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Unas cuantas preguntas
Día 14 de campaña. Fiesta del Corpus en Sevilla y Granada. Calor grisáceo. Ahora a todos les preocupa la abstención, no solo a la izquierda, que habitualmente se sumerge en las caravanas de actos con el nudo en el estómago de ese paisaje yermo de papeletas que son los barrios más pobres. También la derecha está inquieta. El leve hormigueo en las piernas de quienes planearon unas elecciones veladas y manejables, con Juanma libre de siglas y la efervescencia de una victoria asegurada en el repertorio de encuestas, se ha convertido en reconcomio. Desazón pura. Temen haberse pasado de frenada y que la desmovilización que se diseñó para los demás les acabe por alcanzar a ellos. Queda poco margen para convencer, en el supuesto de que las campañas tengan la capacidad de hacerlo, pero sí ha lugar todavía a hacerse unas cuantas preguntas.
No me refiero a las obvias --como la de si formará Moreno una coalición de gobierno con Vox si lo necesita, porque la respuesta es: desde luego, como ha explicado Juan Marín, que anda más suelto que nunca, que ya es decir--, sino a un chequeo de lo que esperan los ciudadanos. Por ejemplo: salud y educación públicas, sin medias tintas ni fórmulas que engordan bolsillos privados; justicia social y políticas redistributivas que recorten la brecha, que va en ascenso; una red protectora para afrontar los muchos vaivenes de la vida, apoyo a las víctimas de la violencia machista o controles que salvaguarden el medioambiente. Un Estado del bienestar irreversible. Esto atañe por igual a quienes se desentienden. Está comprobado que no votar cuenta, e influye en la vida de cada uno.
"Haced política, porque si no la hacéis, alguien la hará por vosotros y probablemente contra vosotros". No por muy usada deja de venir al pelo esta cita de Antonio Machado
El marco prefabricado desde hace meses para la izquierda es el abatimiento, el desencanto, la sensación de que involucrarse es un esfuerzo inútil, y lo mismo da una cosa que la otra. El contexto propicio para dejarse llevar, flotar a merced de la corriente con la mente en blanco, por pereza o por hartazgo de tanto ruido. “Haced política, porque si no la hacéis, alguien la hará por vosotros y probablemente contra vosotros”. No por muy usada deja de venir al pelo esta cita de Antonio Machado. En el terreno de lo concreto, cabe la opción a preguntas aún más directas: ¿Podría pagarse un tratamiento de una enfermedad grave, una intervención quirúrgica? ¿Un buen pediatra? ¿Podría costearse una universidad privada? ¿Un plan de pensiones? ¿Abonar las mensualidades de una residencia digna para sus padres?
Es importante comprender lo que se vota o no se vota, nunca se sabe. Luego, pongamos por caso, un día enferma (o lo hace un ser querido), de repente se ve en la oficina del paro, o su hijo no llega a la nota de corte de la carrera deseada. Y la persona que dirige el Gobierno sostiene que donde mejor está el dinero es en el bolsillo, en lugar de gastarlo en sanitarios, en el fomento del empleo o en universidades públicas de calidad. La verdad es que el programa de este presidente no es para usted, ni piensa en usted, ni coincide en casi nada. Sin embargo, le gustó su sonrisa bonachona, y que se le conozca con un diminutivo corriente. Le hizo gracia que interactuara con una vaca y que el socio grabe tutoriales de torrijas y vaya soltando frescas por los platós, pasándoselo pipa. Unas elecciones no son un concurso de televisión, pero con esto del relato y la narrativa, la realidad se nos está yendo de las manos.
En estos tres años y medio, Moreno ha virado hacia el modelo liberal y ultraliberal (impuestos) todo lo que le ha dado tiempo, y si no ha corrido más es porque nos ha atravesado una pandemia y más recientemente las consecuencias de una guerra
Inmaculada Nieto, la candidata de Por Andalucía, dice en una entrevista en este diario que Juan Manuel Moreno ha despedido a sanitarios, docentes y bomberos porque son medidas que responden a su ideario conservador y a su forma de gestionar. Sin la presión de Vox. Que tales políticas son las del PP. Estoy de acuerdo. En estos tres años y medio, Moreno ha virado hacia el modelo liberal y ultraliberal (impuestos) todo lo que le ha dado tiempo, y si no ha corrido más es porque nos ha atravesado una pandemia y más recientemente las consecuencias de una guerra. No obstante, comprendo el horror que causa el hocico fascista cuando asoma, como lo hizo el domingo en Marbella materializado en Giorgia Meloni, la líder de Fratelli d’Italia, en la que se mira Macarena Olona, cuya actuación en el primer debate, el de TVE, puso a parte de la audiencia los pelos como escarpias. El temor está fundado.
Día 14 de campaña. Fiesta del Corpus en Sevilla y Granada. Calor grisáceo. Ahora a todos les preocupa la abstención, no solo a la izquierda, que habitualmente se sumerge en las caravanas de actos con el nudo en el estómago de ese paisaje yermo de papeletas que son los barrios más pobres. También la derecha está inquieta. El leve hormigueo en las piernas de quienes planearon unas elecciones veladas y manejables, con Juanma libre de siglas y la efervescencia de una victoria asegurada en el repertorio de encuestas, se ha convertido en reconcomio. Desazón pura. Temen haberse pasado de frenada y que la desmovilización que se diseñó para los demás les acabe por alcanzar a ellos. Queda poco margen para convencer, en el supuesto de que las campañas tengan la capacidad de hacerlo, pero sí ha lugar todavía a hacerse unas cuantas preguntas.
No me refiero a las obvias --como la de si formará Moreno una coalición de gobierno con Vox si lo necesita, porque la respuesta es: desde luego, como ha explicado Juan Marín, que anda más suelto que nunca, que ya es decir--, sino a un chequeo de lo que esperan los ciudadanos. Por ejemplo: salud y educación públicas, sin medias tintas ni fórmulas que engordan bolsillos privados; justicia social y políticas redistributivas que recorten la brecha, que va en ascenso; una red protectora para afrontar los muchos vaivenes de la vida, apoyo a las víctimas de la violencia machista o controles que salvaguarden el medioambiente. Un Estado del bienestar irreversible. Esto atañe por igual a quienes se desentienden. Está comprobado que no votar cuenta, e influye en la vida de cada uno.