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Reinaldo, ¡llama a Maduro, ya!

15 de septiembre de 2024 22:00 h

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Ustedes no tienen por qué saberlo pero es injusto. Er Beti estaba perdido y entonces, don Manuel Ruiz de Lopera, natural del barrio de El Fontanal, salvó ar Beti.

La ocasión está documentada, recogida en las crónicas de tan crucial momento, algunos de los retratados aún viven y se pueden ustedes cruzar con ellos en la calle Sierpes, barzoneando sin darse importancia, es el turismo de famosos. Lopera, con semblante apropiado al momento, cogió el teléfono y con toda la energía que su dieta le permitía, la que su actuación merecía más el sentirse protagonista de la   trascendencia histórica de un acto destinado a la posteridad, llamó a Reinaldo (pronúnciese Reinardo) -aún sin placa ni reconocimiento en el Villamarín- y con la autoridad que solo tienen los líderes, todo quedó resuelto. Total, una llamada, solo fueron 800 millones de pesetas para el magnate del Marconi.

Preocupado por Repsol y por España por el asunto de Venezuela, a este hecho histórico se fueron mis mentes. Me imaginé a Iosu Ion Imaz, CEO de Repsol, en otro momento crucial e histórico, llamando urgente a Sabin Etxea: a ver, que se ponga Reinaldo (Andoni Ortuzar): qué hostias habéis hecho, pues, con el reconocimiento de Edmundo como presidente de Venezuela. Ni apretón al Gobierno  ni hostias, llama a Maduro ahora mismo.

A estas alturas, ya se estará riendo Repsol por no llorar de la política de juguete y chismitos de la derechura española a la que se ha sumado ahora un PNV que actúa como esos brujos que hacen experimentos raros o como previsiblemente podría comportarse un mono con una escopeta. La verdad  es que no recuerdo, a menos que esté documentado, que los intereses económicos vascos se beneficiaran del pintoresco reconocimiento en su tiempo de Juan Guaidó, pero es de listos reconocer que la gusanera venezolana en el Barrio de Salamanca despierta una cierta envidia y bien les gustaría  a algunos una mudanza masiva a Neguri o a Pedralbes.

Tal vez todo esto de Venezuela venga porque la Constitución española habla de naciones de nuestra comunidad histórica. Será verdad, al menos eso se dice en los argumentarios repartidos con autoría atribuida a García-Margallo

Por eso, no sé, tal vez todo esto de Venezuela venga porque la Constitución española habla de naciones de nuestra comunidad histórica; tenemos vínculos, obvios, y un cierto liderazgo en la UE en lo referente a Hispanoamérica, será verdad, al menos eso se dice en los argumentarios repartidos con autoría atribuida a García-Margallo.

Me malicio que no se aplica a la antigua provincia del Sáhara hasta 1975 ni con Ifni y Cabo Jubi hasta 1969. Serán intereses de ultramar, intereses: el PNV reclamó la presencia armada de militares en los atuneros vascos en las Seychelles, cuando arreciaba la piratería, vaya usted a saber. Se mueven bien estos españoles, la burguesía industrial catalana financió somatenes, milicias privadas, para luchar contra los independentistas de Cuba. Había muchas pesetas en juego. El poderío hispano es capaz de cualquier cosa.

Pero este interés por Venezuela mosquea un poco. Resulta que el patriotismo hispánico, catalanes y vascos incluidos, está a favor de los descendientes del criollismo venezolano que encabezó la emancipación de la corona española, un 1% que posee el 30% de la riqueza venezolana. Aunque en descarga histórica y contradicción de los vascos que piden que actúe la metrópolis en el antiguo virreinato, cabe reconocer la valentía emancipatoria de un militar de origen vasco, el jaun Simón Bolívar. Estos españoles me dislocan, debo reconocerlo.

¿Es de interés doméstico apretar al Gobierno para conseguir, pongamos que ventajas en el autogobierno, o para debilitarlo, pasear Venezuela por los tablaos de Madrid y hasta provocar que Sánchez dé ojana al que quizá solo se quede en presidente encargado, en La Moncloa?

Pero no iba por el incordio de la historia sino por algo más reciente. ¿Es de interés doméstico apretar al gobierno para conseguir, pongamos que ventajas en el autogobierno, o para debilitarlo, pasear Venezuela por los tablaos de Madrid y hasta provocar que Sánchez de   ojana al que quizá solo se quede en presidente encargado, en La Moncloa? No sé.

¿Sabemos algo de España y del PP, PNV incluido, respecto de todos los atentados contra la democracia en la América hispana, vasca y catalana? Durante algunos años gobernó en Venezuela Carlos Andrés Pérez, cuando la Constitución española estaba ya en vigor y ya se hablaba de eso de la gran comunidad histórica. El señor, que fue vicepresidente de la Internacional Socialista y amiguito del alma de Felipe González- siguiendo la terminología al uso- desvalijó, por decirlo de alguna manera, las arcas públicas, el petróleo, la riqueza de los venezolanos; Pérez fue destituido por la Asamblea, un impeachment, y acabó gozoso, no importa si condenado por corrupción, en un destino dorado en la Florida, donde hoy también disfruta de la vida Juan Guaidó.

¿Dónde estaban las fuerzas democráticas españolas, entonces? No lo sé, pero Venezuela y el petróleo están en el mismo sitio.

Ustedes no tienen por qué saberlo pero es injusto. Er Beti estaba perdido y entonces, don Manuel Ruiz de Lopera, natural del barrio de El Fontanal, salvó ar Beti.

La ocasión está documentada, recogida en las crónicas de tan crucial momento, algunos de los retratados aún viven y se pueden ustedes cruzar con ellos en la calle Sierpes, barzoneando sin darse importancia, es el turismo de famosos. Lopera, con semblante apropiado al momento, cogió el teléfono y con toda la energía que su dieta le permitía, la que su actuación merecía más el sentirse protagonista de la   trascendencia histórica de un acto destinado a la posteridad, llamó a Reinaldo (pronúnciese Reinardo) -aún sin placa ni reconocimiento en el Villamarín- y con la autoridad que solo tienen los líderes, todo quedó resuelto. Total, una llamada, solo fueron 800 millones de pesetas para el magnate del Marconi.