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De Piolín a Pulgarcito

Estaba parcialmente equivocado, lo confieso. Siempre he creído que los despropósitos acaecidos en torno a Cataluña tenían sólo la aviesa intención de distraernos de los sablazos al Estado del Bienestar y del saqueo de las arcas públicas de los dos partidos del 3%: el PP y CiU, ahora llamado PdCAT, que hasta el nombre se lo han embargado. Tras los hechos de los últimos días tengo que reconocer que he minusvalorado el poder de la estulticia en la acción política.

Por parte del Gobierno español, por ejemplo, con el envío de cinco mil policías y guardias civiles, muchos de ellos a bordo de un barco que tenía pintado un Piolín, que no me parece mal, que un chiste de vez en cuando no hace daño a nadie, siempre que no seas el gato Silvestre. Sólo 5.000 porque un genio en el Ministerio de Interior pensó que los 17.000 Mossos de Escuadra obedecerían a los jueces y harían su parte. El resultado, policías y guardias civiles desbordados, en territorio comanche, que hicieron lo que pudieron y además lo hicieron bastante bien, que aunque una hostia siempre está de más, bien es cierto que podrían haber repartido mucha más estopa y se contuvieron muy mucho.

Con un ministro de tal nivel craneal no me extrañaría nada que el día que los levantiscos nacionalistas pretendan proclamar la independencia el ministro Zoido mandara a un sargento y ocho guardias para impedir la votación, aunque no voy a dar ideas, que algunas las carga el diablo. El más tonto del infierno.

También el Govern dispone de mentes preclaras. Por ejemplo, el genio que al hacer el recuento, imbuido de patriotismo nacionalista, sumó un 100,8 por ciento de votos escrutados, con un 90 por ciento a favor, que es como le salían las cuentas a Franco: de los mismísimos huevos. Quedan así despejadas las dudas que en Europa pudiera haber de la validez de la pantomima.

El descanso de los necios

Por estas y otras cosas (llamar a declarar a 700 alcaldes o auto organizarse una huelga general como ha hecho Puigdemont) hay que dar la razón a Ortega Y Gasset, que prefería un malo a un necio, porque los malos descansan algún día, pero los necios jamás. Por ejemplo Rajoy, que sigue creyendo que en Cataluña no hay un problema y que si lo hay se arregla mandando fiscales y guardias civiles y haciendo que el Rey salga por la tele. Tampoco le queda a la zaga Pedro Sánchez, el Príncipe Valiente del PSOE, que del “No es No” pasó al “No pero Sí”, para acabar en el “Sí pero No” (a la actuación policial). Algo a caballo entre el “Doctor No” y “Sissí emperatriz”. Un príncipe que me ha salido rana y que acabará dejando que el escorpión se le suba al lomo para salvar el río. Menos mal que Podemos ha prometido no clavarle el aguijón.

Aunque la palma de los badulaques se la lleva Pablo Iglesias, que este sí es incansable. Tras sus cansinas prédicas sobre la maldad del sistema, ha ido a Barcelona dos veces y ha quedado afectado por el síndrome del Paralelo. Así, se ha creído el discurso nacionalista de que allí no hay democracia y que España les roba, que es como decir que los pobres están robando los ricos y que todos debemos pagar lo mismo, ya seas jornalero de la aceituna o empresario de postín.

Quisiera recordarle al tal Iglesias que los andaluces tenemos una renta per cápita de 17.000 euros frente a los 27.000 de los catalanes, aunque disfrutamos de 400.000 parados más. Por citar otra cuestión de actualidad, el Corredor Ferroviario del Mediterráneo está prácticamente acabado en Cataluña y muy avanzado en la Comunidad Valenciana, mientras en Andalucía apenas ha comenzado y no se concluirá (si se hace) hasta dentro de seis años. Si es cierto que les estamos robando, la verdad es que nos cunde muy poco.

Además de esta santa alianza con el PdCAT, representante de la burguesía más elitista y corrupta de España, dicho sea lo de España con perdón, vuelve a insistir Iglesias en que para solucionar todos los problemas patrios hay que echar al PP, olvidándose de que fue él, el Amado Líder de la Izquierda Pura, quien permitió que Rajoy gobierne durante ¡los próximos siete años! Como alternativa sugiere un mediador, que podría ser él mismo Iglesias o su prima, la Iglesia Católica. Así, como lo oyen.

Con este panorama de necios en bandada es de agradecer la propuesta de don Alfredo Pérez Rubalcaba, que ha resumido lo que debe proponer el PSOE: igualdad entre los ciudadanos españoles, que no quita para que, previo acatamiento de la leyes, se pueda reformar la Constitución en sentido federal y reconocer a Cataluña como nación (y a Murcia si se empeña); redactar un nuevo Estatuto con más autogobierno y protección de la lengua, la cultura, las costumbres y hasta de los castellets y las calçotades.

Una propuesta razonable, aunque soy pesimista al respecto, que en este cuento de nunca acabar, entre tanto necio, ustedes y yo somos como Pulgarcito, pequeños, perdidos y con la mierda hasta el cuello. Y no nos quejemos, que si pasan la cuchilla tendríamos que bajar la cabeza. Vayan cogiendo aire.

Estaba parcialmente equivocado, lo confieso. Siempre he creído que los despropósitos acaecidos en torno a Cataluña tenían sólo la aviesa intención de distraernos de los sablazos al Estado del Bienestar y del saqueo de las arcas públicas de los dos partidos del 3%: el PP y CiU, ahora llamado PdCAT, que hasta el nombre se lo han embargado. Tras los hechos de los últimos días tengo que reconocer que he minusvalorado el poder de la estulticia en la acción política.

Por parte del Gobierno español, por ejemplo, con el envío de cinco mil policías y guardias civiles, muchos de ellos a bordo de un barco que tenía pintado un Piolín, que no me parece mal, que un chiste de vez en cuando no hace daño a nadie, siempre que no seas el gato Silvestre. Sólo 5.000 porque un genio en el Ministerio de Interior pensó que los 17.000 Mossos de Escuadra obedecerían a los jueces y harían su parte. El resultado, policías y guardias civiles desbordados, en territorio comanche, que hicieron lo que pudieron y además lo hicieron bastante bien, que aunque una hostia siempre está de más, bien es cierto que podrían haber repartido mucha más estopa y se contuvieron muy mucho.