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Qué noble es tu causa... excepto si es feminista
“Tu causa feminista vale una mierda porque nace de la ira”. Así. Tal cual. Sinónimo arriba, sinónimo abajo, recibo esta frase de forma habitual en las redes sociales cada vez que cuestiono el machismo. Es algo habitual también en el resto de compañeras feministas. Supongo que quienes la escriben ni saben lo que dicen, o bien es fruto de querer alejar dudas y proteger a machistas concretos o, quizás, sus niveles de rabia son superiores a cualquier autocrítica incapaces de hacer.
Resulta, según estas personas, que nuestra causa feminista es una “mierda” (a decir verdad, normalmente va acompañado de “puta mierda”). Pero ojo, solo la nuestra. Porque desde siempre esta causa ha sido tildada de ser encabezada por mujeres locas, exageradas, obsesivas y despechadas; que con nuestros actos y discursos solo buscamos cumplir una venganza personal: traicionar a los hombres que nos hicieron daño.
Quienes pronuncian estas frases, también desde ese “precioso” espacio de izquierdas machista, no piensan en el simplismo de su discurso. Todos los movimientos que buscan la justicia social, la verdadera, son válidos.
¿Acaso la PAH reacciona por venganza porque la forman víctimas de desahucios? ¿Acaso la Plataforma de Afectados por la Hepatitis C o la asociación de Dependientes quedan deslegitimadas porque las defienden pacientes y familiares? ¿Acaso las Kellys o cualquier colectivo en defensa de los derechos laborales quedan invalidados por denunciar la precariedad y pobreza en el trabajo?
Por supuesto, estos y todos los movimientos sociales nacen desde el dolor. Pero desde el dolor que provoca el abuso, la injusticia y la impunidad. Desde el dolor de quienes callan sabiendo lo que ocurre. Es la única manera de que todo el mundo vea lo que sucede.
Pero podemos dar un paso más allá en este falso discurso, porque incluso hay activistas que promueven una causa y… oh, sorpresa: ¡no han padecido esa situación! Gente con conciencia social, que pelea por un mundo mejor, para mostrar las injusticias y provocar una reacción.
Que Óscar Camps y su equipo de Proactiva Open Arms suban a un barco para rescatar vidas de quienes huyen de la guerra y pobreza en alta mar, no es porque él haya sido antes un refugiado. Que Mabel Lozano sea una de las directoras que con sus documentales denuncie la trata de mujeres no significa que ella haya sido víctima. Que el médico y pediatra Iñaki Alegría y su equipo de Alegría Sin Fronteras trabajen en África contra la desnutrición, la enfermedad y para empoderar a las mujeres, no es porque él sea afectado directo o tenga allí familiares. Y así, mil casos.
Asumidlo, en el mundo hay mejores personas que no traicionan, y que actúan más allá de vuestros inválidos juicios. No confundáis la venganza con la lucha. Hay que ser muy miope para entender el feminismo desde lo individual y no desde lo colectivo. A nuestro pesar, hemos leído este tipo de mensajes también en boca de mujeres. De forma sorprendente, también en las que se declaraban feministas y mostraban “sororidad” ante las demás, antes de dar un giro de 180 grados. En cualquier caso, lo comprendemos. Salir del patriarcado, ser educada en una sociedad machista, deja su impronta y te convierte en alineada. No es tan extraño, también hay clase obrera que vota al PP. Aquí estaremos para cuando rectifiquen, porque no traicionamos.
El feminismo no es una moda. Es un movimiento político y social que arranca en el siglo XVIII, no me seáis ignorantes. No olvidemos que lo personal es político. El feminismo no va a asesinar, ni violar, ni acosar a los hombres ni destruir su autoestima con maltrato psicológico. No va de mujeres cargadas de ira. Va de reclamar espacios que nos pertenecen y de denunciar el machismo donde quiera que esté. Las mujeres que han sido dañadas por hombres no necesitan venganzas particulares. Les basta con el feminismo y con salvarse ellas mismas, que es todo. Y ellos no tienen peor condena que ser como son y lo que han hecho.
El feminismo es justicia y cambio, pero para eso hay que querer hacerlo. Un primer paso es hacer autocrítica y dejar de escribir este tipo de comentarios que ensucian y desprestigian una lucha social de más de 300 años, que ha permitido a las mujeres votar, estudiar, trabajar, divorciarse, abortar... Pero para mejorar el mundo hay que ser buena persona, y dejarse de pataletas. Al menos que pienses así salvar tu imagen, y sea la única forma de tener voz para que hagan “casito” a tu injusta lucha machista.