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VENTANA RURAL
Los ritmos de la digitalización rural

El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación tiene en marcha el II Plan de Acción 2021-2023 de la Estrategia de Digitalización del sector agroalimentario y del medio rural

Reyes Alonso Martín Coleto

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Cuando en 1792, Francisco Cabarrús escribió en una carta a Gaspar Melchor de Jovellanos que “la naturaleza no nos hizo para amontonarnos en grandes ciudades”, Madrid tenía 50.000 habitantes. A 1 de enero de 2023, la cifra ascendía hasta los 3.339.931 empadronados. Más allá de si la opinión del ministro ilustrado es correcta o no, tres grandes procesos de cambio se han producido en los últimos doscientos años y explican esa nueva realidad de la acumulación de la población en grandes ciudades.

Por una parte, en dos siglos aumentó de forma espectacular el número de habitantes en el planeta. En segundo lugar, la irrupción de la industrialización en el siglo XIX, y la generalización del sistema económico capitalista, fundado sobre las bases de la maximización del beneficio privado, exigieron replantear todas las relaciones humanas. Esto afectó a los conceptos de localización y vivienda, que pasaron a considerarse desde el punto de vista de la rentabilidad económica.

La industrialización del siglo XIX fue, sin duda, la desencadenante de una verdadera revolución urbana

Los valores hegemónicos en torno a los que se organizó el conjunto de la sociedad durante dos siglos se encontraron en abierta ruptura con lo que, anteriormente, predominaba en la estructura social. Por último, debe citarse la aparición de determinados avances tecnológicos, como la aplicación del acero y el desarrollo de la industria hidroeléctrica, e inventos como el ascensor o el automóvil, que permitieron acuñar un nuevo concepto: el de megaciudad.

La industrialización del siglo XIX fue, sin duda, la desencadenante de una verdadera revolución urbana. Se podría afirmar que la lógica económica del capitalismo industrial generó la primera gran oleada de emigración del campo a la ciudad. Por otra parte, la mecanización de la agricultura y la posterior aplicación de fertilizantes elevaron rápidamente la productividad del campo y mejoraron las condiciones de vida de los que se quedaron en las zonas rurales.

Más tarde aparecieron los problemas asociados a las grandes metrópolis urbanas y a la alta densidad demográfica que las caracteriza. Fue entonces cuando empezó a ponerse de moda “huir de la ciudad” y empezó a generarse un nuevo trazado urbano que abarcaba desde la ciudad jardín hasta las urbanizaciones a las afueras.

El golpe definitivo vino de la mano de la globalización, la apertura de mercados mundiales y la permanente demanda por parte de los habitantes de las ciudades de alimentos variados y a precios cada vez más bajos

No obstante, posteriormente se produjo un paulatino abandono del mundo rural. Lo urbano volvió a despegar, al ofrecer las ciudades mejores dotaciones de servicios públicos que los ámbitos rurales, mayores oportunidades de desarrollo de la carrera profesional, una oferta variada de ocio y una gran capacidad de atracción del talento. 

Sin embargo, el golpe definitivo vino de la mano de la globalización, la apertura de mercados mundiales y la permanente demanda por parte de los habitantes de las ciudades de alimentos variados y a precios cada vez más bajos. Esto sería el marco de la actual situación: en el ámbito rural se desarrolla actualmente una actividad agrícola cada vez menos rentable, y el campo presenta cada vez más zonas, y más amplias, despobladas. De forma paralela, la población urbana aumenta considerablemente en una economía cada vez más diversa y global.

Esta situación ha generado un profundo malestar, indignación y rebeliones en la sociedad. Cabe citar a este respecto, movimientos como el de los chalecos amarillos, originado en Francia. Asimismo, debe citarse la acuñación del concepto España vaciada, referido a las áreas que en la década de los cincuenta y sesenta sufrieron el éxodo rural hacia las ciudades. Abordar, pues, la brecha entre lo rural y lo urbano solo desde la óptica de la lógica económica de la rentabilidad sería un error que abocaría al fracaso. Se debe analizar la brecha entre el ámbito rural y el urbano desde una lógica de la igualdad de los derechos, y a la vez, desde unas políticas públicas democráticas que garanticen a los ciudadanos la libertad de vivir donde quieran sin que eso signifique ver sus derechos mermados.

