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La relación entre la biodiversidad y la agricultura

14 de diciembre de 2024 20:42 h

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La biodiversidad es uno de los factores clave para el bienestar del planeta y de los diferentes ecosistemas. Cuando se vulnera, el desequilibrio generado se vuelve un problema que puede ser crítico.

La agricultura y la biodiversidad son dos aspectos fundamentales para la existencia y supervivencia de todas las formas de vida. Actualmente los esfuerzos del sector agrícola por implementar estrategias que beneficien al medio ambiente han estado cada vez más presentes, denominándose biodiversidad agrícola.

La concienciación sobre el cuidado del medio ambiente no deja de crecer, lo que hace que la población pida nuevas medidas de protección a gobiernos y empresas. Sin embargo, es indispensable entender en qué consiste para encontrar las mejores soluciones porque el planeta pierde cada minuto un área de bosque equivalente a 27 campos de fútbol. Las poblaciones de especies de vertebrados han disminuido un 68% en los últimos 50 años, así como que la mitad de los arrecifes de coral del mundo ya se ha perdido.

La agricultura es el principal uso del suelo y causa de impactos antrópicos en el planeta, incluyendo la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Su huella ecológica sigue aumentando mientras algunos grupos de interés abogan por la relajación de las medidas ambientales relacionadas con la agricultura en la Unión Europea.

La renaturalización del campo es posible mediante la combinación de varias estrategias y técnicas. Para ello, en primer lugar, al menos el 20% de la superficie del paisaje debe conservar los ecosistemas naturales

Sin embargo, podemos reducir esa huella sin perder producción, integrando la biodiversidad silvestre y los procesos ecológicos en los paisajes perturbados por los humanos. Es lo que se conoce como renaturalización agrícola.

La renaturalización agrícola contrasta con el modelo dicotómico de la agricultura intensiva frente a los ecosistemas naturales, denominado “el ahorro de tierra”. Según este modelo, la elevada producción de los campos intensivos permitirá liberar tierra cultivada para la conservación y recuperación de la biodiversidad.

La renaturalización del campo es posible mediante la combinación de varias estrategias y técnicas. Para ello, en primer lugar, al menos el 20% de la superficie del paisaje debe conservar los ecosistemas naturales y, en el caso de haberlos perdido, esta proporción de tierra debe ser separada de la producción agrícola y restaurarse.

Los bosques y humedales, ambos con una elevada capacidad de capturar y almacenar carbono, son los principales tipos de ecosistemas que pueden ser restaurados en la tierra separada de la agricultura.

En segundo lugar, es necesario mantener o adoptar prácticas agroecológicas. Estas prácticas incluyen las de los sistemas agrícolas extensivos, la agricultura ecológica, la agricultura de conservación, la agroforestería y la 'manicura' de los campos agrícolas.

La agricultura de conservación aplica tres fundamentos:

  • La mínima perturbación (roturación) del suelo.
  • La presencia de cubiertas orgánicas permanentes mediante cubiertas verdes y retención de residuos.
  • La diversificación de los cultivos mediante su rotación y cultivos intercalados.

La 'manicura' de los campos agrícolas se refiere a restaurar o crear pequeños elementos del paisaje para beneficiar a la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que presta sin competir por el uso de la tierra

La agroforestería es la combinación deliberada de árboles y arbustos con los cultivos o el ganado.

La 'manicura' de los campos agrícolas se refiere a restaurar o crear pequeños elementos del paisaje para beneficiar a la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que presta sin competir por el uso de la tierra. Por ejemplo, plantando setos o cercas vivas, que multiplican el número de especies y retienen la escorrentía, los nutrientes y los sedimentos, evitando la erosión del suelo y la contaminación.

En tercer lugar, podemos utilizar técnicas de intensificación ecológica y de agricultura de precisión.

La intensificación ecológica se define como el uso de procesos naturales para reemplazar insumos producidos por los humanos tales como pesticidas y fertilizantes, manteniéndose o incrementándose la producción agrícola. Un ejemplo es la siembra de franjas paralelas de cereal y de leguminosas para que estas últimas, fijadoras de nitrógeno, fertilicen el suelo.

La agricultura de precisión maneja los campos agrícolas “palmo a palmo” y necesita de una elevada tecnología; por ejemplo, de sensores de humedad del suelo que activan los riegos. Actualmente se halla en una fase sobre todo experimental, pero el auge de la inteligencia artificial puede hacerla más general en pocos años.

La biodiversidad es vital porque sin ella, los ecosistemas se vuelven frágiles, lo que pone en peligro aspectos tan importantes como la seguridad alimentaria, la salud mental, el cambio climático o la economía, ya que participa en aspectos que van desde la protección de la calidad del agua hasta la protección frente a las pandemias o desastres naturales como las inundaciones.

La biodiversidad es una garantía de supervivencia a largo plazo de todo el planeta. Cuanta mayor diversidad hay, más resilientes son los ecosistemas. Ante una realidad como esta, debemos esforzarnos por su cuidado y mantenimiento, puesto que la actividad humana suele representar una amenaza seria

De igual forma, garantiza la resiliencia frente a los desequilibrios producidos por la actividad humana. Aunque se dé una sequía prolongada, por ejemplo, los procesos ecológicos seguirán desarrollándose. Igualmente, los ecosistemas desempeñan un papel vital para el desarrollo de los procesos biológicos y para asegurar que el planeta sea habitable. Por ejemplo, un bosque actúa como sumidero de carbono, lo que ayuda a regular su presencia en la atmósfera de manera natural. A su vez, esto tendrá implicaciones en el clima.

Por otro lado, pese a que podría entenderse como algo superficial, los ecosistemas también tienen un valor estético, cultural y espiritual. Contemplar un entorno repleto de vegetación y animales contribuye a generar una experiencia de conexión con la naturaleza. Asimismo, nos ayudan a expandir nuestros conocimientos sobre muchos asuntos, desde la filosofía a la física y, sobre todo, la biología.

La biodiversidad es una garantía de supervivencia a largo plazo de todo el planeta. Cuanta mayor diversidad hay, más resilientes son los ecosistemas. Ante una realidad como esta, debemos esforzarnos por su cuidado y mantenimiento, puesto que la actividad humana suele representar una amenaza seria. Es nuestra responsabilidad procurar que no se produzcan eventos dañinos, como incendios.

A medida que el sector agrícola se esfuerza por reducir su huella de carbono, la promoción de la biodiversidad en las prácticas agrícolas podría ser la clave para sistemas de producción de alimentos más sostenibles y respetuosos con el clima.

Podemos decir que la pérdida de biodiversidad desencadena una serie de sucesos todos ellos relacionados entre sí que afectan de manera grave y directa a la agricultura y al desarrollo de esta actividad, lo que repercute en la salud de las personas y el medio ambiente.

Tenemos la responsabilidad de proteger los ecosistemas con el fin de asegurarle un entorno saludable a las generaciones futuras.

La biodiversidad es uno de los factores clave para el bienestar del planeta y de los diferentes ecosistemas. Cuando se vulnera, el desequilibrio generado se vuelve un problema que puede ser crítico.

La agricultura y la biodiversidad son dos aspectos fundamentales para la existencia y supervivencia de todas las formas de vida. Actualmente los esfuerzos del sector agrícola por implementar estrategias que beneficien al medio ambiente han estado cada vez más presentes, denominándose biodiversidad agrícola.