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El PSOE consulta al espejito: “Estamos de escándalo”
A falta de 15 meses para las undécimas elecciones autonómicas, previstas en marzo de 2019, la política andaluza ha entrado en modo electoral. Todo son cálculos, incertidumbres, preguntas sin respuestas, especulaciones. La presidenta de la Junta de Andalucía, la socialista Susana Díaz, es la única persona en poder de esa decisión. Tiene en exclusiva firma autorizada para convocar elecciones al Parlamento andaluz. “Relájese, no voy a adelantar las elecciones”, le espetó rumbosa este miércoles al presidente del PP, Juanma Moreno, en la sesión de control. En los bancos de la oposición nadie la cree y piensan que lo hará cuando más le convenga.
La primera que está en modo electoral es Susana Díaz, si es que alguna vez ha dejado de estarlo. Díaz es sobre todas las cosas una mujer de partido cuyo principal reto ahora es lograr que el PSOE andaluz sume tras la próxima convocatoria electoral 40 años ininterrumpidos en el poder. Los primeros años de la legislatura los dedicó en cuerpo y alma a desestabilizar a su secretario general, al que plantó batalla en unas elecciones primarias que perdió con estrépito.
Díaz decidió tras su derrota frente a Pedro Sánchez refugiarse en casa, donde unos cuantos aún la siguen animando a continuar su carrera a lideresa federal. “Ahora toca centrarse en Andalucía”, dijo en mayo pasado. Y lo ha hecho vestida con el ropaje clásico de los socialistas andaluces: en una mano enarbola la bandera verdiblanca, frente a Pedro Sánchez y Mariano Rajoy; y en la otra, el presupuesto de la Junta de Andalucía con el que promete más y mejor empleo público y más transferencias de rentas a los bolsillos de los ciudadanos, a través de las matrículas universitarias gratuitas o el salario social.
El resultado de este medio año de trabajo tras el regreso de Díaz lo recoge una reciente encuesta encargada por el PSOE de alrededor de 2.700 entrevistas. Los socialistas han consultado al espejito y este les ha dicho: “Estamos de escándalo”, cuenta un dirigente. Según las fuentes consultadas, en ese sondeo el que más sube en intención de voto en Andalucía es Ciudadanos, su apoyo parlamentario, y después el PSOE. El Partido Popular retrocede por el trasvase de voto a Ciudadanos, al igual que bajan Podemos y también Izquierda Unida. La unidad de estas dos fuerzas tampoco suman. El PSOE cree que con estos datos puede gobernar en solitario. “No voy a necesitar a Marín (coordinador de Ciudadanos)”, han oído decir Díaz a modo de valoración.
En el PSOE la sensación general es que el pacto con Ciudadanos, que permitió la investidura de Susana Díaz tras 80 días de bloqueo, está agotado, ya no da más de sí. El último gran acuerdo ha sido el Presupuesto de la Junta para 2018, aprobado un mes antes de lo previsto y con el que la presidenta andaluza presume de estabilidad política frente al panorama catalán y, sobre todo, nacional.
Ciudadanos ya ha dicho que entre sus prioridades para el próximo periodo de sesiones, a partir de febrero, está la aprobación de la reforma de la Ley Electoral andaluza para que el voto de los electores se refleje con más precisión en el reparto de los escaños. Juan Marín le ha recordado a Díaz que esa reforma figura en el pacto que firmaron, un acuerdo que para Díaz fue de “investidura y no de legislatura”. El PSOE nunca ha querido ni ampliar el número de diputados, fijado en 109, ni mejorar el sistema proporcional. Tampoco el Partido Popular, que es partidario además de reducir el número de escaños. La condición que ha puesto Díaz para sacar esa ley adelante es la unanimidad, algo que es prácticamente imposible.
Dirigentes socialistas creen que tras el buen resultado obtenido por Inés Arrimadas en Cataluña, donde ha logrado el hito histórico de situar a su partido como primera fuerza política, aunque sin posibilidades de gobernar, Ciudadanos va a jugar al desmarque total y absoluto tanto del PP en el Congreso de los Diputados como del PSOE en Andalucía. Opinan que aprovechará la ola y se presentará como una alternativa de gobierno más fiable que un PP que lleva 35 años intentándolo sin éxito.
Ciudadanos deberá resolver antes si apostará por Juan Marín como candidato, con el que los socialistas están encantados. Lo decidirán en primarias pero llama la atención que en una reciente visita a Sevilla, Albert Rivera no se pronunciase sobre su continuidad cuando se le preguntó expresamente y de manera reiterada, ni siquiera usando frases corteses que no comprometen pero sí apuntan a una dirección.
En el PP andaluz también dicen manejar encuestas, pero sus resultados son radicalmente distintos a los del PSOE. Los que suben son ellos, mientras que socialistas, Podemos e IU, bajan. En lo único en lo que coinciden es que Ciudadanos crece. No dan validez a la demoledora frase que Susana Díaz le soltó a Moreno días atrás: “El resultado de 2015 (33 diputados) no fue su suelo, sino su techo”. Para Juanma Moreno serán sus segundas elecciones y si no logra gobernar, también las últimas como cartel electoral si se aplica su propia receta de que si en ocho años no lo has logrado en 12 tampoco.
Podemos e Izquierda Unida deben decidir en enero o febrero el nombre de la marca electoral con la que concurrirán juntos en las elecciones autonómicas y municipales. Hay mucho vértigo en IU sobre una decisión que, según aseguran, va a repercutir en la vida de la izquierda durante muchos años. Vértigo, sí, pero no dudas de que la estrategia a seguir es el de la confluencia de las dos fuerzas políticas, pese a los choques que se están produciendo en otros territorios como Madrid. Cada partido está trabajando por separado en propuestas y aún no hay una puesta en común.
El coordinador de IU, Antonio Maíllo, rechaza utilizar el nombre de Unidos Podemos, mientras que la líder de Podemos, Teresa Rodríguez, no lo descarta. Los dos aspiran a encabezar el nuevo proyecto, ensanchar su base social e incorporar a personas que han estado en otras organizaciones a modo de fichajes simbólicos. No ha trascendido la opinión de Pablo Iglesias, que mantiene una gran sintonía con Maíllo. Ni IU ni Podemos manejan sondeos propios y esperan a que el Centro de Análisis y Documentación Política y Electoral, dependiente de la Universidad de Granada, acometa pronto el Estudio General de Opinión Pública de Andalucía. Por ahora, el prestigioso centro no ha logrado financiación para una de las encuestas más serias que se realizan en la comunidad.
A falta de 15 meses para las undécimas elecciones autonómicas, previstas en marzo de 2019, la política andaluza ha entrado en modo electoral. Todo son cálculos, incertidumbres, preguntas sin respuestas, especulaciones. La presidenta de la Junta de Andalucía, la socialista Susana Díaz, es la única persona en poder de esa decisión. Tiene en exclusiva firma autorizada para convocar elecciones al Parlamento andaluz. “Relájese, no voy a adelantar las elecciones”, le espetó rumbosa este miércoles al presidente del PP, Juanma Moreno, en la sesión de control. En los bancos de la oposición nadie la cree y piensan que lo hará cuando más le convenga.
La primera que está en modo electoral es Susana Díaz, si es que alguna vez ha dejado de estarlo. Díaz es sobre todas las cosas una mujer de partido cuyo principal reto ahora es lograr que el PSOE andaluz sume tras la próxima convocatoria electoral 40 años ininterrumpidos en el poder. Los primeros años de la legislatura los dedicó en cuerpo y alma a desestabilizar a su secretario general, al que plantó batalla en unas elecciones primarias que perdió con estrépito.