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Un PSOE nostálgico
La nostalgia baja las escaleras de una sola manera: como lo hizo Gloria Swanson en el Crepúsculo de los dioses. En el plano, una escalera señorial. Blanco y negro. Por los peldaños, y con la mueca de los años en la cara, se desliza Gloria interpretando el último gran papel en su autoconstruida irrealidad. A los pies, fotógrafos, policías y periodistas esperan impacientes. Billy Wilder adquirió, con este plano, su adjetivo de genio. Un plano que deja retratados los efectos de cabalgar a diario en la añoranza.
En realidad, he mentido. No hay una sola manera en la que la melancolía baja las escaleras. Hay dos. La de Gloria y la del PSOE andaluz.
Durante los últimos veinte años, o quizás más, el PSOE gobernante esquivó el 4D en favor del 28F. Aquel quedó como el bastión de nacionalistas, de radicales y de otras especies lastimosas e irredentas. Hoy, ese mismo partido gobernante se envuelve en el 4D e inicia en Andalucía toda una campaña, por tierra, mar y, dándole aire, a la bandera del 4D.
¿Esto está mal? Claro que no. Pero no hemos de olvidar que la nostalgia no es, ni de lejos, ilusión. Porque Andalucía, donde mejor reivindica su pasado es mostrando su presente. Esto es, lo quieran ver o no, la evolución de sus gentes, la mejora de la vida rural, las generaciones de hoy. Ahí es donde debe ponerse el foco. Que tiene claros y oscuros. Es evidente. Que hablar de problemas es menos atractivo que hacerlo del pasado glorioso. Desde luego. Pero es el reto de quienes son líderes: colocar soluciones sobre la mesa, y no álbumes de fotos en blanco y negro.
Ahora, todo es Escuredo. Mientras tanto, los dos últimos expresidentes permanecen en el destierro. Lo dicho, ahora toca Escuredo. Consejero de Obras Públicas de la Junta y más adelante Presidente de la misma. Ausente de la vida socialista y pública andaluza en los últimos treinta años. Donde para verlo había que acudir a su despacho, previa minuta.
La política es una montaña rusa pilotada por la desmemoria. Lo que podría recordar la actual Presidenta. Y sumarle que los trenes, en política, no son un medio de transporte. Ni se cogen, ni se pierden. Las oportunidades sí lo son. Cierto que son azarosas, caprichosas, pero, sin duda, te tienen que coger preparado.
Y también la historia nos dice otra cosa: que se premia a quien habla de esperanza, con ilusión, a aquel que no vive en el agravio eterno. Las oportunidades pueden pasar, de nuevo, por la puerta de tu casa, pero te tienen que coger con el relato adecuado, con el lenguaje correcto, y con ganas. Si viene la oportunidad, que no te coja envuelta en pasado. Porque como se decía en la maravillosa película argentina, casarse por segunda vez es el triunfo de la esperanza sobre la experiencia.
Por eso, hemos de seguir recordando algo de historia. El PSOE cimienta el andamiaje de su futuro éxito nacional en las elecciones del 77. En aquellas, con el cartel de José Ramón Sánchez, fueron las siglas del lenguaje nuevo, esperanzador y más joven. Mientras, el PCE, que reivindicó su trabajo de oposición clandestina, ejercitado durante la dictadura franquista, esperaba su agradecimiento. Aún siguen esperando.
Con otro lenguaje, con las luces largas y el retrovisor sin usar, el PSOE alcanza, ya en el 82, mayoría absoluta. Ningún otro partido de los que miraba hacia atrás saltó hacía delante. Ninguno pasó al futuro.
Dicho esto, Andalucía no puede basar su esperanza en la gloria de lo conseguido. Eso es para señoritos de casino. No seremos lo que fuimos, seremos lo que logremos ser hoy. Y vuelvo a la campaña desatada del 4D: el desembarco de Canal Sur, la activa, para esto, Federación Andaluza de Municipios y Provincias, o los mil encuentros con el tótem de Estepa (Escuredo). Todo está perfecto pero ¿es realmente ese el relato que Andalucía necesita?
Andalucía tiene la oportunidad de mostrar su presente, de emprender un nuevo camino (¿no gastamos miles de millones en eso de emprender?), y para eso hay que pensar, trabajar y ejecutar.
Hoy somos otra cosa gracias al 4D, por supuesto, pero también, gracias a vencer otras batallas. Mostremos qué somos hoy, cómo nos enfrentamos a ello y sabremos qué queremos ser mañana. Desempleo, problemas en sanidad pública, en educación, es evidente que somos una región con heridas abiertas. Pero hoy es más que su pasado. En la película GoodBye Lenin, un hijo se desvive por mantener a su madre, recién despierta de un coma, en la ilusión de que Lenin vive. La izquierda no puede vivir del ayer. O al menos, no debe. El PSOE debe arriesgar, no puede acunar los sueños de una tierra con banderas de batallas pasadas. Hay nuevos retos. Hay que homenajear, pero también hay que soñar. Construir el nuevo relato de Andalucía, pregonarlo, es el reto.
Recuerden: el eterno agravio es un recurso nacionalista, pobre y raso de miras. El terreno de las ideas es, siempre lo ha sido, la bandera de la izquierda. Hoy es tiempo de elegir.
Quizás ayude recordar las palabras de Plácido Fernández Viagas en su discurso de investidura como presidente de la junta Preautonómica de Andalucía, llamando a dejar la pena atrás;
“Pero además estamos seguros de que este pueblo que tiene esta cultura en la sangre; este pueblo al que le enseñaron a decir que ”cantando la pena, la pena se olvida“, pues es hora de que empiece ya a ser perceptible, que en un plazo breve para las generaciones futuras, definitivamente sea aquí la vida, la vida la que toque la guitarra. Nada más. Gracias.”
La nostalgia baja las escaleras de una sola manera: como lo hizo Gloria Swanson en el Crepúsculo de los dioses. En el plano, una escalera señorial. Blanco y negro. Por los peldaños, y con la mueca de los años en la cara, se desliza Gloria interpretando el último gran papel en su autoconstruida irrealidad. A los pies, fotógrafos, policías y periodistas esperan impacientes. Billy Wilder adquirió, con este plano, su adjetivo de genio. Un plano que deja retratados los efectos de cabalgar a diario en la añoranza.
En realidad, he mentido. No hay una sola manera en la que la melancolía baja las escaleras. Hay dos. La de Gloria y la del PSOE andaluz.