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PACMA,9 / Partidos, 0
La democracia le ha puesto los cuernos a la política con el PACMA. El partido animalista es el futuro. La política clásica, con estructuras jerarquizadas, o la moderna, con asambleas controladas, con un discurso políticamente correcto, asfixian hasta la muerte la frescura que precisa un partido político. Ambos, bipartidismo y novísimos asamblearios saben dos principios de la política: el primero, para conseguir el poder fuera primero hay que tener el interno; el segundo, las declaraciones sobre asuntos complejos, mejor en modo certamen de belleza en Nebraska.
En estas, aparece un partido animalista y lograr ese enigmático secreto, tan ansiado por todo político: marcar la agenda. El PACMA lo ha conseguido. Un asunto hasta ahora menor frente a los debates territoriales, la austeridad u otros logra colarse en igualdad de condiciones en la parrilla informativa, en la pole position de los titulares. En el debate público. Marca la Agenda política, ese arcano.
¿Por qué ahora?
Primero porque el futbol total funciona. Al contrario, la política total ya no funciona. La capacidad de movilizar afectos va aliada a asuntos concretos. Las grandes declaraciones sobre temas universales hacen parecer hoy a los partidos clásicos una aspirante a Miss/Mr Universo pidiendo como deseo la paz en el mundo. Además, piden la paz en el mundo pero permiten lo de Siria. Vaguedad e incongruencia. La ambigüedad calculada es fría, aseada para un canutazo; inútil para generar adhesión. Por el contrario, acciones como la de PACMA tienen coherencia en las decisiones y focalización de intereses. La decisión no es amar a tu cuñado globalmente, así todos queremos a nuestro cuñado. La historia es ir o no a su barbacoa del sábado. El compromiso concreto que revela tu posición.
Segundo, una posición constante en el tiempo. Algunos atrevidos adjetivan esto como honestidad. Tener unos principios y defenderlos. En la batalla partidaria hay un burladero de elasticidad infinita denominado interés general. El agujero negro de la dignidad. En su nombre, los principios se masajean, modelan y reformulan.
Por el contrario, el PACMA ha mantenido su argumentario sin que la táctica, a corto plazo, le haga modificar su ideario. En un partido total eso es imposible. La vida es hoy, la táctica ha ganado la batalla de la estrategia. El teletipo marca la agenda. Los principios no hacen nada más que meternos en líos, que diría un estratega orgánico.
El PACMA, en el sur, de 8.871 votos que obtuvo en 2012 ha pasado a 31.735, cuatro veces más, una formación que no hecho campaña. Define el debate con lo de Tordesillas. Escribe el acta de defunción de la fiesta nacional.
Cierto es que el zurcido de la malla social, que es la sociedad, está claro que no puede hilvanarse sólo desde posiciones particulares como la del PACMA. Pero puestos a política ficción, qué pasaría si este partido, de voto fiel e in crescendo incluyese en sus objetivos, igualdad, inclusión, bienestar social…. Conjugase principios más generalistas con su prioridad originaria, cosa por otro lado, más que coherente: un mayor bienestar social, económico y cultural es una mejor atención a los animales. Y mientras, los partidos clásicos hablando en el certamen de belleza.