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Normalidad, supongo
Supongo que la gira que está realizando el secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, tiene que ver con la predicación del nuevo orden mundial establecido por EEUU. Estará en Marruecos y en Argelia y también en Israel. No le habrá faltado inspiración, aunque él es de origen judío, su presidente, Joe Biden, es un devoto católico y tendrá en sus mientes a Saulo de Tarso, el principal difusor del cristianismo fuera de Palestina. De hecho, podríamos calificar las prédicas de Blinke como epístolas de conversión, pero también epístolas guerreras.
Un nuevo orden que pretende normalizar el mundo, sin Rusia o contra Rusia, se supone. “Normalización”, así ha calificado un rotativo francés al encuentro de este fin de semana, auspiciado por el arriba dicho, entre mandatarios israelitas y los ministros del ramo de Exteriores de tres países árabes que se aliaron con Israel a pesar del fracaso de los Acuerdos de Abraham, patrocinados por el, de momento, difundo político Donald Trump. Los palestinos acusaron a estos tres de puñalá trapera a la causa árabe.
Allí estarán, Baréin y Emiratos Árabes, en uno de cuyos emiratos federados residen protegidos exjefes de Estado y traficantes de armas y personas con problemas con la justicia. También estará Marruecos, nuevo amiguito del alma de los españoles instalados. Y todo ello, a pesar de que en el citado país anfitrión, las resoluciones de la ONU resbalan como en una almona -prescindo intencionadamente de Palestina- y la anexión de los Altos del Golán, territorio sirio y bendecida por Trump, continúa lenta pero inexorablemente.
Josep Borrell ha dicho que España nunca irá contra las resoluciones de la ONU. Faltaría más, eso es cosa de Israel, supongo
Israel y Palestina, Marruecos, España y el Sáhara Occidental: trincarro, un juego de los niños de Sevilla de mis tiempos. Josep Borrell ha dicho que España nunca irá contra las resoluciones de la ONU. Faltaría más, eso es cosa de Israel, supongo.
La normalización también consiste, supongo, en no escuchar lo que está pasando en Afganistán, a pesar de que los mandantes de Blinken allí nos metieron a todos y de allí nos tuvimos que ir echando leches cuando los señoritos de Washington reinaron en que nunca ganarían, gastarían mucho más y perderían elecciones en EEUU. A los demás feligreses: epístolas guerreras, más gasto militar y misas.
Supongo que el bombardeo de Yeda, en concreto de instalaciones petroleras de Aramco (les sonará por su publicidad en los campos de balompié, su pasta les cuesta) también será normal. Han sido fuerzas yemeníes, cuya capital, Sana’a, fue bombardeada por los saudíes con pérdidas de vidas civiles: mujeres, ancianos y niños. Una guerra escondida y cruel la de Yemen, también vicaria como la de Ucrania. Por cierto, que los bombardeos con drones de las instalaciones de Aramco provocaron la suspensión de unos entrenamientos de la Fórmula Uno que allí se celebra.
No pasa nada, es la normalidad, como lo es también que vayamos allí a jugar al fútbol, a un país que acaba de ejecutar a 81 personas por distintos delitos, medida incompatible con la idea de libertad y democracia que dicen que tenemos.
Supongo que cuando se denuncia que a pesar de las sanciones formales al régimen de Birmania, nacido de un golpe militar, la UE sigue comprando madera de los bosques de aquel país, estamos ante una excepción, un caso de “isla forestal”. Europa, Alemania, no puede pasar sin gas ruso de Putin, ese con el que le pagamos su guerra criminal; por lo que se ve parece que tampoco podemos pasar sin madera de los golpistas de Birmania. Qué haríamos sin montar muebles los findes.
Supongo que ahora tampoco habrá problemas en conseguir que, vía el artículo 4, 5 o 6 del Tratado del Atlántico Norte, vulgo OTAN, la dos ciudades españolas del Magreb estén bajo el paraguas de la OTAN
Hablaba antes de trincarro, ese juego andaluz de mi infancia. Supongo que ahora que no hay problemas con Marruecos, el gobierno español entenderá el juego y no tendrá problemas en aplicar en Ceuta y Melilla la política aduanera común y el Espacio Schengen. Que somos europeos legalmente y amigos del Majzen. Antes, el gobierno era reticente por no enfadar a don Mohamed, ya no habrá ese temor, supongo.
Supongo que ahora tampoco habrá problemas en conseguir que, vía el artículo 4, 5 o 6 del Tratado del Atlántico Norte, vulgo OTAN, la dos ciudades españolas del Magreb estén bajo el paraguas de la OTAN. Que ya no hay enemigo inmediato, señor Albares, que lejano no lo ha habido nunca, o sí; se trata de la integridad territorial de uno de sus miembros. O todo es mucho suponer. Normal.
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