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Resucitar a un mantero
A medida que crezcas, verás a los blancos estafando a los negros, todos los días de tu vida, pero te diré una cosa, y no la olvides: siempre que un hombre blanco abusa de un negro, no importa quién sea, ni cuán rico sea, ni cuán distinguida haya sido la familia de la que procede, ese hombre blanco es basura.
¿Cuántos manteros habéis visto, estáis viendo esta Navidad en vuestro ir y venir por las zonas comerciales? ¿A cuántos ignoráis o preguntáis el precio de este bolso o pañuelo de marca falsa, de estas deportivas o camisetas de fútbol tan iguales a las auténticas que hasta cuando se someten a pruebas de laboratorio no se aprecia diferencia de calidad que justifique que las verdaderas valgan cinco veces más que las de la manta? 135 euros en vez de 25. Esto no plantea problema. El margen de ganancia exorbitado, propio incluso de timo, está permitido en el capitalismo y hasta bien visto.
Pues el pasado domingo 29, en vísperas de Nochevieja, en pleno corazón de Sevilla, frente a la sede central de Correos, a los pies de la Catedral y La Giralda, estaban doce de esos manteros que se ven a diario y más en fiestas en las céntricas calles Tetuán y Rioja o en la zona comercial de Nervión. Dos policías locales llegan. Eso también lo hemos visto, cómo aparecen asustándolos y ellos hacen el hatillo con pericia y rapidez increíbles y salen volando. Casi como palomas que un chiquillo espanta por juego.
“Juego” es la palabra que el jefe de la Policía Local de Sevilla, Antonio Luis Moreno, usó en su comparecencia ante la prensa. Concretamente, según teletipo de Europa Press, dijo que en la inmensa mayoría de “dispositivos rutinarios” contra la venta ambulante la Policía Local “no se detiene a nadie” porque los vendedores irregulares “sueltan el hatillo” y la mercancía resulta intervenida por los agentes. “Son las reglas del juego”.
Moreno calificó de “sorpresivo” e “incongruente” que el mantero de 43 años Mamouth Bakhoum al que los dos agentes, según él, “hicieron un seguimiento que no persecución”, saliera corriendo con la mercancía. A ver, con su venta se ganaba él su vida en España y, en Senegal, la de su mujer, hija de un año, padres ancianos y hermanos. A mí me sorprende más y me es más incongruente que nuestra policía tenga interiorizado como “juego” este asustar y corretear a personas que subsisten en la precariedad.
Llama la atención y despierta suspicacias que el jefe de la Policía Local conjeturara que el mantero huyó pensando que al no tener papeles lo deportarían, cuando Mamouth Bakhoum tenía sus documentos en regla como debe saber la Policía.
Igual que me chocó que el jefe policial Moreno en el Hoy por hoy local de la SER dijera que el hombre debía haber corrido kilómetro y medio hasta el Guadarquivir y amenazado con tirarse al agua pese a no saber nadar, y saltado suicidamente al río, creyendo que los agentes eran de la Policía Nacional y le pedirían los papeles y, al no tenerlos, le podrían deportar… Cuando luego hemos descubierto que Mamouth Bakhoum tenía ya sus documentos en regla. De hecho, yo tengo su billete de regreso a España en avión el 7 de julio tras visitar a la familia en Senegal.
¿No sabía esto la Policía?
Lo que puede y debe hacerse
Ver a un inocente morir, a un inocente ahogarse, ahogado, tiene que ser horrible. La Policía sostiene que sus dos agentes intentaron evitar la muerte, que se lanzaron al agua aunque fueran los buzos de la Unidad de Rescate Acuático de los bomberos quienes, después, lograron recuperar el cadáver. El lugar donde murió Mamouth Bakhoum es una zona de disfrute, se llama Muelle de las Delicias, hermosa ribera, junto a terrazas de copas atestadas de guiris y locales al sol, por donde muchos paseamos, a pie, en patines o bicicleta. Era 29 de diciembre. En dos días empezaba el año. Y desde el instante en que se lo tragó el agua, ninguno podemos girar atrás las manecillas del reloj para que el inocente se salve.
Pero pueden y deben hacerse otras cosas. Es lo que pidieron el lunes 30 unas 200 personas, la mayoría de origen senegalés y africano junto a decenas de sevillanos, en una marcha improvisada que cortó brevemente el tráfico. Lo que volvieron a pedir juntos este jueves 2 en una concentración cinco veces más numerosa: esclarecer con declaraciones de manteros y policías, de testigos y rescatadores acuáticos, de grabaciones de cámaras de los bares y de viandantes, con la autopsia por qué se llevó tan lejos, a consecuencias tan sin remedio, la persecución de un vendedor con 34 camisetas que si se venden a 25 hacen que esta vida humana haya costado apenas 850 euros.
Hay que esclarecer todos los interrogantes. Incluido por qué quien en pleno diciembre, según la Policía, corrió kilómetro y medio sin soltar su hatillo y se lanzó al río, es sacado como cadáver del agua, como se aprecia en imágenes de vídeo, cubierto de cintura para arriba sólo por su camiseta interior de tirantes.
Otra circunstancia por esclarecer es por qué un mantero que en pleno diciembre corre kilómetro y medio sin tirar su hatillo de camisetas, según la Policía, al ser rescatado su cadáver del río emerge cubierto de cintura para arriba sólo con la camiseta interior de tirantes.
