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Y esto no ha pasado nunca, ¿no?
Mire, la edad empequeñece los acantilados. Poseer pasado tiene la ventaja de rebajar la efervescencia de las crisis. O así debería ser. Si alguien leyera historia en este país, si alguien leyera algo, nos ahorraríamos apocalípticos sermones en tertulias o editoriales de medios que le dicen a un partido cómo debe actuar. Todo ha pasado ya, decía el poeta latino. Mire, si el PSOE tiene algo es pasado. La discusión en sí tiene futuro.
Le recuerdo que hablamos de un partido roto cuando tuvo que decidir si entrar o no en la Internacional allá por los años 20, hablamos de una organización rota cuando se debate la colaboración o no con la dictadura de Primo de Rivera, hablamos de un partido roto cuando participa en el Gobierno de la segunda República y en la segunda legislatura abandona el Gobierno, dividido en posiciones reformistas, marxistas, radicales. Hablamos de un partido roto cuando Besteiro se revuelve contra el Negrín presidente durante la Guerra Civil, una organización escindida durante la dictadura de Franco, que llega bajo mínimos a los albores de la transición, roto por mil partes cuando abandona el marxismo en Suresnes, roto con la OTAN.
Un partido que ha tenido más congresos extraordinarios que ordinarios. ¿Un partido roto? Para sus contrincantes son unas siglas reconocidas en la historia de este país durante 137 años. Más allá de lo bien o mal que lo haya hecho, que de todo hay, y de la brutal desorientación de las últimas décadas, si de algo le pudiera servir este fugaz y frágil vuelo por la historia es para advertirnos que la organización del partido socialista no está ante su última crisis. La primera desde luego que no. Lo que debiera ser una noticia agradable para los partidos emergentes: visto con perspectiva, la crisis de Errejones e Iglesias es sólo un pequeño comienzo, necesario, para tener un gran pasado.
- Y ¿entonces?
Pues entonces en el PSOE lo que hay es una disputa ideológica y de poder. Ideológica porque, como siempre en su historia, están quienes creen que es mejor “estar” que radicalizarse, y quienes opinan que los ligeros giros a la derecha te dejan en el arcen... Y de poder, porque hay quienes, más allá de discutir el menú, quieren decidir quiénes asisten a las comidas.
- Y ¿entonces?
Pues entonces, amigo, podemos acudir a la falta de proyecto de la socialdemocracia europea, a los Owens, a los Corbynes, pero eso es otra conversación. En definitiva, el PSOE perdió la calle cuando se ocupó de tener el beneplácito de las élites económicas, cuando sonreía como un niño pequeño recompensado cuando en el brunch del Palace se asentía a su comportamiento, y cuando olvidó los polígonos, las universidades y los bares de barrio. El acuerdo entre clases medias y populares: el adn de la socialdemocracia. El PSOE tiene por delante la prioridad de hilvanar su relato. De ofrecer un proyecto diferenciado de la derecha tardofranquista que ocupa, aún, los altos estamentos del Estado. De desguazar a las élites y ofrecer un proyecto realista frente a los emergentes antisistema.
- Y entonces, ¿debe abstenerse?
Claro que sí. Ahora no tiene otro remedio que hacerlo. Aguantar el despeñamiento al que le someterán los nuevos partidos, lógico por otro lado. Buscar tiempo muerto, recomponerse. Abstenerse, sabiendo que lo hace condicionadamente: al desmantelamiento de la reforma laboral, a la eliminación de ley mordaza, a asegurar pensiones, a reforzar el sistema sanitario, a acordar en educación. Hablo de abstenerse para dejar pasar a un Ejecutivo que sin acordar no podrá gobernar.
- Y entonces ¿dejar gobernar a un partido imputado?
Y votado, amigo, votado. La pedagogía que queda por hacer es mucha en este país. Sé que no le convenzo, ni lo aspiro. Creo que su posición como joven, espectador y sufridor de una estafa de los mercados como la que estamos viendo, no le deja otra posición. Es así y así debe ser. Lo que debería ser aspiración del PSOE es que cuando busque usted instrumentos útiles, por realistas, por socialdemócratas, por ser expresión para la transformación social, encuentre en esas siglas una posibilidad.
- Me parece demasiado tarde para eso ya. La credibilidad ni está ni se la espera.
Pues puede ser que tenga razón... o no.
Mire, la edad empequeñece los acantilados. Poseer pasado tiene la ventaja de rebajar la efervescencia de las crisis. O así debería ser. Si alguien leyera historia en este país, si alguien leyera algo, nos ahorraríamos apocalípticos sermones en tertulias o editoriales de medios que le dicen a un partido cómo debe actuar. Todo ha pasado ya, decía el poeta latino. Mire, si el PSOE tiene algo es pasado. La discusión en sí tiene futuro.
Le recuerdo que hablamos de un partido roto cuando tuvo que decidir si entrar o no en la Internacional allá por los años 20, hablamos de una organización rota cuando se debate la colaboración o no con la dictadura de Primo de Rivera, hablamos de un partido roto cuando participa en el Gobierno de la segunda República y en la segunda legislatura abandona el Gobierno, dividido en posiciones reformistas, marxistas, radicales. Hablamos de un partido roto cuando Besteiro se revuelve contra el Negrín presidente durante la Guerra Civil, una organización escindida durante la dictadura de Franco, que llega bajo mínimos a los albores de la transición, roto por mil partes cuando abandona el marxismo en Suresnes, roto con la OTAN.