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La salud, lo primero

Moreno, junto a la consejera andaluza de Salud y Consumo, Catalina García, y personal facultativo del Hospital Virgen del Rocío, en octubre de 2023

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El refranero está colmado de alusiones a la salud, a cómo la cura depende del dinero que se tiene y a cómo desbarata el bolsillo a quienes enferman. “Cuando el doliente va a la botica, una persona pobre y dos ricas”. Hasta que llegó la Seguridad Social y la sanidad pública universal. O eso creíamos. ¿Está el mejor invento del siglo XX en peligro de extinción o seriamente amenazado? Paradójico que tras frenarse la pandemia universal del Covid en tan poco tiempo gracias a este sistema, al menos en Europa, la sanidad pública se vea cuestionada. Resultaría preocupante que el Servicio Andaluz de Salud (SAS), que supuso durante décadas el mayor garante de la igualdad de oportunidades para la cura de cualquier enfermedad, deje de serlo.  

Varias señales avalan la alarma. No solo la falta de financiación y la fuga de médicos formados en Andalucía. El creciente auge del negocio de las corporaciones privadas en la atención sanitaria en Andalucía es una de ellas. No preocuparía si al entrar en competencia con la pública esta fuera lo suficientemente fuerte y moderna para garantizar esa igualdad de oportunidades. Hasta ahora ha sido así. Hay dudas sobre que lo siga siendo y esas dudas alimentan el empuje de las privadas. Cierto que la presión de estas para hacerse un hueco en las clases medias trabajadoras lleva años sonando con fuerza en Andalucía, aunque el runrún ha subido decibelios con el gobierno de la derecha desde 2019. Quizás porque las citadas corporaciones se sientan en territorio amigo tras el ejemplo de Madrid.

Puede ser una especulación lo del territorio amigo, pero no ayuda mucho a creer lo contrario que, para atajar sus agujeros en las listas de espera en cirugía, el Gobierno de Moreno decida derivar pacientes a clínicas privados con un montante de 120 millones de euros. O aquel globo sonda sobre depositar en la privada la gestión de la atención sanitaria. Tampoco desmiente el cariño por las privadas el que nada más asumir el poder en la Junta deshiciera aquel acuerdo por el que los médicos con dedicación exclusiva cobraran un plus.   

El Gobierno de Juan Manuel Moreno asegura que su defensa de la sanidad pública en Andalucía es incuestionable y esgrime como causas de los boquetes en su gestión del SAS la avalancha de usuarios sesenteros, culpa a los socialistas de la herencia recibida y a la escasa financiación del Ejecutivo central para justificar la falta de médicos, el aumento de listas de espera desproporcionadas en operaciones, citas de especialistas y pruebas diagnósticas, huecos en consultas en atención primaria y pediatría y zonas rurales desasistidas y abandonadas.

El Gobierno de Moreno busca culpables fuera sin base. Clama por falta de personal sanitario para contratar e incluso está dispuesto a pagar más en atención primaria (un acierto un poco tarde), pero choca el lío que tiene con la bolsa única de empleo, con especialidades sin actualizar su baremación desde hace tres años

Como en otras parcelas en crisis, el Gobierno de Moreno busca culpables fuera sin base. Clama por falta de personal sanitario para contratar e incluso está dispuesto a pagar más en atención primaria (un acierto un poco tarde), pero choca el lío que tiene con la bolsa única de empleo, con especialidades sin actualizar su baremación desde hace tres años. Los sindicatos denuncian de forma reiterada que varias promociones de enfermeros y fisioterapeutas han de buscar trabajo fuera por el cierre de la bolsa de trabajo.

Lo de la herencia recibida y las cifras de antaño tampoco justifican la brecha en la gestión de ahora. Salud delata su pésimo hacer cuando dice que se invierte más dinero que en la etapa socialista (14.246 millones de euros en 2024, 4.400 más que en 2018) y cuente con listas de espera de casi dos millones de personas, 50 municipios en la provincia de Córdoba sin pediatra, entre otras carencias denunciadas por la oposición que no se daban en aquella etapa.

También es incongruente apelar a la falta de financiación en un gobierno que hizo gala de rebajar impuestos meses después de hacerse con el poder y sin comprobar primero cómo están las cuentas en la Comunidad. La renuncia a la subasta de fármacos que ahorraba varios cientos de millones de euros a las arcas públicas fue un gesto más que absurdo cuando después acuerda con la patronal farmacéutica reclamar un porcentaje de la venta de genéricos. Una decisión que ha resultado un desastre.

Moreno anunció una remodelación de gobierno para este mes de julio, aprovechando la salida de Carmen Crespo tras su salto al Parlamento europeo. El nombre de la consejera de Salud y Consumo, Catalina García, está en las quinielas de salida. Veremos. Un cambio de titular no es nunca la única solución. Hace falta algo más que nombres nuevos

La falta de financiación no es la causa, sino los errores y la mala gestión. El Gobierno de Juan Manuel Moreno ha recibido, como otras comunidades, financiación del Ejecutivo de Sánchez para gestionar la etapa Covid. Un dinero destinado a contratar profesionales y también a la mejora de infraestructuras en centros y compra de equipamiento de última tecnología. Algunas de las nuevas consultas están vacías por falta de personal, cuando no casi un centro entero como el antiguo Hospital Militar de Sevilla con el que se dio tanto autobombo el presidente andaluz.

El Consejo de Ministros ha aprobado una nueva inyección a las comunidades autónomas, 172 millones de euros. A la Junta de Moreno le quedarán pocas excusas sobre los boquetes en su gestión sanitaria. La nueva inyección financiera del Gobierno de Pedro Sánchez para la atención primaria deberá servir para mejorar la asistencia en las ciudades y no dejar tiradas a las zonas rurales con menos votos al PP.

Moreno anunció una remodelación de gobierno para este mes de julio, aprovechando la salida de Carmen Crespo tras su salto al Parlamento europeo. El nombre de la consejera de Salud y Consumo, Catalina García, está en las quinielas de salida. Veremos. Un cambio de titular no es nunca la única solución. Hace falta algo más que nombres nuevos. Por ejemplo, un análisis de la realidad en Andalucía, que no es Madrid, y un proyecto claro que compita con la privada, no que la amamante. Y no olvidar nunca que la razón primera de las competencias de una autonomía como la andaluza es la gestión de la salud de sus 8,5 millones de habitantes. Puede que las encuestas aún no detecten malestar ciudadano, pero lo harán de seguir así.

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