque tan grave a nuestro empeño de convivir con libertad sexual y de expresión que resulta intolerable.
La magistrada da cauce por vía “cautelarísima” a la denuncia de la asociación ultracatólica vinculada a Vox, Abogados Cristianos, para quien los libros “vulneran derechos fundamentales como la libertad religiosa porque recurre al constante escarnio de las religiones, no sólo católica, también al Islam, el judaísmo y la religión evangélica” y también lesionan el “derecho de los padres sobre la educación de sus hijos”. En su auto, la jueza justifica el secuestro exprés de los títulos diciendo que, una tramitación ordinaria produciría “perjuicios irreparables”, pues “en dicho lapso de tiempo (los libros) podrían ya ponerse a disposición de los alumnos menores de edad a quienes van dirigidos.”