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Oficina de sicilianu
Según el investigador y antropólogo que más confianza me merece, Diego Gambetta, mafia es una palabra que viene del árabe, de la voz marfud, es decir rechazado. En un principio era un oficio noble; losgabellotti, luego mafiosi, eran los encargados de recaudar de los pequeños propietarios, en nombre de la minoría dominante, la gabela, un impuesto de origen también árabe.
Los gabellotti le cogieron el tranquillo al asunto y empezaron, primero a engañar a los poderosos (de ahí su buena reputación) pero luego acabaron extorsionando a todo el mundo (de ahí su mala). A lo que cobraban le llamaban pizzo, algo así como pellizco o mordida; finamente, comisión.
Al final se quedaron con el negocio, y todo el mundo, de una manera u otra, participaba en el invento: curas, jueces, abogados, políticos, banqueros, policías y, por supuesto, la prensa. Entre todos tejieron una red de autoprotección y clientelismo de la que todos trincaban y, por encima, un manto protector basado en la omertá, que viene de la humildad cristiana, el silencio. No solo en el sentido de callarse -que también- sino en el otro de schiaschiara, es decir, la bulla chismosa, el bulo, la mentira, como estiércol que todo lo cubre. Por supuesto que todos participaban, llegado el caso, en afinar y aclarar; en Sicilia dicen llevarlo a la biancaria, a la lavandería.
Y, claro, en sicilianu. Una lengua bellísima aquí oscurecida por la opacidad del crimen. Por interés etnolingüístico les diré que es familia del calabrés, por tanto, ndranghetta, aunque palabra de origen heleno, se entiende.
El cine nos ha ayudado a entender, pero también a oscurecer la lengua siciliana, mezclada con el italiano y corrompida por la versión de los ya nacidos en Chicago. En propiedad, el jefe de la famiglia es lu capu; luego están los dones y li baruni.
En Madrid la noticia es que don Giuseppe Maria y don Mariano han provocado una reunión famigliare entre don Paolo y la donna Isabella. En el trasunto, una cuestión de pizzi del frati de la donna, es decir, de sordi, jurdores. Ella (idda en sicilianu), como soru del afectado, había salido como una fiera apoyando a su frati. Antes, don Paolo había puesto a funcionar a su casetto, a no confundir con Casado, que esto significa el de las cuentas, el cajón, y al avvocato de la cosa.
Don Paolo no ha tenido, en tanto que capu dei capi -algo impropio de la cosa nostra- el afecto de li baruni don Alberto y don Gianma que, además, han pedido la cabeza de don Teodoro, experto en el lanzamiento de spicchiu de aceituna, deporte muy siciliano, a quien le echan la curpa. Están que trinan buscando al cascittuni, el chivato, pero de momento, solo ha dimitido el consigliere de don Giuseppe Luigi, con rango de caporegime, un escalón superior a soldato. No ha trascendido si hubo en la reunión vastuni o habrá cabezas de cavaddu.
En el actual estado de la cuestión no sé de quién esperar algo; en la Sicilia de entonces surgía un pentiti, arrepentido, pero no sé. De momento, debido a su utilidad y para ser prácticos, más vale que aprendamos sicilianu
En un principio, sonó bien el asunto; creímos que don Paolo se había convertido, o caído del cavaddu, pero no. Más bien recordó a los piconatte, los picotazos agónicos de Francesco Cossiga, presidente de la república italiana, acosado por la corrupción que acabó con su carrera política y su presidencia. Esto lo contó muy bien Norberto Bobbio, un intelectual y periodista comprometido contra la corrupción. Pero, en torno a la famiglia que nos ocupa, no están La Stampa o Paese Sera, donde publicaba. La prensa de la corte forma parte del entendimiento; en Sicilia se llamaría Lu Mundu, o algo así.
En el actual estado de la cuestión no sé de quién esperar algo; en la Sicilia de entonces surgía un pentiti, arrepentido, pero no sé. De momento, debido a su utilidad y para ser prácticos, más vale que aprendamos sicilianu. Y por qué no convertir Madrid en la capital de esta bella lengua mediante la creación de la Oficina del sicilianu. Traerían dinero, hay experiencia, voluntarios. Desde luego una de las primeras iniciativas debería ser incluirlo, al menos como optativa, en los colegios bien. Nunca vehicular, ¿capito? Hay futuro. Sé que cuesta un gran esfuerzo iniciarse pero ahí dejo como sugerencia, en un gesto colaborativo, la recomendación del libro de Andrea Camilleri, Vosotros no sabéis. Una joya para comprender la lengua de la mafia.
Como hay que estar al liquindoi, aquí dejo también un viejo proverbio siciliano: “Tinemu d’occhiu û scurpinni e û sirpenti , ma nun nni guardamu dû millipeddi”. Ya sabemos quién es el escorpión y quién la serpiente pero aún no sabemos el alcance de su veneno.
Según el investigador y antropólogo que más confianza me merece, Diego Gambetta, mafia es una palabra que viene del árabe, de la voz marfud, es decir rechazado. En un principio era un oficio noble; losgabellotti, luego mafiosi, eran los encargados de recaudar de los pequeños propietarios, en nombre de la minoría dominante, la gabela, un impuesto de origen también árabe.
Los gabellotti le cogieron el tranquillo al asunto y empezaron, primero a engañar a los poderosos (de ahí su buena reputación) pero luego acabaron extorsionando a todo el mundo (de ahí su mala). A lo que cobraban le llamaban pizzo, algo así como pellizco o mordida; finamente, comisión.