Tenemos la labor colectiva, como sociedad democrática, de trabajar en acabar con el racismo estructural que mantiene leyes y normas que niegan el derecho de la ciudadanía del África aún expoliada por Europa a viajar y migrar como cualquier ser humano del mundo, que les somete a la mafia oficial que en nuestras embajadas y consulados occidentales, europeos, les cobra por tramitar visados que sistemáticamente les denegamos sin devolverles el dinero que han pagado, que les obliga a subir a pateras arriesgando sus vidas y una vez aquí con nosotros les condena a la clandestinidad, mínimo dos o tres años, explotados como neo-esclavos en los invernaderos o abocados a la perseguida venta ambulante hasta poder intentar regularizarse.
Aquellos que, dentro de las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado, ven en primera línea, junto al personal de Salvamento Marrítimo y de ONGs como Cruz Roja, cómo llegan a puerto los náufragos, incluidos bebés, las condiciones indignas en que se les “almacena” luego, las vidas de injusta persecución y explotación que sufren, son bienvenidos si dan el paso de negarse a ser cómplices, de denunciarlo y trabajar para cambiarlo.
Una sociedad que no persigue, castiga y evita que se perpetúe el maltrato, el abuso y en último extremo la muerte de inocentes, una sociedad que actúe con indiferencia si el inocente es un pobre mantero negro que pasa inadvertido al morir en Navidad en provincias, es una sociedad racista y clasista, de democracia imperfecta y enferma que las y los demócratas convencidos, de cualquier origen, que vivimos aquí juntos, debemos trabajar en sanar.
Autocrítica y rectificación periodística
Comparto un extracto de esto que ha escrito estos días, en su blog, el maliense Sacko Yacouba que estudia Finanzas y Contabilidad en la Universidad de Sevilla:
Un inmigrante se ha tirado al rio
Un sin papel se ha tirado al rio
Un negro que tiene un expediente de expulsión se ha tirado al rio
Un mantero se ha tirado al rio
Tales fueron los comentarios de las cadenas de radios y de televisiones.
Tales fueron los cuchillos que lamieron nuestras heridas.
Tal fue la deshumanización de la que hemos sido víctimas.
En efecto, se impone, para mejorar nuestra democracia, la más profunda autocrítica y propósito de enmienda de la profesión periodística que de forma mayoritaria las primeras horas, aquí en Sevilla, entiendo que por una mezcla de dejadez asociada a la merma de personal en Navidad, de negligencia y de minusvaloración racista no contrastó la versión policial con colectivos senegaleses o de manteros.
Dio el relato policial por bueno, sin más, incluso en el extremo que acusaba de ataques violentos subsiguientes a la muerte cometidos por senegaleses en la comisaría de La Ranilla y quema generalizada de contenedores. Fallaron el contenido y la forma al llegar a usarse expresiones impropias del genero informativo “Noticia” como “en busca de venganza” en el caso del ABC del día 30. Medio, ya condenado en primera instancia (2021), Audiencia Provincial (2021) y Tribunal Supremo (2022) por dañar el honor de inocentes musulmanes sevillanos al vincularlos mediante una foto con el terrorismo yihadista.
Se impone hacer autocrítica y no volver a incurrir jamás en el seguidismo generalizado de los medios locales de la versión policial, sin contrastar, de que Mamouth Bakhoum saltó por su voluntad al río y sus allegados luego atacaron la comisaría.
Hay que reconocer para no repetirlo, que a nivel nacional este caso ha tenido menos cobertura que la del también mantero Mame Mbaye en 2018 en el madrileño Lavapiés y que en los medios locales ha sido generalizado el seguidismo de la versión policial de que Mamouth Bakhoum saltó por su voluntad al río y sus allegados luego atacaron la comisaría, como ha criticado con toda razón el profesor de Constitucional Joaquín Urías. Quien, además, muy certeramente, ha puesto el foco sobre cómo cuando, al fin, ha emergido la voz de los senegaleses cuestionando la versión policial se ha filtrado, violando la protección de datos, un episodio pasado de encontronazo del fallecido con la Policía que se ha vuelto a divulgar acríticamente por los medios aunque en nada minimiza ahora ni aclara las circunstancias de la muerte, sino que solo busca desacreditarlo.
No es difícil contactar con colectivos y referentes africanos, senegaleses, en Sevilla. Abundan las asociaciones desde la de Senegaleses de Sevilla o el Sindicato de Manteros, a Nuevo Tipo de Inmigrantes, Sonríe por África o La Tontina. En los últimos años son cada vez más activos y organizan eventos sociales y culturales como el Back to the roots (Vuelta a la raíz, en inglés) o el Jammu África (Paz por África, en wólof). Busquémonos, mientras el racismo, la intolerancia y el fascismo atruenan incluso ante muertes trágicas en plena Navidad como esta, y unámonos como conciudadanos en construir juntos la sociedad mejor que queremos y merecemos.
No podemos resucitar ya a nuestro vecino sevillano, nacido en Senegal, Mamouth Bakhoum, pero debemos proteger su honor de quien a la primera lo caricaturiza como un alocado, debemos apoyar a su familia y amigos en el trance y evitar que otro inocente como él vuelva a caer.
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