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Si midiéramos el gasto público solo por sus efectos en la vida

18 de octubre de 2022 20:05 h

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Hace medio siglo, las feministas nos enseñaron que lo personal es político. Hoy podríamos ir un poco más lejos y afirmar que la cotidianidad es una consecuencia política… de los planes gubernamentales. En Andalucía, como en tantas otras Comunidades, lo podemos sufrir en gestos tan nimios como concertar una cita en nuestro centro de salud.

Cuando Juan Manuel Moreno anunció una escandalosa rebaja fiscal para los ricos de Andalucía, simplemente estaba plasmando lo que ya sabíamos: una vez escudado en la mayoría absoluta, podía tirar por la borda y sin rubor todo el discurso de apariencia centrista que, seguramente, coló a algunos incautos votantes. La rebaja fiscal que ha anunciado nos va a restar 900 millones de euros anuales de recaudación. Y esos 900 millones tienen consecuencias en nuestra cotidianidad. Intenten, como yo hice semanas atrás en Málaga, concertar cita en su centro de salud.

Qué diferente sería ese tipo de contabilidad que prescindiera de cifras monetarias y solo cuantificara el efecto cotidiano de cada nueva medida

La aplicación Salud Responde únicamente me daba la posibilidad de pedir una cita telefónica y, además, para nueve días más tarde. Esa espera es ya de por sí todo un posicionamiento ideológico sobre la sanidad pública. Como cabía suponer, después de esos nueve días, mi médica de cabecera me aseguró por teléfono que necesitaba examinarme en persona. Solo así determinaría el origen de mi dolencia, que podía obedecer a distintas causas. Sin embargo, la única cita que le permitía el sistema aparecía 12 días más tarde.

Para que pudiera visitarme de manera más o menos inmediata, incluso después de esa espera de nueve días que yo arrastraba, solo me quedaba una opción delirante: personarme en el centro de salud una mañana a las ocho en punto, y únicamente a esa hora. En las mesas de recepción me asignarían una hora para que volviera a personarme esa misma mañana de urgencia y por fin me atendiera un médico. En suma, que te vea un médico que reclama examinarte requiere una reserva de cita telefónica que solo llega más de una semana después, un desplazamiento posterior al centro de salud a una hora exacta e inamovible y, más tarde, acudir de nuevo a ese mismo centro.

Con 900 millones menos de recaudación anual vamos camino de que esa sea nuestra cotidianidad. O más bien de que aún empeore. A veces fantaseo con un tipo de contabilidad pública que midiera de otro modo los presupuestos y la fiscalidad. ¿Se imaginan? Algo así como un anuncio del consejero de turno en el que declarara: “El presupuesto total para esta reforma fiscal es de dos meses más en las listas de espera hospitalarias, cinco alumnos más por aula y dos bomberos menos por dotación”. Qué diferente sería ese tipo de contabilidad que prescindiera de cifras monetarias y solo cuantificara el efecto cotidiano de cada nueva medida.

Tal vez Moreno cree que esos mil millones que solicita han caído del mismo cielo del que no llega la lluvia y no, precisamente, de impuestos como los que él ha eliminado

En realidad, el propio Moreno lo sabe de sobra. De otra forma, no se entiende la ridícula petición que ha elevado al Gobierno central para que inyecte a Andalucía casi la misma cantidad que él va a dejar de recaudar con su reforma impositiva. Tal vez cree que esos mil millones que solicita han caído del mismo cielo del que no llega la lluvia y no, precisamente, de impuestos como los que él ha eliminado.

Resulta igualmente desolador que reclame al Gobierno central infraestructuras hidráulicas financiadas con impuestos como los que él desprecia, pero que no se haya enterado de algunos problemas de fondo sobre la sequía. Igual ha llegado el momento de que entienda que, mientras en algunas zonas de Andalucía se cultive como si habitáramos los trópicos, seguirán muriendo nuestros embalses.

Claro que, para ello, haría falta un poco de educación, la misma que sus recortes fiscales van a malograr.

Hace medio siglo, las feministas nos enseñaron que lo personal es político. Hoy podríamos ir un poco más lejos y afirmar que la cotidianidad es una consecuencia política… de los planes gubernamentales. En Andalucía, como en tantas otras Comunidades, lo podemos sufrir en gestos tan nimios como concertar una cita en nuestro centro de salud.

Cuando Juan Manuel Moreno anunció una escandalosa rebaja fiscal para los ricos de Andalucía, simplemente estaba plasmando lo que ya sabíamos: una vez escudado en la mayoría absoluta, podía tirar por la borda y sin rubor todo el discurso de apariencia centrista que, seguramente, coló a algunos incautos votantes. La rebaja fiscal que ha anunciado nos va a restar 900 millones de euros anuales de recaudación. Y esos 900 millones tienen consecuencias en nuestra cotidianidad. Intenten, como yo hice semanas atrás en Málaga, concertar cita en su centro de salud.