Desde el ámbito rural se está alzando la voz y cada vez son más las asociaciones que buscan implantar una digitalización apropiada, que garantice sus mismas oportunidades respecto a los núcleos urbanos

Además, actualmente la sociedad entra en una fase de relación entre lo rural y lo urbano. Debe tenerse en cuenta que cada vez más gente trabaja, se relaciona y se entretiene en la red. Esto conlleva que el lugar donde se vive dependa más de las preferencias individuales que de la propia realidad social y laboral, siempre que sea en igualdad de acceso a los servicios públicos y telemáticos.,

Entrando en un plano más cercano, la aceleración tecnológica vivida en los últimos años a raíz de la pandemia ha tenido dos velocidades. En el ámbito urbano, se han impulsado las smarts cities con las innovaciones del 5G, el Big Data, la Inteligencia Artificial y el Internet de las Cosas a pleno rendimiento. En el ámbito rural, se ha potenciado un proceso de conectividad y alfabetización. Entre ambas realidades dista un mundo: una híper-dinámica, la otra cociéndose a fuego lento. La brecha digital rural se agranda por la lentitud en la implantación de los recursos y la velocidad de asimilación de las personas que habitan los municipios.

Desde el ámbito rural se está alzando la voz y cada vez son más las asociaciones que buscan implantar una digitalización apropiada, que garantice sus mismas oportunidades respecto a los núcleos urbanos. Y es que lo rural ha protagonizado lo mediático en los últimos años. Desde lo cultural, con la publicación del ensayo “La España vacía”, hasta lo político, con la proliferación de partidos a la manera de Teruel Existe, o ese amago de repoblación a partir de la pandemia, la población rural se organiza para reclamar sus derechos.

La digitalización es una herramienta con un gran potencial de cambio en una población donde la conectividad y el empleo son dos retos urgentes

Ante la despoblación en España, superior a la media europea con un 0,7% interanual, todas las miradas señalan un concepto clave para su adaptación y supervivencia: la digitalización. Digitalizar a la población y ofrecerle una ventana al resto del mundo es una oportunidad para reinterpretar el medio rural, gran olvidado durante los primeros lustros del siglo XXI.

La digitalización es una herramienta con un gran potencial de cambio en una población donde la conectividad y el empleo son dos retos urgentes (el 25% de la población rural ya teletrabaja, según el Observatorio Asteo). Pero para su correcta intervención en el ámbito rural es necesario atender a dos variables: su universalización y su pertinencia.   

La conectividad es un problema cada vez más residual en la geografía española, pero la calidad de la misma aún tiene rango de mejora. España es uno de los países mejor posicionados en telecomunicaciones, aunque la fibra se resiste en el 30% de la población rural. El primer paso es avanzar en la ampliación de esa cobertura, dado que se trata de la tecnología que ofrece mayor velocidad y mínima latencia, además de ser la más sostenible. 

Las poblaciones rurales necesitan infraestructuras, pero también centros de innovación done se pueda alfabetizar a la población rural, con el fin de aprovechar todas las oportunidades del universo digital

El Gobierno ha asegurado que 2023 será el año de pleno Internet y ha lanzado una consulta pública para identificar las zonas sin cobertura mínima. Para llevar a cabo las reformas ha anunciado el programa UNICO 5G Redes Activas, que forma parte del Plan de Recuperación financiado con fondos Next Generatión EU.

La mirada urbanocentrista provoca que se olviden frecuentemente las particularidades del mundo rural. Las poblaciones rurales necesitan infraestructuras, pero también centros de innovación done se pueda alfabetizar a la población rural, con el fin de aprovechar todas las oportunidades del universo digital. Una de las demandas más repetidas alude al ámbito de las administraciones públicas en Internet, cuya accesibilidad en el plano digital tiene mucho por mejorar.

La población rural está concienciada sobre la digitalización, a la vez que piden formación, posibilidad de acelerar sus gestiones administrativas y estructuras para desarrollarse. La personas mayores de 55 años residentes en poblaciones pequeñas son especialmente conscientes de la importancia de la digitalización en la España vaciada. Un 88% cree que la infraestructura actual no es suficiente.

Parece que las leyes del mercado desarrollan procesos de homogeneización para que, al fin y al cabo, llevemos las mismas pautas y modelos. Esto choca contra la riqueza cultural y de las formas de vida. Por ejemplo, tradicionalmente, en el marco rural, los modelos de vida estaban más cerca de la naturaleza que de una pantalla de ordenador.

La población rural y urbana se enfrentan a retos distintos, contemplan situaciones diferentes, ello conlleva acciones adecuadas a sus verdaderas necesidades a nivel social y económico. El campo no puede esperar. Analicemos los programas de los partidos políticos para las próximas elecciones. 

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