Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar

En el nombre del padre

Felipe VI y Juan Carlos I, durante la celebración de una Pascua Militar.
5 de enero de 2025 20:59 h

66

Ciertamente cuesta trabajo acertar los motivos por los que el jefe de Estado no asistirá al primer acto por el aniversario de la muerte de Francisco Franco. Dicen que es por cuestión de agenda pero resulta extraño que un rey constitucional tenga una agenda pública que no sea compatible y esté coordinada con la común del Gobierno y con sus propósitos. Lo cierto es que ha causado extrañeza, no porque seamos ingenuos sino por los destrozos en términos de reputación que la monarquía se autoinflige y puede acumular a su discutida legitimidad de origen.

Claro que el jefe de Estado es, además, rey y su pensamiento y lógica dinástica, si no ha acabado de comprender y aceptar la lógica constitucional, lo pueden haber llevado a insistir en esa vieja creencia de que los reyes tienen dos cuerpos, como muy bien explicó Ernst Kantorowicz: corpora separata; en este caso, un cuerpo debido a su condición de monarca constitucional y otro cuerpo, rendido y en deuda con su razón dinástica y, por tanto, fiel a su linaje, en su caso nacido de la legitimidad abrupta de su padre, Juan Carlos. Y claro, si los mortales nos debemos a nuestro progenitor, cómo no quien debe toda su legitimidad al carácter seminal de la monarquía, de padres a hijos.

Querían que pareciera un accidente legal pero no, desde el principio el rey ya venía en todos los paquetes, atado y bien atado en el lote

Y ahí empieza el lío porque hablamos de Franco, el dictador que concedió a su padre el título de sucesor como rey –saltándose, por cierto, el orden dinástico de los Borbones–. El padre del rey, el nuevo jefe del linaje desde que el dictador lo quiso, juró agradecido como príncipe los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional y luego volvió a hacerlo cuando fue coronado rey, dos días después del fallecimiento del dictador que le otorgó legitimidad. Desde allí hasta aquí, esas lealtades, sin haber roto nada, ni mucho menos abjurar de la dictadura.

Unos años después de aquello –Adolfo Suárez reconoció más tarde que lo colaron porque no habría resistido un referéndum– sin que aún fuéramos una democracia apareció el rey, en enero de 1977, en el texto de la ley de Reforma Política. Torcuato Fernández-Miranda, hombre también del Movimiento, se había encargado de la crianza política de Juan Carlos. Queriendo ser escrupuloso fue autor de la célebre frase: “De la ley a la ley a través de la ley”. Querían que pareciera un accidente legal pero no, desde el principio el rey ya venía en todos los paquetes, atado y bien atado en el lote; como apareció en el momento constituyente ya constituido per se y no per accidens, así nos cuentan que votamos y aceptamos la monarquía.

De este rey que ha gustado últimamente de aparecer en el barro queda poco que esperar, sus apariciones tienen más de esperpénticas y coheteras tuiteras encomendadas a la comunicación imaginativa de su Casa

A don Torcuato, fino jurista, no se le escaparía que el momento inicial fue rogado, lo tomas o lo dejas; la ley citada, aunque sometida a referéndum, fue una ley fundamental del ordenamiento franquista, con esa advertencia terminaba el redactado, y como tal fue aprobada por los procuradores del régimen franquista y el máximo órgano del partido único. Evidentemente, a pesar de lo obvio, para entonces los juristas de la corte, con trienios o de la nueva corte orgánica pazguata, ya estaban predispuestos a tragar lo que les echaran.

Si tu padre era así y así todo te llegó, cómo te vas a desprender de tu padre biológico y de tu padre-abuelo político. La monarquía tiene este defecto de fabricación, los expertos dirían que tiene una defectuosa legitimidad de origen; las cadenas de legitimidades de las monarquías se rompen, no obstante, pero solo cuando alguien, algún monarca, adquiere una legitimidad de ejercicio robusta y no parece el caso. De este rey que ha gustado últimamente de aparecer en el barro queda poco que esperar, sus apariciones tienen más de esperpénticas y coheteras tuiteras encomendadas a la comunicación imaginativa de su Casa que de la ejemplaridad y austeridad de ideas de una monarquía moderna adaptada con pulcritud a los tiempos democráticos; un esfuerzo enorme, hay que reconocerlo, en una institución que no lo es. Pero en la medida en que el modo de reproducción de la monarquía es la sucesión seminal, si no puede ir el padre a distanciarse de la dictadura de Franco, que vaya la hija, que tres reinados bien deberían bastar para alejarse del padre de tu padre, aunque se te aparezca por las noches. 

Sobre este blog

Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar

Etiquetas
stats