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Pistoleros de Twitter
Twitter no mató a la presidenta de León. Lo hicieron una madre y una hija poseídas por un odio criminal que las llevó a descerrajarle cinco tiros a quemarropa a Isabel Carrasco sin decirle ni una mala palabra de despedida. No se nos debe olvidar nunca que eso es lo verdaderamente terrible, pero es innegable que el asesinato de la dirigente popular ha tenido también otras consecuencias muy penosas, entre ellas el hecho de que ha inundado de bilis y diarreas de mala baba las redes sociales de todo el país.
Siento asco como cualquiera ante la irresponsabilidad supina de quienes han soltado lo primero que se les ha pasado por la cabeza sin reparar en la miseria de sus comentarios y convirtiendo algunas conversaciones en discusiones aberrantes hasta la náusea, pero cuidado con pensar en mordazas mediáticas, que suelen terminar muy mal.
Estamos a menos de un telediario de que algún bienpensante empiece a sugerir que hay que ponerle coto a las redes sociales para frenar a los sinvergüenzas que se abren cuentas personales con el único afán de insultar, difamar o amenazar a quien piensa diferente.
Un mensaje para ellos: no son necesarias nuevas leyes, basta con cumplir con las que hay y con exigirles a quienes se lucran de ellas que controlen mejor la bazofia que a veces reina en sus foros.
A todos esos malnacidos que han convertido las redes esta semana en lo más parecido a una cloaca, lo que hay que hacer es aplicarles el Código Penal y sanseacabó. Tolerancia cero con los matones que amenazan desde sus sofás armados con un iPad y por supuesto aplicación estricta de la ley, es decir, lo propio de las sociedades civilizadas.
Las redes sociales han cambiado nuestra forma de comunicarnos y de relacionarnos mediática y públicamente con los demás, pero nadie ha dicho que sus usos sean siempre angelicales. Cada uno las utiliza para lo que quiere, pero no hay que demonizar la herramienta, sino al que las utiliza para demostrar su baja estofa. Y en todo caso, siempre queda una solución elemental: bloquear a los violentos… y a los que retuitean a estos pistoleros de twitter.
Twitter no mató a la presidenta de León. Lo hicieron una madre y una hija poseídas por un odio criminal que las llevó a descerrajarle cinco tiros a quemarropa a Isabel Carrasco sin decirle ni una mala palabra de despedida. No se nos debe olvidar nunca que eso es lo verdaderamente terrible, pero es innegable que el asesinato de la dirigente popular ha tenido también otras consecuencias muy penosas, entre ellas el hecho de que ha inundado de bilis y diarreas de mala baba las redes sociales de todo el país.
Siento asco como cualquiera ante la irresponsabilidad supina de quienes han soltado lo primero que se les ha pasado por la cabeza sin reparar en la miseria de sus comentarios y convirtiendo algunas conversaciones en discusiones aberrantes hasta la náusea, pero cuidado con pensar en mordazas mediáticas, que suelen terminar muy mal.