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Aquí no ha pasado nada
Ya estamos todos. Ea, Esperanza Aguirre tiene delito, dice que “Madrid es la capital mundial del flamenco”. Viva Expaña Jeré.
¿A quién beneficia la penúltima filtración? Y lo que es más importante: ¿A quién fastidia la presunta investigación? Esta colección de cortinazos de humo rima con la ley de protección de ratos ligeramente abucharaos con un meco fiscal en la nuca. Aquí no ha pasado nada, proclaman.
Abro paréntesis: Rodrigo Rato aterrizó en Cádiz en los albores de los ochenta, en calidad de diputado a la fuerza, paracaidista, en los peores momentos de la derecha. Situó a Teófila Martínez en primera línea, hizo limpieza, los populares firmaron el primer pacto con los socialistas en El Puerto, donde Teófila asumió la responsabilidad urbanística, antes de alzarse con la alcaldía gaditana. Rato impuso a Teófila en el nuevo PP gaditano pese al rechazo de los dirigentes provinciales, encabezados por Arias Cañete.
Con el tiempo, y los vientos del azar, Teófila llegó a disputar la Junta con Chaves, ya ves, uno de los señores del mutis por el foro. La vinculación de Rato con el marido de Teófila no es nueva. A la primera edil le han complicado la campaña. Los manuales perversos de campaña desaconsejan la repetición de males, no conviene meterse en líos, la ley no escrita del silencio funciona, así que hay que dar la cara pero sin dar explicaciones. O así. Cierro paréntesis.
Todo ocurre dentro de la legalidad, esta gente se ha puesto de acuerdo con la legalidad, pero no hay manera de entender cuándo algo deja de ser ilegal, sabes cómo te digo. Recién llegados de los años ochenta, retornan a la escena Los Ilegales, salvaje banda asturiana de rock que acúñó la célebre tonadilla: “soy un macarra, soy un hortera, voy a toda hostia por la carretera”. Hoy, de vuelta a los ochenta, Los Ilegales, salvo su lenguaje mediáticamente incorrecto, se apellidan Los Normales.
Susana nos tranquiliza: “Andalucía tira del carro” en la tabla clasificatoria del paro locuaz. Treinta y ocho por ciento, ahí vamos.
Dolores de Senegal piensa en voz alta, “hemos trabajado un montón para saquear el país”, cruel destino aguarda a las palabras que se van de rositas al mismo olvido. Las noticias duran dos días, ellos lo saben, juegan con el tiempo y la forma, descuidan el mensaje a conciencia, conscientes, a bordo del poder hegemónico del disimulo. ¿Qué fue del ébola? ¿Qué pasó con los hilillos de plastilina, el tren, los aviones? ¿Se sabe algo del piloto suicida más allá de los dos días de espectáculo y confusión? Ahí quedó. Una respiración en la caja negra y un par de fiscales audaces. Cansa un poco este número de héroes y villanos, verdugos que ejercen de víctimas, culpa y remordimiento.
Ya está aquí la robolución.
Ya estamos todos. Ea, Esperanza Aguirre tiene delito, dice que “Madrid es la capital mundial del flamenco”. Viva Expaña Jeré.
¿A quién beneficia la penúltima filtración? Y lo que es más importante: ¿A quién fastidia la presunta investigación? Esta colección de cortinazos de humo rima con la ley de protección de ratos ligeramente abucharaos con un meco fiscal en la nuca. Aquí no ha pasado nada, proclaman.